Secciones
Servicios
Destacamos
He tomado prestado el título de un libro publicado en 1900 por La Liga Nacional de Productores, liderada por Joaquín Costa. Como hemos estudiado en el colegio, el desastre del 98 fue el detonante para que los que proponían soluciones a la grave crisis ... que sufría España reforzasen sus esfuerzos regeneracionistas. Aunque han pasado 120 años, la lectura de sus escritos permite comprobar la vigencia de muchos de ellos. Cierto es que algunas de sus propuestas se han ido incorporando a la acción política durante el siglo XX con éxito dispar, pero muchos de sus planteamientos siguen mereciendo atención con las oportunas actualizaciones. El desastre del 2020, esta vez de carácter global, también está provocando que numerosas organizaciones e individuos hagan diagnósticos y propongan soluciones a la crisis que sufrimos. Informes de «think tanks», libros de afamados economistas, sociólogos y politólogos, todos están nutriendo el neoregeneracionismo del siglo XXI. Sin embargo, las recetas universales no sirven para todos los pacientes pues, aunque se compartan síntomas, no todos tienen las mismas enfermedades. Y si España necesita sus propias reformas, provincias como León necesitan un tratamiento integral: reconstrucción, reconstitución, recuperación, regeneración, reinvención y todos las «res» que el avisado lector quiera reunir.
Uno de los últimos informes con propuestas es el elaborado por el Real Instituto Elcano, titulado ¿Recuperación o metamorfosis? Un plan de transformación económica para España. Al hilo de sus recomendaciones, quisiera compartir alguna reflexión, enfocada al entorno geográfico de este periódico, aunque pudieran ser aplicables a otros territorios.
Una de las ideas nucleares del informe es que se «deberá lograr un contexto político de consenso para transformar el modelo productivo español dentro del marco europeo, cambiando el centro de debate desde la «recuperación» a la «transformación». ¡Ahí es nada!: (1) consenso político; (2) en Europa; y (3) para transformar el modelo productivo, no solo recuperarlo. No sé que tarea es más complicada. La primera se me antoja muy difícil. Tenemos que poner a los políticos de acuerdo para que consensuen la transformación integral de nuestra economía, unos políticos que no nos ponemos de acuerdo ni para renovar a la directora de la televisión pública o para definir de qué color hay que pintar las calles de tu ciudad. Hace un siglo, los regeneracionistas también veían en el sistema de partidos políticos, con sus clientelismos, parasitismos, caciquismos y resto de ismos, una de las causas principales de la crisis. No hay duda de que los partidos políticos siguen siendo un problema en España; pero no porque no hayan cambiado los políticos, sino porque no hemos cambiado los españoles. Ni los españoles ni los leoneses, por cierto. Dejémoslo aquí.
El referente europeo es algo que España no puede perder, lo dice el Instituto Elcano y ya lo dijo Joaquín Costa, ante el Rector Unamuno en Salamanca, en 1901, que empezó así su discurso Crisis política de España: «El problema fundamental nuestro a la hora de ahora, y desde hace largos años —siglos quizá,— puede encerrarse en esta fórmula «Nivelarnos con Europa, en lo físico lo mismo que en lo espiritual; que el español se eleve de la condición de avasallado a la dignidad de hombre, que alcance la plenitud de la libertad, así política, moral, o dicho de otro modo: que deje de padecer hambre, hambre de pan, hambre de instrucción, hambre de justicia, estos tres coeficientes necesarios de la libertad». Y, si bien, mucho se ha andado, muchos seguimos mirando hoy a Europa y a sus fondos de recuperación, que nos ayuden a salir de la crisis. Pero el informe del Instituto Elcano nos advierte que se «deberá garantizar que los fondos europeos generen el mayor impacto económico y social posible, mejorando el entorno de ejecución y gestión, priorizando inversiones, y consolidando una cartera de proyectos con la suficiente calidad y la asistencia técnica imprescindible». Dicho en términos que los leoneses entendemos bien: no se deben cometer los errores de los fondos MINER, dilapidados en proyectos mal diseñados y sin ningún control ni fiscalización.
