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El alcalde de León, José Antonio Diez.
Me estoy perdiendo algo en Catar

Me estoy perdiendo algo en Catar

Cuando la progresía que nos da lecciones a todos ya antes del desayuno se pirra por este tipo de Estados, pienso si me he perdido algo

Eduardo Fernández

León

Miércoles, 8 de febrero 2023, 16:25

Cuando la caverna ultramontana y homófoba está encantada con países como Catar, que son modelos de calidad democrática y de respeto a los derechos humanos internacionalmente reconocidos, lo pillo. Les puede la homofobia y el machismo. Pero cuando la progresía que nos da lecciones a ... todos ya antes del desayuno se pirra por este tipo de Estados, pienso si me he perdido algo. Igual es que las teocracias islámicas del Oriente Próximo se han transmutado al estilo de la democracia cubana o china, y por eso son tan aceptables para esa parte de la izquierda que reparte carnets de demócrata en España, pero se mimetiza con la pared ante la limitación de las libertades fundamentales allí.

No se me pasa inadvertida, con cierta perplejidad que les confieso porque la inconsistencia del personal es estratosférica, que opciones políticas que por la derecha extrema hacen gala de la islamofobia cada vez que pueden, a la vez son tan comprensivas con las intolerancias islámicas hacia determinados comportamientos, normalizados en las verdaderas democracias y proscritos donde mandan emires, sultanes o ayatolás, y menos mal que no mandan califas. Pero la peña puede hacer con su incoherencia ideológica lo que le plazca, claro, y lo mismo se encandilan con las interpretaciones islamistas más radicales, o al menos más rigoristas cuando persiguen la homofobia o mandan a las mujeres a la cocina y no a la universidad, que a la vez no quieren ver un hijab por las calles del Crucero. Ya me he acostumbrado a tales incongruencias. Pero que participen de ellas los gurús y faros del pensamiento igualitario occidental como los socialistas leoneses me intranquiliza, porque me debo de perder algo.

A ver, si nos parece bien el blanqueo de los radicales porque compren clubes de fútbol, fragatas de Navantia o anuncien -que ya veremos- cuantiosisimísimas inversiones en León, por lo menos que no nos den la turra con lo de la igualdad, el respeto de género, los derechos humanos y su defensa universal del progresismo político. Eso se lo acepto a los y las (ven como yo también soy inclusivo) que mantienen el mismo discurso en cualquier lugar, cultura, religión e interlocutor. Pero buscar el aplauso fácil no vale, colegas progres.

Yo, que soy un conservador clásico, creo que hay que respetar los principios y valores fundamentales del título I de nuestra Constitución con igualdad de empeño y circunstancia, y no en función de que los conculcadores me caigan mejor o peor, sean de una parte u otra del espectro político o de un sexo determinado. Creo que las tristes evidencias empíricas demuestran que España tiene un problema serio y aun no resuelto desgraciadamente de violencia de género, en el ámbito doméstico y fuera de él, estadísticamente mayoritario, con mucho, de hombres hacia mujeres, pero también en las varias combinaciones y permutaciones alternativas que el género y las identidades trans y no trans posibilitan. Y el que lo niegue, que me acompañe cuando todas las semanas voy al Centro Penitenciario de Mansilla como tutor de la UNED y vea si hay o no internos condenados por ese problema de violencia sexual que solo los necios niegan, que es manifestación de que persisten brechas de género aún pendientes, y que espero que la próxima generación de leoneses (leonesas y leonesos) consiga cerrar. Pero claro, la contraproducente tostada que nos dan los encantados con Catar cuando llegan los días internacionales de todo lo femenino, mientras se normaliza rendir pleitesía a los sátrapas que tiñen de religiosidad lo que no es más que una ancestral práctica de machismo, ya que la aguante el emir.

Miren, lo que tenemos los conservadores clásicos es que tenemos una visión profundamente realista de las relaciones internacionales, en particular de las económicas. Lo de la escuela realista frente a la idealista en relaciones internacionales es para iniciados, lo sé, pero básicamente, no nos dejamos llevar por ñoñerías sobre la bondad universal del género humano y el buenismo de una izquierda que creía en la fraternidad del internacionalismo socialista. Por si había alguna duda, lo de Putin en Ucrania y el amor que mutuamente se profesan los chiíes iraníes y los sunníes wahabitas que mandan respectivamente en Irán y Arabia Saudita nos lo simplifica. Yo creo que hay que dejarse de monsergas y buscar descarnadamente una mejor posición política y económica de España y de León en el mundo. Y que, si implica vender fragatas a los saudíes o hacerles la rosca a los cataríes, pues a ello.

Habrán percibido los que me sigan que nunca me refiero al alcalde, que es tipo que me cae tan personalmente bien como políticamente mal, después de habernos encajado mutuamente algunas puyas en tertulia radiofónica. No lo votaría en mi vida y no participo en lo de dividir, porque cada vez que le oigo hablar de su León percibo que en él no tendría cabida mi Bierzo. Dejo aparte lo del asunto del viaje conyugal, que se deberá aclarar en la instancia correspondiente municipal y que no es de mi incumbencia. Pero la gente, hastiada de las cosas de los políticos, percibe mal eso de ir tan acompañado y obcecarse en no verlo es querer negar la evidencia; cuando tienes que dedicar más tiempo a explicar lo que has hecho que a hacerlo, mejor no hacerlo.

Pero a mí esta otra me parece la principal crítica que hay que hacerle al alcalde de León, al que espero para medir en euritos los logros del viaje, pero sobre todo le espero el próximo día internacional de la mujer trabajadora en la manifestación que se organice en las calles de Catar y no en las de León, que aquí todo es más fácil y nos vuelven a dar lecciones de idealismo a todos.

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