No hay peor cuña…

El trasfondo es la necesidad imperiosa de convocar de forma urgente unas elecciones para que los ciudadanos en las urnas podamos decidir qué país queremos sin que se nos sigan imponiendo decisiones que se toman al ritmo de alargar una legislatura agónica y en la que la consigna es seguir gobernando hasta dónde podamos, le pese a quien le pese

Viernes, 24 de marzo 2023

En el verano de 1989, recién comenzada mi formación doctoral, se celebró en la Universidad de Alcalá, en el espléndido marco de la Universidad cisneriana y complutense- ésta sí, y no la otra que de complutense solo lleva el nombre- un curso sobre «Cohesión Económica y Social en el Marco de las Comunidades Europeas» en el que, entre los invitados estaba mi maestro- el profesor Calvo Ortega- de aquella, eurodiputado por el CDS y el también profesor Ramón Tamames.

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De aquel curso recuerdo varias cosas que, en aquél entonces, me llamaron poderosamente la atención y que con los años no he olvidado. La primera, la amabilidad y cercanía de aquellos ponentes que, como estudiante de doctorado, me hacían sentir «pequeña»- aunque yo no lo haya sido nunca- desde la impresión que uno tiene cuando es joven de no saber nada y de no tener ningún bagaje, a la vista de aquellas cabezas privilegiadas y sus lecciones magistrales. La segunda, la necesidad imperiosa de seguir el ejemplo de aquellos que, en aquél entonces, me parecían y me sigue pareciendo el mejor exponente de nuestro Estado Derecho.

Después de varias décadas, y habiendo conocido a lo largo del camino a muchos otros de aquella generación gloriosa- Miguel Herrero de Miñón, Manuel Fraga Iribarne, Fernando Ledesma, Juan Antonio Ortega Díaz Ambrona… entre otros- me reafirmo en n una expresión de Juan Antonio que hago mía: son y serán «sembradores de democracia»,- una democracia que de su mano germinó y dio los frutos esperados, abandonando durante décadas ese frentismo tan español que nos nace por los poros en cuanto nos descuidamos un poco y que tan tremendas consecuencias ha tenido y tiene para España.

Los urdidores de la Constitución de 1978, que entretejieron la España moderna que hemos conocido, adversarios (que no enemigos) y cómplices en su logro compartido, nos siguen dando lecciones a todos y enfrentándonos a nuestras propias miserias, a la peor de todas ellas: no haber sido capaces de mejorarles un ápice y no haber aprendido nada de todo aquello que nos enseñaron.

Y eso es precisamente lo que se escenificará hoy martes en el Congreso de los Diputados donde, bajo la forma de una moción de censura fallida -qué pena no ser capaces de hacerlo de otra manera- dejaremos al aire nuestras vergüenzas. Porque Ramón Tamames va a recordar dónde poner el punto de mira, qué nos debe importar y qué no, y que nuestra Nación y el bienestar de todos los españoles debe estar muy por encima de los intereses particulares y partidistas que han marcado esta legislatura.

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Mas allá de cómo se desarrollen los acontecimientos, no me digan que no les va a poner el vello de punta ver caminar a un Tamames casi nonagenario hacia lo que él mismo en su discurso denomina una de las últimas secuencias del propio guion de su vida, un esfuerzo titánico que- en sus propias palabras- será el «último tributo a los intereses actuales y futuros de España» y en el que tendrá la oportunidad de desgranar desde el escaño de Abascal- menuda paradoja- los motivos que le han llevado a aceptar este reto que, estoy segura, poco tienen que ver con las de Vox al habérselo ofrecido. Veremos si no se acaban arrepintiendo.

El otro día escuché divertida cómo contestaba el candidato al haberse filtrado el discurso que no pensaba cambiar nada… solo faltaba. Llegó a decir «que se enteren mejor, que se lo estudien». Reconozco aquí su versión de profesor. Razón no le falta.

