Obra de arte

Yo, en cambio, creo que esta mujer anónima ha completado la performance definitiva, la última obra de arte, la comunión absoluta del artista con su público. Es la nueva Marina Abramovic, pero sin darse tanto pisto. Más lejos no se puede llegar en la experiencia artística, salvo quizá aquella señora de la limpieza del Museo de Bolzano que tiró a la basura una instalación llena de botellas de champán vacías titulada '¿Dónde vamos a bailar esta noche?', obra de Goldschmied y Chiari. La mujer debió de pensar que esta gente del artisteo es muy guarra y que si querían bailar que se fuesen a una discoteca. A estas señoras las tengo por libertadoras. Quienes carecemos de iniciativa y vamos del pueblo a ver museos de arte contemporáneo debemos permanecer circunspectos, fingiéndonos cosmopolitas y no demasiado asombrados, mientras rebuscamos en el cerebro conceptos sutiles para salir del paso airosamente ante las amistades. Al final concluimos que eso tan raro que vemos tiene que ser por fuerza una crítica feroz del capitalismo, lo que siempre provoca en el auditorio murmullos de aprobación, aunque el artista tenga el taller en la Quinta Avenida y dos áticos en los Campos Elíseos.