Santa Semana

Los que vivimos en León, los que viven fuera a su pesar y aprovechan estas vacaciones para volver a su tierra con los suyos, y mucha más gente de diferentes lugares, tomamos las calles y aceleramos el pulso a una ciudad que, durante la Semana Santa, se muestra más viva que nunca

Hace un par de semanas coincidí en una comida con algunos detractores de la Semana Santa que criticaban el mundo de las Cofradías y los cofrades- en León mejor papones-ironizando acerca de la parte pagana de una de nuestras tradiciones con más solera.

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Criticaban también la iniciativa del Ayuntamiento de León de poner el nombre de las diferentes Cofradías a algunas de nuestras calles, afirmando que, si esto era lo más importante que teníamos, estábamos buenos, y añadiendo que lo mejor que podía hacerse en estas fechas era irse fuera de la ciudad.

Por supuesto discrepé entonces y discrepo ahora de tales planteamientos pues, aunque por fortuna cada cuál puede pensar lo que quiera- solo faltaba-, me parece que hay que ser más respetuoso con el sentir de quienes consiguen hacer de León durante estos diez días su semana más grande.

Porque los que vivimos en León, los que viven fuera a su pesar y aprovechan estas vacaciones para volver a su tierra con los suyos, y mucha más gente de diferentes lugares, tomamos las calles y aceleramos el pulso a una ciudad que, durante la Semana Santa, se muestra más viva que nunca.

Somos muchos de nosotros los que, por un sentimiento religioso, por tradición, por costumbre -o por todos ellos a la vez- apreciamos el enorme esfuerzo que realizan las dieciséis Cofradías y Hermandades de nuestra ciudad en cada uno de los actos penitenciales y procesiones que sacan a nuestras calles durante la Santa Semana para conmemorar los días que precedieron a la muerte de Jesús, desde su entrada triunfante en Jerusalén hasta su muerte y resurrección.

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Y lo hacen desde un profundo respeto a la tradición cristiana, a sus imágenes, a sus emblemas, a lo que cada uno de ellos es y simboliza y, me consta, con el cariño absoluto a León entero que estos días se arremolina a pie de calle durante horas al paso de las diferentes imágenes mecidas por nuestros papones al son de marchas y horquetas.

Ese enorme esfuerzo se traduce en una mayor actividad económica, en un alivio, por temporal que sea, a nuestra hostelería, en vivir una ciudad a rebosar que quizá preludia lo que deberíamos ser y, por desgracia, no somos.

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Por eso mismo, menos críticas a quienes tanto aportan y más implicación por parte de todos para hacer de León Semana Santa el resto del año.

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