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Miren que pueden pasar cosas en ochenta años. En ochenta años da tiempo de que se renueven casi por completo dos generaciones de cualquier civilización humana. En un periodo semejante, cualquier recién nacido se vuelve anciano, y cualquier nación puede transformarse hasta que no la ... conozca, como dijo aquel, ni la madre que la parió. Fíjense si son largas ocho décadas que en ellas, sin demasiado esfuerzo, cabe una dictadura de cuarenta años repetida dos veces. ¿Se imaginan? Por fortuna para todos, para hacernos a la idea de lo que habría sido algo así a los españoles no nos queda más remedio que tirar de inventiva; porque a este país, en ochenta años, le ha dado tiempo a sufrir la larga noche de piedra franquista y también a construir, tras su muerte, los cimientos de una democracia madura. Pese a todo, parece que Santiago Abascal, líder de VOX y diputado en el Congreso, no es de la misma opinión: en la sesión de control al ejecutivo, le ha dicho a Sánchez que presidía «el peor gobierno que ha tenido España en los últimos ochenta años».
Que Abascal blanquee de manera tan directa la dictadura de Franco, qué duda cabe, es grave. También lo es que Ortega Smith se dedique a insultar sistemáticamente a algunas de las figuras más relevantes de la cultura –pienso en las barbaridades que dijo sobre Castelao–, y resulta todavía más peligroso que pida a la policía 'plomo' para los delincuentes. Sin embargo, lo grave de veras es que otros partidos –formaciones con una línea de pensamiento que se pretende democrática y constitucionalista– encuentren con tanta naturalidad un aliado de gobierno en VOX. Ojalá que Casado, Arrimadas y compañía no necesiten otros ochenta años para darse cuenta.
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