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Si hasta ahora decía que ya no hay nada de lo que pueda hacer o decir este Gobierno podía sorprenderme, que ninguna actuación tenía ya la capacidad de dejarme ojiplática… pues me desdigo absolutamente.
Porque la semana pasada la intervención en el Congreso de ... España del actual Secretario de Estado, Director del Gabinete del Presidente, miembro del Consejo de Seguridad Nacional y responsable de la Oficina de Prospectiva (ahí es nada la afición de algunos a acumular cargos y prebendas), para más información, anterior asesor de Sánchez (y dicen quienes están en el meollo, que muñidor propagandista de sus decisiones políticas)- e ha activado todas las alarmas.
Y es que el ínclito va y suelta: «lo primero que tiene que hacer un asesor es tirarse por el barranco por su presidente, y yo lo hago«, ergo, pensé yo, sobre todo por el uso del presente de indicativo en la afirmación: Sánchez se ha tirado por un barranco, éste ha ido detrás (que para eso le paga), y tras éstos dos vamos todos los demás.
Yo creo que esta frase gloriosa es fruto de las no pocas veces a las que a alguien le traiciona el subconsciente, cuando se cuela por las rendijas lo que de verdad está pensando, y se le escapa y lo verbaliza. Así que éste sujeto piensa que Sánchez se ha tirado por el barranco…y desde luego, si no lo ha hecho, está a punto con su ayuda inestimable….apaga y vámonos….
Analicemos en qué punto estamos. Y estamos ante un Gobierno que fía su continuidad a que los ciudadanos nos traguemos las consignas diseñadas por Moncloa-Sánchez-Redondo- tanto monta, monta tanto- acerca de los indultos. Según ellos, son un acto de inteligencia apaciguadora de nuestro corajudo Presidente que demuestra la valentía incontestable de pretender saltarse el ordenamiento jurídico que nos rige a todos- e incluso a él- perdonando a los irredentos independentistas que siguen clamando, aunque a los demás nos importe bien poco, por esa ensoñación enfermiza que ha llevado a la sociedad catalana ante el barranco al que, si hacemos caso del subconsciente de Redondo, Sánchez va a saltar.
No se equivoquen. No van a faltar alusiones a que Sánchez está emulando a aquellos de entre sus antecesores que protagonizaron los grandes hitos que han jalonado el camino de nuestra joven democracia, comparándose de forma impúdica con el Presidente Suarez y su decisión de legalizar el PCE de Carrillo en la transición, colocándose el actual Ejecutivo, con su Presidente a la cabeza, en el altar simpar de aquellos que en su día garantizaron nuestra convivencia en paz y concordia.
Pues miren no, no cuela. Ni aquellos tiempos eran éstos, ni el gesto necesario que tuvo que asumir entonces Suárez es comparable en modo alguno a lo que ustedes pretenden haciéndonos comulgar con ruedas de molino, pensando, para variar, que los ciudadanos somos tontos y que nos vamos a tragar el sapo- otro más del calibre de un dragón de Komodo- de ver en la calle a los golpistas catalanes. Unos y otros han sido artífices de que en la política llevemos unos años de bandazos, de mal en peor, de conflictos inacabables y de confrontación gratuita de los que la sociedad española, si española (que incluye la catalana, como incluye la madrileña o la castellano-leonesa) está harta, completamente harta.
Y por mucho que mediáticamente lo bombardeen hasta la saciedad, no se creen ni los suyos que con este acto de coraje, de incomparable valentía, el Gobierno está pensando en garantizar el diálogo, la paz y la convivencia que, por cierto, sólo han roto quienes quieren beneficiarse de una figura que nuestro Derecho no tiene pensada para quienes, entre otros delitos, están condenados por malversar lo público, que es una forma de corrupción. Y encima, ni tan siquiera se arrepienten, que cada vez que pueden le dicen que lo volverían hacer una y mil veces.
Resulta muy difícil en este caso atisbar siquiera los conceptos jurídicos indeterminados de equidad, justicia o utilidad social que emplea la Ley para poder utilizar esta fórmula por parte del Ejecutivo y aún más yo llegaría a cuestionar si este tipo de indultos no conculcan el espíritu y finalidad que el legislador atribuye a los mismos, que no pueden ser otros que garantizarnos a todos los principios y valores del Estado democrático de Derecho.
Por eso no nos cansaremos de decir, todo lo alto que podamos, que en este caso no son de recibo, y que como ya le ha dicho nuestro más alto Tribunal en un Informe, que no parece muy proclive a hacer caso, resulta absolutamente inaceptable, pronunciándose el Supremo y la Fiscalía por el cumplimiento íntegro de sus penas.
Porque aunque no les guste, y pese que ello pudiera conllevar la falta de apoyo a un Ejecutivo cada vez más endeble y supeditado a sus socios independentistas, los ciudadanos de la calle, la gente normal, más allá de la ideología política, pensamos que en este caso las penas han de cumplirse en su totalidad; y más cuando los líderes del procés catalán y sus organizaciones siguen en sus trece. Y ello sin olvidar a los que, como Puigdemont están huidos de la justicia y no pierden oportunidad para atacar al Estado español y con ello la dignidad de todos los españoles, sin acatar las reglas de nuestra democracia y garantizando la misma confrontación, e incluso más, derivada de la demostración de debilidad de un Ejecutivo cómplice que necesita del independentismo totalitario para gobernar. De nuevo, se está equivocando el interés partidista con los intereses generales a los que estos indultos resultan contrarios.
Por eso, por mucho que clamen y rabien, o por mucho que sientan como héroes a aquellos que tamizaron nuestra realidad democrática a través del sueño de una autodeterminación que no tiene ni tendrá cabida en nuestro sistema constitucional, hay que mantenerse firmes, y en esa firmeza -que en nada se parece a la revancha o la venganza, no se equivoque Sr. Sánchez- nos encontrará a todos.
A ver si por una vez no defrauda la confianza de sus ciudadanos y la brújula de su decisión última son, como usted mismo ha dicho, los principios y valores constitucionales. Dicho en otras palabras, que más allá del capricho y la conveniencia partidista impere la legalidad que difícilmente justifica que el Gobierno se salte el sentido contrario de los Informes preceptivos del Tribunal Supremo y la Fiscalía.
Lo contrario no solo es arbitrario sino que es a todas luces inmoral, como lo es también pretender hacer pasar por una decisión valiente la más cobarde de todas ya que solo obedece a intentar garantizarse la permanencia en la Moncloa, teniendo encima la virtualidad de dar alas a quienes no van a recuperar un diálogo que ellos mismos han roto y una fractura de la que son los únicos protagonistas. Me temo que ni siquiera los indultos de Junqueras, Romeva y ambos Jordis van a propiciar que recapaciten en la necesidad de cumplir la Constitución y las leyes, renunciando a sus alocadas pretensiones que, efectivamente, han colocado a este Gobierno al borde de saltar al barranco (si es que no lo ha hecho ya).
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