De vez en cuando me preguntan si echo de menos la política. En absoluto, oigan, desde luego no la política orgánica, y ni siquiera la institucional. Siempre he creído que hay que saber llegar a los sitios, pero sobre todo saber irse. Sin mirar atrás, ... que eso produce una melancolía mortal. Dejar la política en el camino de que la política me dejara a mí me ha evitado disgustos en primera fila. Pablo Casado dejó al PP como Varo a las legiones de Augusto, o sea, entre piltrafilla y anonadado. Y ahora a remar a lo bestia. Sin duda lo de ahora es otra cosa y eso es mucho mejor para el PP y bueno para la política y para España, se participe o no de sus ideas. El recorrido electoral está por ver en esta época de turbo política, volatilidad, atomización y sobre todo mucha mucha polarización.
Publicidad
En los primeros meses de 2017 yo estaba de salida en la presidencia provincial del PP de León. Pasé el esperpéntico proceso interno de preparación de las primarias autonómicas y el ejercicio de libertad de las propias primarias. Cuando yo estudié Ciencias Políticas tuve una asignatura dedicada por entero a los partidos políticos, con una cruz imposible de olvidar, el peñazo del libro de Cotarelo, que lo mismo te endilgaba un manual sobre partidos políticos que defendía al PSOE de la corrupción andaluza y el terrorismo de Estado que pasaba a ser luego ideólogo de Podemos y a continuación a poner a estos a parir para defender a los indepes catalanes.
¿Por qué les cuento esto? porque los que tuvimos que sufrir el manual de Cotarelo nos reconciliamos con la asignatura de partidos políticos gracias al manual del profesor Sartori sobre los modelos de partidos. Partidos políticos hay en España 5000, por lo que no solo se diferencian los partidos, sino los modelos. El PP era un partido de modelo diferente al de las primarias, con la misma legitimidad interna o falta de ella que cualquier otro, hubiera o no primarias abiertas, semicerradas, semiclandestinas o trucadas como las iniciales de la izquierda. Al militante de toda la vida del PP, partido presidencialista por antonomasia donde no hay tutelas ni tutías que decía Fraga, se le hizo todo un lío al copiar el sistema de primarias de otros. A los que, que por cierto, también les daba problemas con gente que ganó las primarias y no llegó nunca a candidato, porque se los cargó el aparato de turno.
En ese escenario se produjeron las primarias autonómicas y en un partido que decía que tenía más de 13.000 afiliados, estaban al corriente de pago poco más de 600 en la provincia de León. Recuerdo perfectamente mi primera Junta directiva provincial como presidente cuando dije que había que depurar el censo y me pusieron a escurrir porque lo importante no era tener afiliados que pagaran, sino más censo que los demás partidos. En los años 80 AP tenía muchos más militantes que el PSOE en la provincia de León, y muchísimos menos votos. Parecía que todos los de derechas se afiliaban, pero nadie más que los que se afiliaban votaba.
Sobre ese modelo trasnochado de partido se aceptaron las primarias en el PP. Y resultó que un detalle, como estar al corriente de pago, que antes no tenía tanta incidencia, determinaba todo. Cuando concurre un solo candidato, pues como siempre; cuando hay más de uno, pues lío. Ahora dice el Tribunal de Cuentas –cuidadito con los que presumen, porque el Tribunal de Cuentas le saca los colores a todos los partidos– que en el año 2017 hubo tres tipos que pagaron las afiliaciones por otros. Y digo yo que no será tan difícil que el Partido Popular sepa quiénes eran. Si nos hemos enterado por la prensa hasta la cuantía de las 97 cuotas en entredicho y el número de afiliados por los que pagaron, dos pagaron por 13 afiliados y otro por 39. En esta política inmediata en la que las noticias y las redes sociales te crujen en un día, mirar para otro lado durante un montón de días a ver si escampa y nadie se da por aludido es un suicidio, que además no resuelve nada, porque te aboca a seguir dando explicaciones a destiempo y con la opinión pública en contra. Y deja sospechas sobre personas que participaron en las primarias que no tuvieron que ver con esas prácticas, que de eso estoy convencido. Así que nada, que sigan esperando a que nos enteremos por Leonoticias.
Publicidad
Lo primero que resalta es que se dice que fue para regularizar afiliados para las votaciones de las primarias autonómicas. Como las cuentas que van al TCU son anuales, yo no lo tengo tan claro aún hasta que nos diga quiénes hicieron esos ingresos y lo que es más importante, cuándo. Porque en ese año 2017 se eligió a Mañueco presidente autonómico, a Martínez Majo presidente provincial y se eligieron luego presidentes locales y comarcales, y en cada uno de esos procesos hubo la posibilidad de ponerse al día pagando las cuotas atrasadas de afiliación.
Más allá de ver hasta qué punto esa irregularidad se subsume en el tipo penal de la financiación ilegal, que afortunadamente lo dará hecho un órgano judicial, es incontrovertible que algunos creen que el mandato del art. 8.2 de la Ley de Financiación de Partidos Políticos es un adorno. Y alguno de ustedes, perspicaces lectores, dirá, ¿pero no era usted presidente provincial del partido para haberse dado cuenta? Culpa in vigilando, seguro. Ni siquiera les voy a decir que estatutariamente no es cosa del presidente y que no tenía, como es debido para preservar la protección de datos, ni clave de acceso al programa de gestión de afiliados. Eso parecería quitarse el tema de encima con un tecnicismo. Tampoco abundaré mucho en lo que hizo el Comité Organizador del Congreso, y lo que no permitieron hacer al partido provincial, que para mí lo llevo guardado desde entonces, porque se dio a León un trato, digamos diferente.
Publicidad
Si lo que nos hicieron me pareció ignominioso, fue por dos razones. La primera, porque hubo quien decidió en la dirección nacional que los de León no éramos dignos de confianza y se apartó a la oficina provincial de la fiscalización, control y depuración de quién podía votar (entiéndanme lo de la depuración en cuantos sentidos quieran). Como no me afecta a mí, sino al buen hacer de otras personas, quiero recordar hoy que ni la secretaría provincial, ni la gerencia provincial, ni la oficina administrativa provincial supervisaron ese proceso, para el que se mandó, como si fuesen los hombres de negro que intervenían un país, a gente de la sede nacional. Gerente e informático, oigan, no vaya a ser que los de León miren para otro lado. Pues nada, esos genios, a dar explicaciones públicas -o judiciales en su caso- de los ingresos, si es que se hicieron para las primarias; si no, ya los darán los que dirigieron el partido más tarde. Pero a dar explicaciones todos, yo el primero.
La segunda, fue todavía peor. Cuando llegó lo más duro de la crisis económica, agravada en León por el cierre de algunos sectores que en muchos municipios eran casi fuente exclusiva de ingresos, la Junta Directiva Provincial acordó eximir del pago de las cuotas a los afiliados desempleados. Y los hijos de su madre estos que nos fiscalizaron, inflexibles con la pasta, como si un partido se hiciese de ingresos y no de ilusiones y proyectos. Que hasta la docena de afiliados que quisieron votar tuvieron que aportar acreditación documental de su situación de parados. Un bochorno que no he superado.
Publicidad
De ambas circunstancias quedó en la prensa pública constancia del jaleo de aquellos días, que ni los afiliados, ni los medios de comunicación, ni los de las primarias, ni la gente que nada tiene que ver con el PP, ni quienes estábamos en la dirección provincial saliente comprendimos. Nos fiscalizaron a los parados y ahora resulta que se regalaban cuotas en León.
Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.