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Repetición de cursos

ABRIENDO EL COMPÁS ·

«Repetir es y será siempre un tabú, y tripitir (porque cuando yo cursaba abundaba esa figura), es algo que en estos tiempos de uniformidad no podríamos ni citar»

Miércoles, 1 de diciembre 2021, 10:55

Uno de mis secretos mejor guardados es que llegué a ser un gran jugador de billar a tres bandas, el llamado francés. Durante muchos años, todos los viernes, sábados y domingos, echaba la tarde en un club deportivo que tenía dos mesas con dignos tapetes, ... y la compañía de dos amigos de mis padres que me permitían jugar con ellos. Tal era la afición, que una Navidad los Reyes me trajeron un taco profesional de madera de fresno. Por aquella época, el billar no sólo era el recurso de aquellos que hacían novillos, sino que gozaba de buena salud y los periódicos mostraban las partidas de Felipe González y el humorista José Luis Coll.

En el club recreativo éramos muy pocos los que invadíamos los billares, siempre había mesa libre y reconozco que fuimos un poco autodidactas.

Avelino era un gran profesor de Latín en un céntrico Instituto de León. Cuando fallaba una carambola facilona o la pifiaba, siempre decía aquello de: «Hoy los Dioses no están conmigo». Y José Enrique, introductor del término 'tumbanazo' para el golpeo seco y fuerte sin mucha pensada, daba clases de Literatura en la ULE.

Yo cursaba segundo de BUP, y en tercero tenía que decidir si estudiaba algo 'serio', es decir, si hacia letras puras o me metía en los famosos descafeinados que llamaban 'mixtas', término que solo debería ser válido para la ensalada.

Con esos antecedentes y aquellos influencers estaba claro que iba de cabeza hacia las letras puras. También ayudó bastante mi profesor de Latín, el genial Félix Fernández, un docente con mucho duende, que en los ratos libres gusta de dirigir obras de teatro. Los dueños de la cultura de ahora, lo definirían como un profesor multidisciplinar, dinámico e inclusivo.

El Gobierno plantea un bachillerato facilón y blando para nuestros jóvenes, que penaliza el esfuerzo. Uno de los grandes traumas de mi época escolar y ya no les digo de mi madre cuando se enfrentaba al vecindario como si fueran los Cebada Gago, era la famosa repetición de curso.

No evaluando y aprobando a todos por igual por aquello de que los chicos pueden coger un trauma, estamos otorgando el mismo valor al cero que al diez, y mandando un pésimo mensaje a nuestros hijos de cara al futuro.

Repetir es y será siempre un tabú, y tripitir (porque cuando yo cursaba abundaba esa figura), es algo que en estos tiempos de uniformidad no podríamos ni citar.

Recuerdo aquel experimento en el que juntaron a todos los repetidores y tripitidores de un curso en la misma aula. Innovación educativa de los noventa…

Este hipotético bachillerato de la felicidad, sumado a la eliminación de las lenguas clásicas y a todo lo que huela a humanidades choca contra todos los principios y es ofensivo que lleve la etiqueta de Educación

Mi madre, una maestra vocacional, algún verano se anunció en un periódico ofreciéndose como profesora particular para aquellos que se veían todo el verano pringando en casa. Recuerdo que una madre llamó para preguntar si era profesora nativa de Latín. Desconozco la respuesta de mi madre y si realmente pudo articular palabra, pero yo les aseguro que ante tal pregunta y nivel hubiera mentido como un concejal.

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