Preparando el invierno de Putin

Lo cierto es que con la nueva dirección, el PP sigue incumpliendo la Constitución y practicando el secuestro del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional. El bloqueo es responsable de 14 vacantes sin cubrir en el Tribunal Supremo y de varias decenas en otros tribunales inferiores, con el consiguiente deterioro y ralentización del funcionamiento judicial. Las derechas ya no saben que excusa inventar después de más de tres años de retraso y de las continuas llamadas al orden por parte de los organismos europeos. Anomalía que le ha costado a España una devaluación en las clasificaciones sobre la calidad y el prestigio de nuestra democracia. La razón de fondo es que llevan todo ese tiempo con la pretensión de «echar» a Sánchez del Gobierno —como dice todos los días el mariachi mediático de las derechas— para a continuación, con otras mayorías parlamentarias, exigir al PSOE que pacte la renovación de los órganos pendientes sin perder un minuto más. El espíritu antidemocrático se revela con toda su crudeza en el concepto «echar a Sánchez» (antes dijeron lo mismo de Felipe González y de Zapatero) porque revela una inquina que no tiene nada que ver con la legítima y natural pretensión de ganar las próximas elecciones. El sectarismo del PP y la insumisión constitucional se ha contagiado a los propios componentes y candidatos judiciales que se vetan unos a otros y confunden cumplir la Constitución con acatar los deseos del Gobierno. El resultado final de este bloqueo es, según el maestro de juristas y ex presidente del Consejo de Estado, Tomás de la Quadra-Salcedo (Las palabras y las cosas), «una especie de golpe de Estado institucional».

El invierno se acerca lleno de dificultades económicas para toda la Unión Europea sometida al chantaje gasístico de Putin y a la inflación desbocada que se inició en los precios energéticos. Finalmente parece que toda la Unión imitará la «excepción ibérica» y optará por topar los precios del gas. Otra iniciativa de Sánchez y Costa que nos está librando de incrementos aún mayores. No hay duda de que los próximos tiempos serán difíciles, pero no existen actualmente motivos para adivinar catástrofes como se empeñan en anunciar las derechas y sus medios de comunicación que se regodean por adelantado en lo mal que lo vamos a pasar por culpa de Sánchez. Como todo el mundo sabe no hay mejor manera de conseguir una recesión económica que anunciarla reiteradamente. Se trata de uno de los clásicos ejemplos de profecía autocumplida. En cualquier caso, hasta ahora, para desesperación de las derechas, todos los organismos internacionales pronostican un moderado crecimiento de la economía española a pesar de la inflación. Tampoco ha resultado apocalíptica la aprobación de un impuesto sobre los beneficios extraordinarios de la banca y las energéticas, según amenazaban el PP y sus ayatolás periodísticos. Para acabar de romper los esquemas, la economía norteamericana no para de crear empleo y tiene grandes dificultades para cubrir los puestos de trabajo vacantes, lo que hace poco verosímil una gran crisis económica como la de 2008 que tanto anhelan algunos.

El mayor peligro inmediato está en Italia donde es posible una victoria de la coalición encabezada por la extrema derecha en las próximas elecciones. Si se cumpliera el pronóstico, sería otro aliado para Putin mucho más importante que la Hungría de Orban. Pero, sobre todo, sería un precedente nefasto para el resto de Europa.