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Dicen que nada es más peligroso que la verdad en un mundo que miente. Es Ponferrada, es todo a la vez en todas partes. La vida berciana se parece demasiado a esa película surrealista que lo petó este año en los Oscar: hay mucho de todo, y poco tiene sentido. Mucho más que sexo, drogas y rock&roll en su caótico desorden para una ciudad, una comarca que es un mundo aparte. Quien vivió allí, lo sabe.
La campaña electoral amenaza con atorrarnos hasta mayo y lo único que les preocupa a algunos es salvar su culo. Nada nuevo. El desencanto con la política es generalizado, las cuentas no le salen a ningún partido, y de ahí que a nadie en ese ayuntamiento parezca importarle lo que ya era un secreto a voces: que Raquel Díaz sí había pedido ayuda, pero alguien se había encargado de silenciarla si un día se hartaba de que la molieran a palos. «Si llama, que nadie vaya a socorrerla», y así hicieron los que jamás pensaron que su película de terror acabaría como lo hizo, con algo parecido a un salvaje asesinato en vida.
Ahora que Ponferrada se deshace en homenajes a Nevenka Fernández, qué raro suena que nadie haya tenido tiempo para acordarse de Raquel Díaz. Ahora que hasta al Bergidum llega el calvario de la primera mujer que denunció a un alcalde por acoso sexual, cómo chirría que nadie se preocupe de otra paisana que padeció -y sigue padeciendo- el maldito olvido de todos, incluidos los «suyos».
Tan vergonzosa me parece la impunidad de alguno como los silencios endemoniados de tantos. Tan repugnantes son las declaraciones en sede judicial de alguno como los hermetismos y compadreos de quienes sabían y consintieron, de quienes agacharon el lomo para llevarse la palmadita, de quienes ahora lamentan que el pastel se vaya descubriendo.
Vale que nadie en Ponferrada y alredores pensó jamás que el final de esta historia infernal de Toreno sería el peor de los posibles, pero ahora… que cada palo aguante su vela. «Cada payaso, a su circo; y cada puta, a su burdel», dice La Corleone, y tiene toda la pinta de que será como auguraba mi amiga brava. También Raquel lo tiene claro: que caiga quien tenga que caer.
Va quedando clarito que un cacique de pueblo bien relacionado puede tener el poder casi sobrenatural de ir engatusando gañanes y tejiendo una red clientelar de la que luego ir cobrándose favores. Te doy esta obra, te paso las preguntas del examen, me vas contando los movimientos de tu jefa, ya coloco yo a tu hijo, tapa la boca a ese plumilla, te pago en B y así puedes seguir cobrando tu pensión de incapacidad…
Una maquiavélica cadena de favores que va salpicando en más sitios de los que se intuía. Sólo es cuestión de seguir tirando del hilo, porque seguimos: vecinos con mala memoria, agentes que no oían tantos ruidos, guardias sumisos que fueron adonde no era, algún juez agradecido que no se atrevió a firmar la orden pese a la flagrante realidad que vio de primeras una internista, una empresa que se debe a sus socios regionales y veta a quien cuente lo que hay que tapar, tibios varios que prefieren tragar a no salir en la foto de los pánfilos de turno en Madrid.
Como al final resulta que sólo los peces muertos siguen la corriente, como resulta que el hedor de lo que -por acción o por omisión- hicieron algunos era absolutamente insoportable, la cadena de favores se ha roto y el conchaveo está saltando por los aires. El miedo va remitiendo y hay lamentos por las esquinas, mientras otros no paran de cantar.
Aprendizajes de estas semanas: los que no hacían preguntas ya se sabían las respuestas, los tentáculos eran más largos de lo esperado, los mensajitos privados de los mansos dan casi más vergüenza que sus silencios, hay enfermedades (como la maldad, la estupidez, la ruindad y la incompetencia) que no tienen cura posible: que se vayan a la mierda, que ahí se encontrarán en su salsa.
Han pasado casi tres años desde que alguien reventó la vida de Raquel Díaz. Ahora parece que la fecha para enjuiciar a quien presuntamente intentó matar y rematar a esta mujer está al caer. El tipo se enfrentará a los cargos de tentativa de asesinato, malos tratos habituales, amenazas, coacciones y vejaciones injustas.
Parece que quienes desde el 27 de mayo de 2020 dieron por muerta a Raquel van a tenerlo jodido con su milagrosa resucitación. Quienes se burlaron de las «fabulaciones» van a flipar con tantos detalles en sede judicial. Quienes omitieron el deber de socorro cuando en 2018 llamó desesperada al 112 tendrán que inventarse una nueva película.
Arranca la primavera. Al fin huele a justicia. Me han regalado un llavero cachondísimo que dice 'Ten cuidado o acabarás en mi novela'. Cómo me gusta.
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