Secciones
Servicios
Destacamos
Para la mayoría de la gente, viajar es uno de los placeres de la vida y para hacerlo a gusto, sin estar pendiente de la carretera y del volante, no somos pocos los que optamos por dejarnos llevar por el transporte público, para lo que ... el autobús y el tren son una magnífica opción.
Les confieso que yo tengo el transporte público interiorizado desde niña porque- y sé que es una rareza-mi padre aborrecía los coches y nunca condujo, y mi madre, aunque tenía carnet de conducir, no quiso contradecirle. Nunca supimos por qué esta fobia a los coches que nos producía más extrañeza porque su padre, mi abuelo, tuvo uno de los primeros coches que circularon en Alcalá en los años treinta del siglo pasado…; algo relacionado con la guerra civil, decía mi madre, que nunca peleó por cambiar su voluntad y que la respetó siempre porque le adoraba. Lo curioso del caso es que, desde mi experiencia me he convencido de que si de niño no te acostumbras al coche, no se hace para ti algo imprescindible.
Porque eso fué exactamente lo que me paso a mí, que me acostumbre a los trenes de cercanías, a los de media distancia, a los talgos, a los coches cama… al kilométrico, al ir y venir de las estaciones, a las maletas, a los viajes en familia con miles de anécdotas, a charlar con quien compartes asiento y a enterarte de mil cosas curiosas que, a veces, les contamos más fácilmente a los extraños que a los propios.
Y fíjense hasta qué punto mi vida ha estado ligada al tren que en Alcalá vivimos toda la vida en el Paseo de la Estación, y cuando mis padres compraron una casa en la sierra, en El Escorial, para pasar los veranos y los fines de semana, lo hicieron en la urbanización más cercana a la estación, Parque Real; desde nuestro balcón, que daba a las piscinas, se veían las vías, lo que posibilitaba a mi madre saber cuándo llegaba el tren en el que mi padre llegaba a comer los sábados, que en aquella época no había microondas.
Después de fallecer mi padre, en 1986, nos obligó a sacar el carnet de conducir a los tres hermanos, y nos compró un Volkswagen Polo rojo que compartimos los tres unos pocos años. Mi traslado a León, a principios de los noventa, hizo que ya no necesitara el coche para nada; viajaba en tren todas las semanas, y hasta aproveché esos viajes infinitos- más de seis horas tardaba en llegar a Alcalá- para acabar la carrera de Ciencias Políticas. Lo que no estudiaría yo en ese tren media distancia de los años noventa que hacía el trayecto de León a Chamartín y que tantas veces se atascaba en Venta de Baños… Y lo sigo haciendo a menudo cuando viajo para dar una conferencia, o para participar en algún Tribunal de Tesis o de la plaza de algún colega… por no hablar de lo que me gusta leer en el tren esos libros que a diario no puedo, porque el tiempo no llega para todo…
Por eso me solidarizo con aquellos viajeros que pretenden del tren un viaje cómodo y tranquilo en el que poder ver una peli, leer un libro, disfrutar del paisaje, trabajar durante el viaje o hasta dormir… que algunos somos capaces… viajeros que hace unos días se enfrentaron a unas hordas infantiles que- cómo sería la cosa- fueron desalojados en Palencia por un interventor con buen criterio al que desde aquí le doy la enhorabuena por no haberse dejado llevarse por lo políticamente correcto.
Me imagino fácilmente el punto al que llegaría el mal comportamiento de los veintidós infantes de entre nueve y once años de la Escuela Vilademàger de la Llacuna (Barcelona), y la falta de responsabilidad de los dos monitores que les acompañaban- que seguro que lo de no ponerse la mascarilla fue lo de menos- para que el hombre, tras reiteradas quejas de los restantes viajeros y varios avisos, llegara a una decisión tan extrema, a sabiendas de que lo que le podía acarrear. Decisión complicada que, atentos todos, ha motivado la investigación de la Síndica de Greuges Catalana y del Procurador del Común de Castilla y León- por si tenían competencias- además del mismísimo Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, que decidió abrir una actuación de oficio por si los hechos pudieran suponer «una violación de los derechos de los menores»; por no añadir que la propia Ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, explicó en el Congreso que había pedido a Renfe que «se iniciase una investigación en profundidad» para conocer lo ocurrido que calificó como una «situación absolutamente excepcional», mostrándose comprensiva con la alarma generada.
En un caso como éste es impensable que los padres de guajes con semejante comportamiento se planteen otra cosa que organizarse y denunciar a RENFE. Dice una madre en redes «que estaban tan emocionados que no se lo creían« y que la intervención del revisor les supuso un calvario a los pobres menores- lo de los restantes viajeros era otra cosa- a los que alargaron el viaje jugando en un parque de Palencia custodiados por la policía, el personal de la empresa y hasta el Subdelegado del Gobierno- que muy desamparados no parece que estuvieran- y todo ello hasta hasta que un autobús, costeado por el dinero de todos, los recogió para llevarles a su destino ahora ya sin molestar a nadie (o tal vez tan solo al sufrido conductor).
Ni por asomo cabe en la cabeza de esos padres plantearse corregir el incivismo de sus retoños o pensar que hayan podido siquiera mínimamente molestar al resto del pasaje. De hecho, da la risa escuchar a alguno de los amantes progenitores diciendo en su minuto de gloria televisivo que «los niños son niños» y cómo le contó el profesor de estos pequeños vándalos que, ante el requerimiento del interventor, les dijo que se sentaran (vamos, que debían estar saltando y corriendo por los pasillo subidos por los asientos) y que no chillaran (osea, que estaban chillando).
Por lo que parece la investigación ya debe estar cerrada, y mejor no sea que de la misma alguno resulte trasquilado…
Ahora que, quédense bien tranquilos porque, tras una semana de disfrute en nuestra provincia- en Robledo de Fenar-, los chavales y sus responsables monitores han emprendido el viaje de vuelta en el mismo convoy que cubre la línea Vigo-Barcelona del que fueron desalojados. Eso sí, han sido despedidos en la estación por el responsable de Renfe en León que acompañó a los muchachos y a sus profesores en la espera -un lujo del que no gozamos el resto de los pasajeros- pensado, casi seguro, eso de «tanta paz llevan como descanso dejan» ante la legítima preocupación del resto de los viajeros que compartían trayecto com ellos.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.