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Por mucho que el trabajo acumulado, la depresión posvacacional y el retorno de la lluvia parezcan lanzarles otro mensaje a todos esos aficionados a la literatura que durante el resto del año padecen el gran mal de nuestros días –la falta de tiempo–, los libros ... no son sólo para el verano. Con el fin periodo estival se alejan también las tardes de tumbona; pero, a cambio, vuelven las noches sin dormir. Para los que tenemos problemas para conciliar el sueño, los libros pueden ser un remedio natural contra la vigilia no deseada. Sin embargo, algunos tienen tal poder estimulante que no son aptos para su lectura bajo el edredón.
En este sentido, 'Insomnio', la primera novela del guionista Daniel Martín Serrano, es cualquier cosa salvo un medicamento contra su propio título. Con esa clase de pericia narrativa que sólo otorga el oficio, el libro se aprovecha de los fantasmas de una capital en decadencia para enmarcar un relato negro muy sólido desde el punto de vista argumental, pero de una sorprendente fluidez en lo referente al estilo. Su prosa, que resulta adictiva por su agilidad y su desnudez de artificios superfluos, es el resultado de una combinación que casi siempre gana: un talento innato en los oídos y un sentido de la empatía bien entrenado.
Háganme un favor: no lean a Martín Serrano por la noche. No cedan a la tentación. Soy consciente de que es una petición difícil, pero deben resistir. Les prometo que es por su propio bien. Sacrifiquen ratos muertos de su jornada laboral, sáquenlo en el autobús o alarguen sus visitas al excusado, pero no lo apoyen nunca sobre la almohada o sucumbirán al insomnio. A no ser, claro está, que tengan un buen motivo para permanecer despiertos.
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