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Manifestantes en Madrid. EFE
Respeto

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Miles de ganaderos, agricultores, productores, pescadores, cazadores y demás colectivos del sector primario de todo el país han salido a la calle pidiéndole al Gobierno central una sola cosa: respeto

Miércoles, 23 de marzo 2022, 09:18

Por mucho que la izquierda política y mediática intente hacernos creer que fuerzas espurias alientan el descontento social contra el Gobierno, lo que estamos viendo estos últimos días ha sido a transportistas clamando por llegar a fin de mes y a los que la ministra, lejos de escuchar, ha descalificado tratándoles como si fueran auténticos delincuentes lo que, pese a lo que a ella le gustaría , no deslegitima ni un ápice sus pretensiones, en absoluto. Un ejemplo de buen hacer en política y de mano izquierda, desde luego, que ha preferido buscar culpables a sentarse a escuchar. Lo mismo ocurre con las de nuestro mundo rural, representado el pasado domingo por miles de agricultores, ganaderos, productores, pescadores y cazadores que, llegados desde todos los rincones de España, advierten a golpe de marcha de la agonía de nuestros campos bajo la desidia gubernamental y mucha consigna ideológica pero ninguna solución, que la bajada de la luz o de los combustibles no se producirá antes del día 29 (y con suerte, que aún son capaces de alargarlo más). Para muchos será ya tarde.

Con planteamientos inconsistentes, quienes nos gobiernan han intentado descalificar las protestas legítimas de unos y otros, que no son, como quieren hacernos creer a golpe de fake news en las redes, señoritos pijos descontentos; ni mucho menos. Son gente normal y corriente, como yo, o como cualquiera de ustedes, que se indigna por no poder pagar sus facturas y clama por las injusticias que están sufriendo que, si no se corrigen, acabarán arruinándoles a todos, o mejor aún, acabarán arruinándonos a todos.

Y que vayan acostumbrándose. Porque esa gente normal y corriente también tiene el derecho, cuando se enfada, de echarse a la calle a protestar y a manifestarse, que los malestares varios, cada vez más acuciantes, no son solo patrimonio de los de siempre- sindicatos de izquierdas, socialistas, comunistas, antisistema o independentistas y similares, ahora bien calladitos, por cierto.

Invirtamos la ecuación y mostremos el evidente descontento de tantos sectores y de tanta gente buena y trabajadora que solo pretende salir adelante con su esfuerzo y que se siente maltratada por la inacción gubernamental; que se vayan habituando a tomar de su propia medicina, por mucha incomodidad que les genere y que, desde luego, les genera, a la vista de los exabruptos que han soltado algunos miembros del Gobierno.

El mundo rural se nos muere y tenemos todo el derecho, y hasta mejor dicho, la absoluta obligación de apoyarles; qué menos. Porque simboliza la España real, la de verdad, que aunque trabaja de sol a sol no llega a ver los frutos. Hombres y mujeres que, pese a deslomarse, ven con impotencia cómo les cuesta llevar el pan a sus familias ante la alocada subida de los costes de producción que hacen que sus explotaciones dejen de ser rentables.

Por eso hay que salir a pedir a este Gobierno que deje de ponerse de perfil y que, más pronto que tarde, atienda de una vez las justas reivindicaciones del sector primario como única posibilidad de garantizar el futuro de un medio rural que se desangra, que está desapareciendo por una despoblación de la que todo el mundo se llena la boca sin ofrecer soluciones claras que realmente impidan su progresión galopante.

Este pasado domingo, miles de ganaderos, agricultores, productores, pescadores, cazadores y demás colectivos del sector primario de todo el país han salido a la calle pidiéndole al Gobierno central una sola cosa: respeto. No más, pero tampoco menos.

Un respeto que merece el medio rural porque se lo ha ganado a pulso y con creces desde tiempos ancestrales, garantizando el abastecimiento de todos.

Un respeto que debe traducirse en el necesario apoyo institucional que facilite la continuidad del mundo rural y de las actividades que en él se desarrollan y que le sirven de sustento.

En esta época de gran adversidad, en la que está en juego la supervivencia de millones de hogares que viven de este sector primario que agoniza, ahora, más que nunca, necesitan de la solidaridad y de la ayuda de todos. Por esta razón el Gobierno no puede dilatar ni un segundo más la toma de las decisiones políticas que, bajo la forma de medidas fiscales claras o de ayudas directas, les faciliten la bajada de unos costes producción que siguen creciendo de forma exponencial- materias primas, carburantes, electricidad y ahora, con la guerra de Ucrania, también los piensos- y les permitan alcanzar unos «precios justos» que cubran dichos costes para seguir trabajando sin arruinarse.

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