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Los servicios funerarios trasladan el cadáver de la abuela materna de la niña de cinco años que fue encontrada muerta, hace pocas fechas, en un hotel de Logroño. EFE
Vida eterna

Vida eterna

A la última ·

Lunes, 3 de febrero 2020, 01:50

La mujer que mató a su hija en un hotel de Logroño y su madre (que acabó en el río como Virginia Woolf) dejaron siete cartas suicidas. No parece que estuvieran muy bien de la cabeza. He leído a Ana María Ortiz que en Haro ... todos recuerdan la obsesión enfermiza de ambas por deshacer a la niña las coletas que le hacía el padre. Sísifas como cabras. Siempre he pensado en el suicidio como plan de pensiones. Sola, a mí la compañía y los planes conjuntos me molestan hasta para eso. Pero creo que tenía razón Simone de Beauvoir (ella siempre ha tenido más razón que Sartre, claro). En 'La vejez', Simone de Beauvoir escribe que, al irse acercando, «por lo común se prefiere la vejez a la muerte. Sin embargo, a distancia, consideramos con más lucidez a esta última».

Queremos estar sanos, pero si lo estamos da miedo vivir muchos años. Como el que no cree en Dios pero teme que exista. Como la apuesta de Pascal. Aunque no se sepa si Dios existe, lo mejor es apostar que sí. «Aun cuando la probabilidad de la existencia de Dios fuera extremadamente pequeña (tan pequeña como la tetera de Bertrand Russell, añadiría yo), tal pequeñez sería recompensada por la gran ganancia obtenida: la gloria eterna».

Lo que me preocupa es la vida eterna en la tierra. Dice el genetista Jef Boeke que estamos haciendo trampas para ganarle la partida a la naturaleza. Es verdad que Izspisúa nos dice que en este siglo viviremos nuestros últimos años de forma más saludable. ¿Pero cuántos años? ¿Y tendremos dinero para vivir? Que no todos somos Mary Higgins Clark (si vuelvo a leer «gran dama del crimen» me tiro yo también al río). No sólo era riquísima por sus libros sino que a los 86 años firmó un contrato de 10 millones de dólares. Qué tranquilidad. Y la pobre María Teresa Campos teniendo que ir al 'Deluxe' a llorar por Bigote Arrocet. Qué tristeza.

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