En estos días son miles las personas que pasan por la Virgen del Camino, la patrona de la Región Leonesa, y siguen la conocida costumbre de tocar las narices de uno de nuestros santos más emblemáticos, San Froilán. La tradición dice que son tres las ... veces que hay que tocar la nariz del santo labrado en bronce en la basílica de la Virgen del Camino para pedirle que tengamos salud, y así año tras año.
Pero lo de tocar las narices solo tiene un significado bueno en estas fiestas tan queridas por los leoneses, otra cosa es lo que año tras año tenemos que soportar y que solo se puede resumir en una buena tocada de narices, por no decir otra cosa, y no tres veces, sino de forma reiterada. Demasiado tiempo reclamando, demasiados años pidiendo y probando la necesidad de proyectos e inversiones para una tierra cada vez más esquilmada, y mientras por un lado nos prometen proyectos, (no imagino la lluvia de millones que van a caer desde ahora hasta el próximo mes de mayo), como el parque agroalimentario anunciado para El Bierzo, por el otro nos tocan las narices, bastante, poniéndolo en Valladolid. Mientras por un lado pedimos y justificamos la necesidad de una facultad de medicina para León, por otro nos encontramos con evasivas de la consejera de educación de la Junta, Rocío Lucas, afirmando que la implantación de nuevos grados no se puede gestionar de forma unilateral o las del consejero de sanidad, Alejandro Vázquez, diciendo que no hay suficientes profesores, o las sorprendentes declaraciones del secretario general autonómico del PSOE, Luis Tudanca, pidiendo una facultad de medicina para Burgos. Mientras por un lado nos entra ahora la prisa con el Corredor Atlántico, por el otro tendremos que ver cómo León queda fuera del mismo. Y así una larga lista que da hasta pena, como la integración de FEVE o la segunda fase del Parador de San Marcos, muchas veces da la sensación de que estamos parados, viendo pasar a la gente tocando las narices, los proyectos de largo y el tiempo en balde sin inversiones ni futuro para una tierra que ha sido y sigue siendo rica.
Y ya no sabe uno si conformarse con tocar la nariz al santo y confiar que, como en el sorteo de la lotería de Navidad, tengamos salud, o seguir con la que creo que es la única salida, pelear hasta que dejen de tocarnos las narices.
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