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A Trump se le acaban los argumentos para atrincherarse en la Casa Blanca tras haber intentado un pucherazo electoral que las instituciones norteamericanas han repelido. Pero que setenta y cuatro millones de estadounidenses hayan votado a ese engendro político implica mucho desapego a la democracia ... más antigua del mundo, y eso es muy preocupante. Algo más cerca, los dirigentes populistas de extrema derecha en Hungría y Polonia chantajean al resto de la Unión Europea con la paralización de los fondos para la recuperación. Además exhiben un creciente respaldo popular mientras recortan derechos civiles y democráticos a sus ciudadanos como siempre que cunde una infección nacionalista. Aquí en España, mientras tanto, avanzamos en la polarización política y social de la manera más insensata. En lo que llevamos de legislatura una mayoría de las derechas ha optado por «acabar con Sánchez» provocando crisis políticas artificiales sin esperar a las próximas elecciones, aunque estemos inmersos en una pandemia y en una gravísima crisis económica mundiales. Para ello ha impulsado la máxima polarización y la política de bloques cerrados: desde la «foto de Colón» hasta el «España Suma» todo vale contra Sánchez con una obsesión patológica y con algunos medios de comunicación como punta de lanza del permanente acoso al gobierno.
A la apuesta estratégica por la polarización se ha unido también Podemos que ha impuesto al gobierno en la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado unos socios completamente contraproducentes para el país y para la izquierda española. Aprovechando la extrema necesidad que tienen España y el gobierno de la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, Iglesias los ha tomado como rehenes y ha conseguido - en alianza con ERC y Bildu - expulsar de las negociaciones a Ciudadanos. Ha aprovechado lo urgente para intentar condicionar lo importante. Así, unas cuentas indispensables para remontar este grave momento han quedado impregnadas por el estigma de los peores compañeros de viaje. Esta es la principal contribución de Iglesias a los Presupuestos, además del refuerzo que le ha prestado a los bloquistas de la derecha solo pendientes de tirar al Gobierno.
No ha habido discusión sobre el contenido de las partidas de ingresos y gastos en unas cuentas extraordinarias con el fondo europeo de reconstrucción incorporado. Todos los debates han girado en torno a quién votaría los presupuestos entendiendo que eso debería configurar alianzas políticas fosilizadas para el resto de la legislatura. Para excluir a Ciudadanos de la negociación, Iglesias, Echenique, Rufián y Otegui han utilizado argumentos que son un insulto a la inteligencia y a la decencia, como decir que las cuentas son un paso «para la república vasca» o que los independentistas se incorporan a «la dirección del Estado». Así están consiguiendo erigirse en los más eficaces agentes electorales de la extrema derecha. También han confirmado los peores temores de Pedro Sánchez cuando predijo que en un gobierno con Iglesias «no podría dormir tranquilo». El PSOE debe sacar adelante los Presupuestos porque este país los necesita apremiantemente y por sentido de la responsabilidad, en medio de la dialéctica bloquista, que se intensificará según vaya cediendo la covid y deje de dominar la vida cotidiana. La estrategia polarizadora se ha extendido obscenamente a la discusión de la LOMLOE (con la lengua vehicular como elemento simbólico de división) y a los privilegios fiscales de Madrid, con la habilidad de Rufián para contaminar repulsivamente todo lo que toca, aunque alguna vez tenga razón.
Los riesgos de la estrategia polarizadora superan con mucho las perspectivas de unos presupuestos o de lo que queda de legislatura. La dinámica de división maniquea de la vida política y de la sociedad en dos bloques enemigos es de una gigantesca irresponsabilidad y de una ceguera suicida como se demostró históricamente. Pero en la actualidad ha reaparecido en buena parte del mundo. El economista y profesor de Harvard, Dani Rodrik, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2020, ha reflexionado sobre la reciente experiencia de Estados Unidos con Trump y sobre la de Turquía, su país natal, en los siguientes términos: «La fuente del problema en ambos casos es una profunda polarización social y política. Una vez que diferentes grupos viven en diferentes universos cognitivos, con diferentes realidades, las normas de la política convencional se rompen fácilmente… Una vez que estos dos grupos comienzan a vivir en universos paralelos, las reglas normales de la política no se pueden aplicar…». El mismo Barack Obama, valora las diferencias respecto a 2008, cuando fue elegido presidente por primera vez, y completa la reflexión en el mismo sentido: «Las cosas se han vuelto mucho más difíciles porque los medios de comunicación han ido construyendo silos aislados entre sí, de modo que los ciudadanos recibimos versiones diferentes no solo de las noticias, sino de los hechos más básicos…Esa es una amenaza real para nuestro funcionamiento como democracia». Dani Rodrik, habla con más libertad y es incluso más pesimista: «Estamos comprobando que sostener a las democracias liberales en sociedades muy polarizadas es extremadamente difícil…Temo que las democracias que creíamos asentadas hayan sido una fase pasajera».
Por ese camino envenenado de la polarización transitamos también en España con buena parte de las derechas, Podemos, los independentistas y muchos medios de comunicación apostando por el enconamiento que en todo el mundo produce los peores resultados. Y además en medio de unas crisis sanitaria, económica y social que están causando mucha muerte y van a dejar muchos daños y resentimiento. Los Presupuestos Generales del Estado van a salir pero las maniobras tácticas, los hechos consumados y las triquiñuelas no van a cesar, con el consiguiente deterioro institucional y de los usos democráticos básicos para la convivencia. Pedro Sánchez debería ir pensando en las opciones que tiene en la mano para centrar el interés de la mayoría social española ante los graves problemas a los que nos enfrentamos, frenar la dinámica polarizadora y evitar más divisiones artificiales, estériles y contraproducentes. De paso, podría dormir algo más tranquilo, dentro de lo posible en estos tiempos.
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