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En estos tiempos convulsos, la aprobación de los Presupuestos se ha convertido en conversación común de sobremesa. Las redes sociales se incendian acerca de las posturas que mantienen los diferentes Partidos Políticos y sus líderes acerca de su posible apoyo a esos Presupuestos Generales ... del Estado para 2021 que, en principio, parece que va a proponer el Ejecutivo. Y digo parece porque hasta la fecha no hay ni borrador, pese a que el Presidente Sánchez, en un acto cuando menos insólito, haya convocado a Moncloa a unos y otros a hablar de lo que no existe, y no contento con ello exija un apoyo a un documento cuyo contenido está aún por ver (y veremos…. porque la Ministra Montero ya descartó elaborarlos para 2020 con la excusa del COVID y no me extrañaría que, si no le salen las cuentas medidas en mayorías parlamentarias, se evite de nuevo tanto trabajo parapetada tras una nueva prórroga automática de los Presupuestos de Montoro de 2018).
Unos Presupuestos cuya elaboración compete exclusivamente al Ejecutivo de España, ese Gobierno de coalición entre PSOE y PODEMOS del que todos disfrutamos, responsabilidad que, por mucho que se empeñen e insistan el Presidente, los Vicepresidentes y los diferentes Ministros, no pueden derivar al resto de los Partidos Políticos que, no se equivoquen, pactarán o no con el Gobierno su aprobación, dependiendo de la rentabilidad que saquen a dicho pacto.
La elaboración y presentación de los Presupuestos cada año, constituye, a mi juicio, más allá que un derecho, una obligación para el Ejecutivo, una conditio sine qua non para que las Cortes Generales puedan aprobarlos también cada año.
Y si la elaboración de los Presupuestos es responsabilidad exclusiva del Gobierno, según determina el artículo 134 de nuestra Constitución, su examen, enmienda y aprobación, así como su control posterior corresponde al Poder Legislativo (Congreso y Senado), competencias que el Gobierno no le puede hurtar, como viene haciendo «por h o por b» los últimos años, acudiendo a la prórroga automática que, por muy constitucional que resulte, no puede convertirse en una herramienta en manos del Ejecutivo para disponer de ella cuando no sea capaz de gobernar, porque no subsana las razones de fondo que la activación de este mecanismo enmascara.
No hay que olvidar que los Presupuestos constituyen el reflejo de la política concreta que el Ejecutivo pretende desarrollar, cosa que mal podrá hacer si los Presupuestos con los que se funciona los han realizado un Gobierno diferente (y bien diferente). La falta de aprobación de los Presupuestos supondría que la mayoría del Parlamento no los asume, no acepta la propuesta política que se desarrolla en ellos, lo que demostraría una falta de confianza en el Ejecutivo que, en condiciones normales de salud democrática, determinaría la dimisión del Presidente del Gobierno y la convocatoria de elecciones generales.
Explicada la teoría, y observando tal y como están las cosas, yo interpreto que el motivo de la ronda con las diferentes fuerzas políticas con Sánchez en Moncloa en estos primeros días de septiembre no ha podido ser hablar de unos Presupuestos de los que aún no se maneja ni un borrador (que con tantas vacaciones el Ejecutivo no ha hecho los deberes).
Las diferentes reuniones con unos y otros -fotos mediante, en las escalinatas- tienen que haber sido, o bien para intentar difuminar su responsabilidad exclusiva de elaborar el documento presupuestario intentando, con ayuda de televisiones y medios afines, que pensemos que si no llega a buen puerto solo es culpa del PP (y podríamos añadir a VOX) o, peor todavía, acerca del coste que le va a suponer al Gobierno, o mejor, el coste que nos va a suponer a todos los españoles que esos Presupuestos se acaben aprobando: las prebendas de unos, las cesiones a otros, o la necesidad que tienen algunos a la deriva de no difuminarse más (CIUDADANOS) o de hacerse los importantes (que lo son, porque estamos en sus manos) que sería el caso de PNV, NUEVA CANARIAS, PCR… y demás nacionalistas, salvadores de la patria porque, como dice la»insigne» Ministra Montero, a todos ellos, y muy en particular a BILDU o a ERC, solo les mueve «su amor a España». Ja!!!.
Esos Presupuestos que sin existir siquiera- y como ya nos tienen acostumbrados, porque le ponen un nombre rimbombante a todo- ya han sido apodados los de la «reconstrucción económica y social», y que deberían convertirse en la herramienta más importante para que el Ejecutivo diseñe la salida de la actual crisis, si es que es capaz de ello, lo que a la vista de lo que ha hecho desde marzo, me parece bastante difícil, la verdad.
El fortísimo impacto económico que ha supuesto la COVID-19, que ni mucho menos ha terminado, va a exigir un esfuerzo fiscal sin precedentes. Las actuales circunstancias, como consecuencia de la crisis en la que estamos inmersos, con una caída del PIB desbocada y con necesidades en todos los frentes, impondrán rigurosas decisiones que afecten tanto al gasto como a los ingresos públicos, que deben tener el correspondiente reflejo en esos Presupuestos para 2021 que ha de elaborar el Gobierno y que, según él mismo reconoce, deben servir no solo para relanzar la economía, sino para garantizar el gasto social que necesita en estos momentos nuestro país.
Y por si esto fuera poco, estos Presupuestos para 2021 deben convertirse en el indispensable instrumento que canalice de forma eficiente y controlada por las Cámaras, los recursos que la Unión Europea y otras Instituciones van a implementar para hacer frente a las consecuencias de la pandemia.
De ahí que la prórroga automática, en la que está tan cómodamente afincada la locuaz Ministra de Hacienda, no sea una opción, y no resulta la mejor imagen ante una Unión Europea dispuesta a librar fondos para ayudarnos a la reconstrucción económica y social, pero siempre bajo un estricto control y cumpliendo sus condiciones.
La incapacidad del Gobierno de aprobar las Cuentas para 2021 no es un escenario deseable en las actuales condiciones y nos pondría bajo sospecha a la hora de que Europa supervise el gasto de los fondos que pone a disposición de España, como de otros Estados miembros, a través del Plan de Recuperación.
Así que, Señora Montero, póngase a trabajar y deje de vivir de las rentas, que esta vez Montoro no debería resolverle la papeleta.
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