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A principios, de diciembre, en concreto el día 6, nuestra Carta Magna celebra su 42 Aniversario desde su ratificación por el pueblo español en 1978. Curiosamente, nuestra Carta Magna y nuestra Universidad leonesa son de la misma quinta, motivo por el que desde ... el Departamento de Derecho Público profesores y alumnos vamos a brindarle nuestro particular homenaje en un curso titulado- y no es ni mucho menos casual-: «En defensa de la Constitución».
Precisamente hace unos días, mi querido colega José Manuel Otero Lastres, que fue Decano de la Facultad de Derecho de León hace algunos años, y actualmente Académico de número de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España, en su columna del Faro de Vigo, realizaba una bella metáfora que no me resisto, con su permiso, a trasladarles aquí. Comparaba la Constitución, a la que acertadamente se refiere como «Ley de Leyes», con un barco que en su botadura, el año 1978, contaba con un casco liso y resplandeciente mientras que ahora, en 2020, ese casco aparece lleno de «abolladuras» a fuerza de los martillazos que, en opinión de este gran jurista, «le ha propinado la propia clase política».
Entre los martillazos que destaca Otero Lastres, y que nos deberían hacer reflexionar, los hay a la esencia misma de la Constitución, como los que se dan a la soberanía nacional, del artículo 1.1 CE, sobre la que machaconamente golpean otras supuestas soberanías territoriales empeñadas en moldearla a su antojo y saltándose principios como la «indisoluble unidad de España» o «la solidaridad interterritorial», tan importantes ambos para generar la igual real entre los españoles que se propugna en el artículo 9, una igualdad real que todos- o mejor TODOS- deberíamos exigir, evitando que la patrimonialicen a su antojo ciertos nacionalismos….que a rio revuelto, ya se sabe, ganancia de pescadores.
O la reciente abolladura que ha sufrido la lengua española con la que se mercadea a cambio de apoyos políticos a los Presupuestos -que en el coste de otros apoyos prefiero no entrar-, por no hablar de nuestros símbolos identificativos, la bandera, el himno, a los que se vilipendia a la mínima oportunidad sin que nuestros Poderes Públicos sean capaces de evitarlo ( y lo peor, da la impresión de que tampoco quieren hacerlo).
Y qué decir del bollo a nuestro modelo de Estado, «la monarquía parlamentaria» al que se combate a doble martillo, desde el secesionismo independentista y desde el propio Gobierno de coalición, por acción unos y por omisión los otros- que tanto da que da lo mismo- aderezándolo con un ataque furibundo a uno de los tres Poderes del Estado, el Poder Judicial. Se pone en tela de juicio su independencia (si no se les da la razón y se salen con la suya), se cuestiona la forma de elección de sus órganos intentando modificar las mayorías exigibles…. o lo que haga falta con tal de controlar….y todo ello con el especial protagonismo de quien nos «vice preside» a golpe de martillo pilón
Y por qué no, tampoco está de más añadir preguntas que a diario nos hacemos en esta época de pandemia, como las de hasta dónde llegan nuestros derechos y libertades individuales, de su necesaria valoración y ponderación por causa del COVID y de los límites que impone dicha ponderación a las restricciones derivadas del Estado de alarma. Porque puede discutirse, sin duda, si es lógico o no permitir a los Poderes Públicos que nos lleguen hasta a confinar en casa por preservar nuestra salud; puede discutirse también hasta dónde puede llevarse el destrozo que están suponiendo en el plano económico las medidas que se toman por unos y por otros…… lo que no parece tan discutible es que nos embauquen y que nos cuelen goles como el «Comité Permanente contra la Desinformación» con el que, como en las repúblicas bananeras, desde el Gobierno se quiere sesgar también cómo debemos de pensar y en qué debemos creer y en qué no.
Supongo que ahora han entendido que el título del homenaje que alumnos y profesores de Derecho queremos hacerle a nuestra Norma Fundamental no ha sido en absoluto casual. Es una forma de sumarnos al llamamiento que hacía mi colega, el maestro Otero Lastres, para quien «nuestra Carta Magna tiene problemas de «chapa y pintura», pero el motor sigue funcionando aceptablemente», de ahí nuestro deber de defenderla porque es de todo punto necesaria e insustituible».
Exacto, y nunca como ahora mejor dicho, necesaria e insustituible por lo que el próximo día 6 de diciembre y en nombre de aquella generación que la hizo posible: «En defensa de la Constitución»
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