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Decir que el terrorismo es una herida que aún no ha terminado de cicatrizar en nuestro país suena a lugar común, pero no por ser un tópico deja de ser cierto. Para muestra, un botón: basta asomarse al revuelo que se ha formado en Twitter ... a colación del cartel que HBO ha utilizado para promocionar la serie basada en la novela 'Patria', de Fernando Aramburu. En él aparecen dos fotografías: a la izquierda, el dolor inmenso, brillante, inocente y público de una mujer cuyo marido acaba de ser asesinado en un atentado que encarna la injusticia y el espanto del terrorismo; a la derecha, el dolor silente, oscuro, culpable y privado de un hombre que debe sumar a su vergüenza y a su condena la también injusta violencia institucional.
Me sorprende que tanta gente interprete que colocar ambas imágenes juntas y al mismo tamaño es algo así como el equivalente gráfico de justificar el terrorismo, porque la energía comunicativa de las dos fotografías no podría ser más distinta. También me cuesta comprender que muchas de las personas que –como yo misma, como cualquiera con dos dedos de frente– condenan sin paliativos y con vehemencia los crímenes de ETA sean incapaces, al mismo tiempo, de rechazar cualquier tipo de violación de derechos humanos por parte de una policía que actúa en nombre de todos. La mejor síntesis la he hallado en este tuit del escritor Miguel Barrero: «Contar que se torturó a terroristas –en Euskadi o en Guantánamo– no te convierte en cómplice del terrorismo, del mismo modo que decir que la bomba de Hiroshima fue una bestialidad no te convierte en filonazi.». El libro es cristalino. Habrá que comprobar, viéndola y no sólo juzgando el cartel, si la serie también lo es.
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