Vaquitas lecheras
A la última ·
Hubiera sido más coherente encontrarnos a Pablo Casado y a Cuca Gamarra rodeados de seis o siete mil cerdos, chapoteando entre purines a la descarnada luz de una bombillaPío García
Martes, 18 de enero 2022, 00:01
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A la última ·
Hubiera sido más coherente encontrarnos a Pablo Casado y a Cuca Gamarra rodeados de seis o siete mil cerdos, chapoteando entre purines a la descarnada luz de una bombillaPío García
Martes, 18 de enero 2022, 00:01
Veo a Pablo Casado en un prado abulense, rodeado de vaquitas pastando. Son vacas guapas, limpias, redonditas. Las vacas lo miran con cara de circunstancias. Quizá se estén fijando en sus botas nuevas o en su impecable abrigo. Hay algo filosófico en la mirada sorprendida ... de las vacas, una especie de estoicismo animal que las vuelve profundamente sabias, al menos en comparación con sus visitantes. Dice Pablo Casado que la ganadera, Eva, conoce a todas las vacas por su nombre. Parece Casado a punto de coger el laúd para entonar con voz atiplada una serranilla del marqués de Santillana: «Moça tan fermosa/ non vi en la frontera/ como una vaquera/ de la Finojosa».
Veo luego a Cuca Gamarra en una granja riojana al aire libre, rodeada de vaquitas lecheras. Son vacas guapas, limpias, redonditas. Las vacas están a lo suyo y solo de vez en cuando levantan la cabeza para echar un vistazo a sus huéspedes. Tal vez estén comentando el abrigo tan bonito que lleva Cuca, de color plateado, y sus impolutas botas marrones.
A mí me parece bien que Pablo Casado y Cuca Gamarra hayan aprovechado la semana para ver vaquitas. Los escenógrafos de campaña les han diseñado un entorno bucólico, como de égloga renacentista, para que pidan la dimisión del ministro Garzón. Los analistas políticos más puntillosos nos advertirán, sin embargo, que en realidad Garzón alabó la ganadería extensiva y se metió mucho con las macrogranjas. Por lo tanto, hubiera sido más coherente encontrarnos a Pablo Casado y a Cuca Gamarra rodeados de seis o siete mil cerdos, chapoteando entre purines a la descarnada luz de una bombilla, mientras preguntan a gritos al ganadero si conoce a todos los marranos por su nombre.
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