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Profecía, adivinación y demoscopia

No sé si ustedes tendrán la sensación de permanente campaña electoral en la que llevo yo instalado dos décadas por lo menos

Eduardo Fernández

Jueves, 30 de diciembre 2021, 10:40

Nos ha caído encima otra campaña electoral. No sé si ustedes tendrán la sensación de permanente campaña electoral en la que llevo yo instalado dos décadas por lo menos. Parece que no hemos terminado unas elecciones y nos estamos enfrentando a las siguientes.

Y dentro ... de esa gran maldición bíblica perenne en que consiste la campaña electoral permanente en que se ha convertido la política española, acechan de nuevo las encuestas preelectorales para las elecciones autonómicas en Castilla y León. Va a resultar interesante, una vez más, contrastar las grandes líneas de las encuestas del próximo mes con el resultado real de las urnas. Las confrontaciones electorales más recientes no han servido precisamente para mejorar y afinar los instrumentos estadísticos de las empresas demoscópicas, sino para demostrar hasta qué punto son capaces de empecinarse en un patinazo mayor que el anterior al pronosticar los resultados. Por supuesto, la medalla de oro a este respecto se la lleva el CIS, y no precisamente porque carezca de experiencia ni de profesionales preparados para estos avatares. Lo que pasa es que en eso que se ha venido a denominar cocina de las encuestas, que en el Centro de Investigaciones Sociológicas que pagamos todos los españoles con nuestros impuestos se ha trasladado de las dependencias técnicas a la jefatura política, hay más enjuagues con reducciones de hidrógeno que en cuatro estrellas michelín de la nouvelle cuisine. Lo que pasa es que la reducción se la aplican siempre a los opositores al sanchismo, y así no hay manera de que acierten, como les pasó en las autonómicas madrileñas, en las que Ayuso suspendía en gestión estrepitosamente, Gabilondo era más simpático y mejor valorado, la izquierda saldría triunfante y hasta se repartieron los puestos y resulta que la derecha ganó hasta en Vallecas, que es lo que pasa cuando cambias el relato a medio cuento, o el relato y la vivienda para irte a casa con piscinita en Galapagar, y se te enerva el electorado, tía mogollón de peña que diría la ministra Montero.

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