Las guerras internas están a un paso de forzar una profunda revisión interna en las filas del PP.

Manzanas traigo

Lo cierto es que me apetece más bien poco – tirando a nada- hablar de política, no al menos de la política que estamos viviendo y padeciendo estos últimos días...

Martes, 22 de febrero 2022, 18:48

Lo cierto es que me apetece más bien poco – tirando a nada- hablar de política, no al menos de la política que estamos viviendo y padeciendo estos últimos días en los que, muy a mi pesar, he visto implosionar a mi partido. Porque, no se ... engañen, eso es exactamente lo que hemos hecho en el Partido Popular: implosionar. Y es que en pocas horas se han detonado en cadena una serie de comportamientos de unos y de otros, absolutamente desafortunados, totalmente inadecuados y en todo caso reprobables, cuya onda expansiva amenaza con dar al traste con el núcleo de nuestro partido, con su propia esencia, que no es otra que la labor de gobierno bien hecha que, a todos los niveles, se ha llevado a cabo durante muchísimos años por numerosas personas decentes que, hay que reconocerlo abiertamente, asistimos ojipláticas a lo que estamos viviendo.

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Como consuelo, tengo la profunda convicción de que somos muchos los que conseguiremos retomar la senda de solidez y estabilidad que siempre el Partido Popular ha supuesto para España y para los españoles, cuyos intereses deberían prevalecer sobre estas luchas intestinas y fratricidas que no tienen ningún sentido y, mucho menos, en los momentos cruciales que vivimos en los que todos los esfuerzos son pocos para intentar revertir al Gobierno mas nefasto que ha conocido nuestra democracia.

«Nos estamos jugando mucho»

Nos estamos jugando mucho- demasiado, diría yo- y debemos ser la alternativa factible a una izquierda que, en estos momentos de fragilidad, se está frotando las manos. A estas alturas, no podemos desandar todo el camino andado para recuperar el Gobierno y, con ello, la estabilidad y la tranquilidad de todos. No nos lo podemos permitir.

En fin, esperemos que, así las cosas, saquemos de esta implosión indeseada un núcleo más férreo y mucho más seguro, que comprima las convicciones de todos y nos dé la densidad suficiente para salir reforzados, que buena falta hace. Nuestras bases, nuestros afiliados y votantes no se merecen menos, y debemos recuperar la unidad y la ilusión para seguir trabajando con ellos y para ellos.

Para remate, esta semana hay otra pregunta obligada, otro tema del que hay que hablar si o si, y por ello, aunque ante la pregunta, ¿y qué va a pasar ahora en Castilla y León? el cuerpo me pide decir eso de «manzanas traigo», no voy a optar por recetas facilonas. Y más cuando, desde la noche electoral, que viví en directo en la sede de este mismo periódico, en compañía, entre otros, de Héctor Castresana con el que pasé un muy buen rato, tengo claras un par de cosas.

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Las realidades del 13-F

La primera es que los ciudadanos de Castilla y León son soberanos, y que, con el ejercicio de su voto el pasado 13 de febrero, han puesto encima de la mesa una serie de realidades que no se pueden obviar, empezando por un espaldarazo al pluralismo político reconocido como un valor superior de nuestro ordenamiento jurídico en la Constitución.

Si bien en nuestros procesos electorales no es nueva la existencia de diversidad de partidos políticos, hasta las últimas citas electorales no se había conocido en Castilla y León que muchos de ellos llegaran a tener representación en las Cortes regionales, lo que, a la postre, en esta oportunidad ha dado lugar a que ninguna formación haya alcanzado la mayoría necesaria para gobernar en solitario. Para ello, lo recuerdo, se necesitan un mínimo de 41 procuradores.

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Por este motivo, el partido que ha ganado las elecciones por haber obtenido el mayor número de escaños, el Partido Popular, tiene que concitar los necesarios pactos que le permitan formar Gobierno lo que, en hipótesis, podría llevarse a cabo de dos formas: la primera, en solitario- que sería la opción preferida por el Presidente Mañueco- y por todos nosotros- con el hándicap que eso supondría gobernar en minoría. Esta opción, ante el escenario que presentan los resultados electorales, no parece la más conveniente para garantizar la gobernabilidad y la estabilidad en la futura acción de gobierno, y más cuando el PSOE, de cuya abstención dependeríamos en buena medida, nos tiene acostumbrados a «donde digo digo, digo Diego» y, si no, recuerden lo poco que le ha durado a Tudanca la certera voluntad de marcharse ante el descalabro electoral.

