Urgente reforma

Para que la carta no se quede sin respuesta, como le pasó a Cifuentes, hay que echarla al buzón. Carmen Martín Gaite le envió una a Juan Benet invitándolo a compartir sus reflexiones sobre la escritura; tras recibir la contestación de Benet, se iniciaron veintidós años de correspondencia entrecortada. Estos días, la escritora Anna Pacheco ha publicando en Twitter varios fragmentos del libro que recoge aquellas cartas; en ellas se cruzan preocupaciones literarias y anhelos vitales, pero también reproches: Gaite le echa en cara a Benet que la deje de lado en cuanto la fama y los aduladores llaman a su puerta, recriminándole que se haya convertido en un escritor de moda «descaradamente entregado a la exhibición y publicidad». Y sigue: «En mis deseos de felicidad para este año va implícito otro: el de tu urgente reforma». Como si Benet fuera un piso necesitado de obras.

Los textos se leen igual que se escucha una conversación detrás de una puerta: con mucho morbo y cierto reparo. La de Gaite es una amistad exigente y posesiva, la de una chiquilla de trece años que se resiste a que su mejor amiga la abandone por la nueva de la clase. No quiere quedarse sin interlocutor, sin aquel que la entiende; no quiere renunciar a una amistad desnuda, desprovista de circunloquios, falsas modestias y halagos mutuos. Da y pide (y recibe) sinceridad, esa cosa tan rara que produce tanto miedo. Ojalá la verdad nos sentara tan bien como a Gaite le sentaban las boinas.