Los Procuradores de la Tierra -órgano de origen remoto cuyos miembros, vinculados a la ganadería o a la agricultura, acceden a su cargo de forma hereditaria y vitalicia- en representación de los pueblos de Nistal de la Vega, Celada de la Vega, Piedralba, San Justo ... de la Vega, San Román de la Vega, Sopeña de Carneros, Brimeda, Valdeviejas, Murias de Rechivaldo y Castrillo de los Polvazares votaron este año la salida de la Virgen de Castrotierra en procesión.

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Una salida por la que, con la autorización del Obispo de Astorga, se traslada a la Virgen desde el Santuario de Castrotierra de la Valduerna enclavado en un otero desde el que se divisan las vegas del río Peces y del río Duerna, para celebrar el tradicional novenario en la Catedral de Astorga.

Transcurridos nueve días, a través de un camino hasta Valderrey con un último tramo que transcurre por la N-VI y cuyo trayecto coincide en parte con la vía de la plata, un maremágnum de gente de nuestros pueblos avanza por el monte bajo plagado de encinas acompañando a la Virgen de vuelta a su Santuario.

Después de tres años, los Procuradores, en nombre de los agricultores de sus zonas, piden de nuevo la intermediación de la «Virgen de la Lluvia» para que campos y cosechas reciban esa agua que tanto necesitan en una de las peores sequías de las últimas décadas.

En 2017, tuve el honor de acompañar en Romería a esta pequeña Virgen en su camino a su Santuario, pero grande por la devoción que le profesan nuestros pueblos de la Valduerna que acompañan a la bendita imagen con sus mejores galas- los pendones de la Valduerna, la Maragatería, el Órbigo y el Páramo y las cruces parroquiales de tantos pueblos- y, sobre todo, con el cariño absoluto de miles de leoneses que participan en su Romería que en aquella ocasión en concreto pude compartir en persona.

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Reconozco que también me hubiera gustado hacerlo este año y mucho más tras la invitación que recibí el jueves por whatsapp a la que, además, acompañaban una foto en la que aparezco pujando a la Virgen del Castro, algo que nunca había hecho hasta entonces y que recuerdo con emoción. Razones familiares me han impedido estar con ellos esta oportunidad aunque, como saben bien, lo he estado de corazón y pidiendo con ellos y para ellos por esa lluvia tan necesaria para nuestros campos.

Precisamente, ha sido esa lluvia la que ha acompañado a la Virgen en su vuelta a casa lo que preludia su magnífica disposición a ayudar a nuestros agricultores a cumplir su objetivo: acabar con la escasez de agua y garantizar la mejor cosecha.

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Mucho tenemos que aprender de la gente del campo y de su proverbial sentido común que les hace confiar mucho más en la Virgen del Castro que en quienes nos gobiernan a golpe de Mesas, ya sea la de la sequía o ya la de León, que más dará.

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