Libertad absoluta para pactar

Otra fórmula practicable, con los resultados electorales, sería gobernar en coalición, coalición que , por pura lógica, debería llevarse a cabo con aquél o aquellos partidos con los que tengamos mayor afinidad ideológica y programática y que resulten representativos de un mayor número de ciudadanos y votos y, sobre todo, con aquellos partidos cuyos escaños permitan llegar a una mayoría holgada para gobernar que de tranquilidad a Castilla y León a lo largo de toda la legislatura.

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Y en este punto, el Partido Popular, en mi opinión, tiene una total y absoluta libertad para pactar cómo y con quien considere oportuno, respetando los límites que vienen impuestos por la necesaria preservación de la convivencia democrática dentro de los valores constitucionales y democráticos en los que, por mucho que se intente demonizar a algunos, se mantienen todos los partidos que han obtenido representación en las Cortes de Castilla y León.

Por ello, no sé a ustedes, pero a mí me pasma que el PSOE se rasgue las vestiduras por la, según ellos, escasa «calidad democrática» de partidos que han obtenido una amplia representación en las urnas en Castilla y León, esgrimiendo «líneas rojas» y «cordones sanitarios» que afectan a las formaciones políticas y, por ende, a los miles de ciudadanos que les votan; y ello sin aplicar la misma medida a aquellos otros con los que gobiernan y que demuestran idéntica radicalidad ideológica- solo que esta vez es de izquierdas (o de la buena que deben pensar ellos).

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Y todavía me pasma mucho más que éstos que claman ofendidos por una posible coalición, no pongan ningún coto a quienes traspasan claramente la línea de la constitucionalidad y no respetan los valores constitucionales expresados en los principios democráticos y en los derechos humanos -caso de EH-BILDU sobre el que hay pruebas fehacientes-; lejos de ello, consienten en que les acompañen en su acción de gobierno en el marco estatal sin hacerles ningún reproche y hasta, si cuadra, dándoles prebendas de todo tipo. Lo de la paja en ojo ajeno, vamos…

Unidas Podemos

No son mas extremos, ultra, o radicales los planteamientos de Vox respecto a la derecha, que los de Unidas Podemos respecto a la izquierda y, que yo sepa, el Partido Popular nunca ha exigido al PSOE el tan traído «cordón sanitario» a la hora de configurar sus gobiernos, lo que, además, tampoco resultaría lógico porque ambos partidos se encuadran perfectamente en nuestro marco constitucional. Asi que, ni caso a la matraca orquestada- perversión absoluta del lenguaje- de utilizar esos calificativos solo con referencia Vox.

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En definitiva, ¿podría el PP de Castilla y León pactar con Vox para conseguir el gobierno autonómico? Pues yo creo que podría, claramente, porque, nos guste más o nos guste menos, no existe indicio alguno y mucho menos pruebas de que la actividad de Vox vulnere los valores constitucionales, ni que su programa resulte contrario al régimen de libertades de nuestro sistema democrático.

La segunda certeza que me ha provocado este proceso electoral es que han irrumpido con fuerza inusitada nuevas formaciones como «Soria ya», y otras no tan nuevas como «Por Ávila», y mucho más nuestras, como la «Unión del Pueblo Leonés», porque han canalizado un sentir de muchos ciudadanos de Castilla y de León que hay que poner encima de la mesa y que habrá que tener muy en cuenta en el ejercicio de la acción de gobierno. Como decía antes, los ciudadanos son soberanos y con su voto han evidenciado problemas muy serios en algunas provincias, y en particular en la nuestra, que el futuro Gobierno regional habrá de abordar. Confiemos en que sepan dar cumplida respuesta a las demandas que los ciudadanos han legitimado en las urnas.

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