«Sostenella y no enmendalla»

Esta norma- insisto- es una chapuza descomunal, que encima parte de una premisa falsa que la Ministra de Igualdad repite como un mantra- convencida de que lo que mucho se repite cala al menos entre sus huestes-como lo es que el consentimiento es un invento suyo, consentimiento, por cierto, que ya era esencial en el Código Penal de 1995 y que, ni es idea suya, ni nadie lo quiere cuestionar.

Con esta propaganda orquestada con la que la Ministra Montero mitinea día sí, día también, contra lo que denomina en su Twitter como «la ofensiva contra la Ley «si es si», pretende soslayar el hecho palmario de que ha cometido una torpeza imperdonable que, en menos de cuatro meses, ha puesto en la calle con antelación o ha acortado sus condenas a más de cuatrocientos delincuentes sexuales. Ahí es nada.

Lo que comenzó por un goteo del que los medios afines informaban de soslayo, se ha convertido en una marea de indignidad que se esparce más cada día que pasa, cuando conocemos nuevos casos en los que a violadores, pederastas y agresores sexuales condenados les beneficia esta Ley del «solo sí es sí».

Mira que se le advirtió a la Ministra, antes de que se aprobara este bodrio, de que su modélica Ley iba a favorecer a estos sujetos; pero ella, nada, erre que erre con que se trataba de críticas procedentes de la propaganda machista que no es capaz de digerir la indiscutible labor que ella y su equipo ministerial están haciendo en favor de todas nosotras, las mujeres.

Lejos de atender aquellas advertencias razonables de expertos y juristas- que son los que saben de estas cosas- se embarcó en aprobar deprisa y corriendo una norma carente de técnica legislativa que obedece, como tantas de sus acciones, a la necesidad de gobernar a golpe de titular en redes sociales; una vez vendido políticamente, poco importan las consecuencias últimas de lo que pueda pasar- a la vista está- que siempre podrán atribuirse a terceros malintencionados y machistas. Se trata de sacar pecho y arrogarse logros que, por lo que estamos viendo, lejos de serlo, son el absoluto fracaso del sistema cuando está en manos de incapaces.

Solo un ataque de soberbia impide reconocer a esta Ministra el terrible error provocado por una Ley mal hecha que, con las prisas, no previó una disposición transitoria que hubiera evitado este lío; porque pese a la insistencia de UNIDAS PODEMOS, este desastre no es atribuible a los jueces, sino a la absoluta impericia del Ministerio de Igualdad y su titular, que han acabado favoreciendo a muchos indeseables que ven acortadas sus condenas de forma irreversible.

Y lo peor es que no cabe enmienda, no hay marcha atrás posible y todo porque la Ley entró en vigor sin estar pulida del todo, saltándose las cautelas mínimas que supone escuchar a los que saben. Resulta insólito ver cómo las propias feministas claman en sus foros señalando la necedad de quien, tras cometerlo, no quiere reconocer su error y se sigue escondiendo tras una supuesta mala praxis judicial cuando los jueces- y estoy segura que a su pesar- lo que hacen es aplicar el ordenamiento vigente.

Está claro que esta vez se les ha ido un poco la mano; y no lo digo yo sola, que lo reconoce incluso la parte socialista de este des-Gobierno que se muestra ahora dispuesta a reformar la ley- eso sí, porque le van las elecciones en ello- y remendar el fracaso del que es absolutamente partícipe; aunque sea de cara a la galería, ahora quieren mover ficha y remendar el desaguisado pero solo para no pagar el peaje político que va a suponer la indignación de las víctimas y de la propia sociedad que asiste anonadada a la excarcelación de tanto delincuente con una sensación de absoluta desprotección. Menudo papelón el del portavoz del Congreso que ha pasado en pocos días de defensor a ultranza de esta «magnífica Ley» a alinearse con la «derechona»… hay que tener mucho estómago.

Ahora que tampoco está el PSOE para tirar cohetes; veremos a cuántos se les acorta la pena, o a cuántos incluso excarcelan como consecuencia de la última modificación express del Código penal que ha eliminado los delitos de sedición y ha abaratado el coste de la malversación… otra juerga en ciernes.

Como se dice, «de esos barros, estos lodos».