Nuestra provincia debe asumir que debe emplear todos los fondos que lleguen para transformar nuestro sistema productivo, no para subvencionar lo existente. Si creemos que haciendo lo mismo, pero subvencionado, vamos a salir de la crisis, estamos en un grave error. Tampoco nos sacarán de la crisis una o dos multinacionales atraídas a un polígono industrial por ayudas millonarias. Cambiar el sistema productivo de León es reinventar León desde dentro, desde abajo; replantearse lo que hacemos en todos y cada uno de los pueblos de León, en las explotaciones agrícolas, en las cooperativas, en todas las empresas, sean pequeñas, medianas o grandes. Pero también hay que repensar la acción y la propia existencia de todas y cada una de las Administraciones públicas, desde las pequeñas juntas vecinales, pasando por los ayuntamientos, mancomunidades, comarca o diputación, hasta llegar a la administración autonómica, que debe hacer un severo ejercicio de evaluación de la eficacia de sus políticas en determinados territorios.
Estamos ante tiempos nuevos, con nuevos retos, y hay instituciones que no están preparadas para afrontarlos; o se adaptan o desaparecerán, y con ellas nuestro futuro. El sector privado, las empresas y los autónomos, saben que o se adaptan o desaparecen. Sin embargo, el sector público ni siquiera se plantea adaptación alguna. León ha sufrido reconversiones traumáticas en el sector privado, pero ninguna en el público, responsable en gran medida de nuestra falta de desarrollo. Han desaparecido empresas mineras e industriales, se han fusionado bancos, se han deslocalizado fábricas, cerrado sucursales, pero cada vez que se habla de reestructurar o modernizar la Administración, lo único que se hace es crear nuevos entes, nuevos niveles administrativos, sin eliminar ninguno. Y así nos va. Aunque aprobemos normas para simplificar trámites, no hay administraciones capaces de tramitarlos digitalmente. Se da la paradoja que ni siquiera hay ni funcionarios para muchos ayuntamientos y juntas vecinales. En unas sobran empleados públicos y, en otras faltan; pero no se te ocurra plantear reformas que suponga la supresión de algún cargo público, que enseguida te tachan de antidemocrático. Sin embargo, debemos percatarnos de que, en esta imprescindible reforma administrativa, la transformación digital debe servir para fortalecer las capacidades de las administraciones públicas en su conjunto.
Enlazando con este tema, el Instituto Elcano tiene una cosa clara, y es que el proceso de reconstrucción de la economía española tras el coronavirus requiere dedicar políticas publicas y recursos para acelerar la transición digital y energética. La revolución digital creará más oportunidades de crecimiento, empleo e inversión cuantas mayores sean las facilidades para acceder a las innovaciones para empresas, trabajadores, consumidores y sector público; nótese que en este ámbito nuestra provincia tiene un retraso brutal. También hay una observación con un claro interés para León y es que el uso de nuevas tecnologías y la digitalización del sector agrícola es un campo todavía por explotar. Dentro de este sector agrícola yo añadiría el sector forestal, de gran importancia en nuestra provincia, en gran parte en manos públicas. Los bosques de León deben desarrollar todo su potencial no sólo en la prestación de servicios ecosistémicos, sino también en potenciar la economía de nuestros pueblos con una mejor gestión, en la que la digitalización resulta imprescindible. Y esta informatización de los datos debe servir para que una adecuada planificación de los recursos, para que, por ejemplo, no entren en conflicto los usos agrícolas, algunos tan emblemáticos como el lúpulo, con los forestales.
Un último apunte que tiene que ver con la ineludible elección de los proyectos más adecuados a desarrollar en León. Creo que ya nadie duda que el futuro o es verde, sostenible, o no existe. Por esta exigencia, un atisbo de esperanza brilla en León cuando, por vez primera, empiezan a estar biólogos al frente de organizaciones que van a ser esenciales en el diseño del futuro de León. Lo que sí espero es que cuando dentro de un siglo se estudie cómo salimos de la crisis del 2020, en los manuales se pueda leer que finalmente los españoles alcanzamos los anhelos de los regeneracionistas del 98 y que no solo nos nivelamos con Europa, sino que la superamos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.