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Porque más allá de la pantomima o del esperpento que algunos pintan, Tamames quiere que le escuchemos; que escuchemos lo que tiene que decirnos en su nombre y en el de tantos otros que ven- que vemos- con impotencia en lo que se ha convertido nuestro país que, en sus palabras, «se asemeja más a una moderna autocracia absorbente» que a una democracia plena, lo que, con toda lucidez hace que denuncie la demagogia y el populismo en el que nos hemos radicado.

Va a poner sobre la mesa, con la licencia que le da no solo su edad sino su reconocido bagaje, el necesario análisis político que demandan estos tiempos convulsos y todo ello desde una independencia de la que ha hecho alarde por activa y por pasiva los últimos días, y que amenaza con descolocar a más de uno.

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Por lo que he leído, va a expresar con claridad meridiana lo que muchos pensamos, que «en la Guerra Civil no hubo un lado bueno y otro malo»– nada bueno hay en una guerra - y que la historia no puede reescribirse a gusto de quien nos gobierna a partir de una Ley de Memoria Democrática- - que nada tiene de memoria ni de democrática- que solo está sirviendo para enfrentarnos de nuevo y arrumbar la Amnistía de 1977 y la Transición que tanto debe enorgullecernos.

También hablará de quienes «quieren romper España«, y de las premisas de los socios separatistas de este Gobierno que cuestionan la unidad de la Nación española y de la aberración del trato del castellano en Cataluña. Evidenciará Tamames en ese discurso que no piensa cambiar- ni falta que hace- por cómo está peligrando nuestra arquitectura constitucional que se tambalea horadando la separación de poderes con el ataque frontal al Poder judicial y con el sobreprotagonismo de un Ejecutivo que abusa hasta la saciedad de los Decretos Leyes - figura que nuestra Constitución reserva a situaciones de urgencia y necesidad- que se han concatenado en la legislatura de Sánchez para convertir la Ley en una rareza abocando a las cámaras a aprobar únicamente leyes cuestionables y cuestionadas que más valía que no hubieran aprobado. Según el texto que se filtrado Tamames reprochará al actual Gobierno haber creado inseguridad jurídica con su reforma del Código Penal, la Ley del «sí es sí», y otras tantas leyes que en opinión de quien se presenta como candidato y que comparto »son nocivas para el país«.

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Por no hablar de la parte económica de la que es un consumado especialista y en la que cuestiona la subida del Salario Mínimo Interprofesional desde la óptica de la pequeña y mediana empresa, y en la que evidencia el paro- por mucho que el Ejecutivo lo maquille- la ralentización de ritmo de crecimiento, la inflación, el aumento del IPC o el populismo ínsito en la propuesta de Podemos de topar los precios de al menos 20 productos básicos de la cesta de la compra…. En fin, que el discurso no va a tener desperdicio sobre todo porque, como decía mi padre, no hay peor cuña que la de la misma madera.

Pese a que podamos estar de acuerdo o no en uno, en varios o en todos los planteamientos de este insigne economista, lo cierto es que desgranará muchos de los problemas que asolan a nuestro país lo cuál nunca puede ser una victoria para Sánchez y sus socios, y mucho menos si quien hace tales críticas parte de posturas ideológicas afines. Así que cuidado con sacar pecho y ahondar en la chusca precampaña en la que tenemos afincados al Presidente del Gobierno y a sus Ministros que aprovechan cualquier oportunidad para machacarnos con afirmaciones prefabricadas por el mantenedor del ideario que le hizo decir a ayer mismo a la Ministra portavoz que el PP y Vox han firmado capitulaciones matrimoniales (lo del PSOE y Podemos debe ser una pareja de hecho…)

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El trasfondo es la necesidad imperiosa de convocar de forma urgente unas elecciones para que los ciudadanos en las urnas podamos decidir qué país queremos sin que se nos sigan imponiendo decisiones que se toman al ritmo de alargar una legislatura agónica y en la que la consigna es seguir gobernando hasta dónde podamos, le pese a quien le pese.

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