Lo peor no es la crisis sanitaria. Lo peor es la otra pandemia. La que se asienta en el peor virus posible, una mezcla de radicalidad, zanganismo, falta de formación y de principios, que se detecta en los borregos irresponsables que salen a ... nuestras calles para provocar graves disturbios, saqueos, destrozos de mobiliario urbano y de los bienes privados… en definitiva, alteración del orden público que nos garantiza vivir en un Estado de Derecho, que se preocupan de defender nuestras Fuerzas y Cuerpos de seguridad para la tranquilidad de todos.

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Y lo que me parece más alucinante es que los protagonistas de estos hechos- auténticas joyas- entre desmán y desmán en forma de adoquín o de cualquier otro instrumento que les permita ejercer la violencia contra nuestros policías, se autodenominan, ahí es nada, «antifascistas» y dicen estar defendiendo «el derecho a la libertad de expresión»- madre mía- de un sujeto que hasta la fecha no me había interesado nada pero que, consecuencia de todo lo que ha pasado estos días ha conseguido, lo reconozco, que haya querido ponerme y ponerles a todos ustedes al día de sus hazañas.

Veamos los méritos, meritísimos del delincuente- que no artista- alias Pablo Hasél, ídolo de las turbas ensoberbecidas y furibundas que han salido al caer la tarde a las calles de nuestras ciudades, llevándonos a las televisiones de todo el mundo- menudo orgullo- a ver si aclarando algunas cosas consigo que algún imbécil sectario que se ha posicionado a favor de este energúmeno y en contra de la policía, se avergüence, reconduzca y, de paso, ordene prioridades.

Pues bien, este sujeto al que, paradójicamente y pese a su afición a las Universidades, no se le conoce estudio (ni trabajo) alguno, comenzó a cobrar notoriedad por rapear y tuitear consignas a favor del terrorismo de ETA y de los GRAPO, y los regímenes comunistas y en contra de nuestra monarquía, de las mujeres- o «zorras», como nos llama habitualmente- (atentas feministas radicales defensoras de esta prenda), de los judíos, de los jueces, de los periodistas, de los políticos y policías - a quienes desea un tiro en la nuca- y del sursuncorda, lo que le ha valido para ser condenado por enaltecimiento del terrorismo e injurias a la Corona.

Pero eso es lo de menos. Porque este tipejo, modelo de demócrata intachable, sin estar siquiera matriculado en la Universidad, se puso con entusiasmo al frente de la campaña que pedía la expulsión de la profesora Inma Manso, por cierto, una mujer estupenda con la que coincidí en 2016 porque era la Subdelegada del Gobierno en la provincia de Lérida, motivo exclusivo por el que sindicato independentista de estudiantes- verdadero ejemplo de canallismo estudiantil- quería sacarla del Claustro universitario leridano. Para ello, con Hasél al frente, el rapero malote, se atrincheraron en el Rectorado.

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Aquí empieza el mito de este ser sin oficio ni beneficio, fraguado en condenas anteriores por su vomitiva verborrea en redes sociales. Con todo, y no contento con ello, tras aquel episodio agredió a un cámara de TV3, pero no un puñetazo o similar no, que es lo que hace el común de los mortales cuando se cabrea… que le arrojó líquido abrasivo por la cabeza, barbaridad por la que le condenaron, yo creo que generosamente, solo a seis meses.

Pero hete aquí que no terminan las hazañas del héroe raperil porque después amenazó de muerte e intentó pegar al testigo de un juicio contra un agente de la Guardia Urbana al que se acusaba de haber agredido a un menor, otra joyita antisistema que andaba por Lérida con el rapero, y todo porque según él el agente había pegado a la criatura, extremo que el testigo desmintió. Vaya ocurrencia, llevar la contraria a este ídolo de masas que, lógicamente, le demostró su malestar después del juicio, presentándose con un perro en la terraza de un bar para pegarle, entre amenazas de muerte, suceso por el que la Audiencia de Lérida ratificó una condena de dos años y seis meses, en medio de todo este lío.

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Todos los hechos que acabo de relatar, y que pueden verse en cualquier reseña biográfica de Hasél, son, sin lugar a dudas, el ejercicio del derecho de la libertad de expresión en toda regla (de la de este energúmeno) que los violentos «antifascistas» han querido defender a capa y espada, y que algún otro «tonto» cuya profesión le da cierta notoriedad, ha salido a apoyar en tromba, dando crédito a esa especie de mantra que recorre las redes sociales (de las que en general solo se leen los titulares porque dos renglones seguidos es demasiado esfuerzo intelectual) de que a este tío se le mete en la cárcel solo por rapear. En el caso que nos ocupa, lo de la actividad musical del sociópata Hasél es una anécdota.

Pero lo que me deja realmente ojiplática es que los altercados y desmanes varios provocados por unos pocos por la merecida entrada en prisión de este delincuente, se jaleen por quienes nos cogobiernan que, no contentos con justificar e incitar a los violentos coreando tuits de Echenique del estilo: «Todo mi apoyo a jóvenes antifascistas que están pidiendo justicia y libertad»- vaya con el menda- proponen una vergonzosa reforma legal express,(si, si, de esas que para los casos y las cosas importantes nunca son posibles), con el fin de evitar que este dechado de virtudes vaya a la cárcel. Y eso sin entrar a hablar de la cacareada petición de indulto de Podemos, partido alineado con las turbas que asolan nuestras ciudades y que, insisto, está cogobernando nuestro país. Vamos que si yo fuera del PSOE (que ya saben que no), me hago el «harakiri».

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Y todo ello con el silencio cómplice- o la voz muy bajita, muy bajita- del resto del Gobierno que debería sacudirse de una vez los complejos y salir en defensa del buen uso de nuestros derechos y libertades, pero de los de todos.

Así que nada, a ver si sale otra vacuna capaz de inocular sentido común a tanto niñato mal criado, a tanto sinvergüenza, a tanto delincuente y a tanto «tonto»…. la otra pandemia.

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