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Una madre Ucraniana reencontrándose con sus dos hijos.
«Madres coraje»

«Madres coraje»

A las madres ucranianas

Miércoles, 9 de marzo 2022, 10:50

Hay que tener mucho valor para coger a tus hijos de la mano, o en brazos si son pequeños, dejar tu casa, renunciar a tu vida sin saber si la recuperarás algún día y, encontrando las fuerzas que seguro te faltan, salir huyendo para proteger ... a una parte de los tuyos. Creo que no puede haber un acto de amor y de generosidad más hermoso.

Y mucho más, en el caso de aquellas madres ucranianas que se están enfrentando a la difícil elección de salvar a unos y dejar a los otros que se quedan lidiando con la guerra misma como ellas lo hacen con sus consecuencias. Porque no tienen opción o la opción es peor que huir: o dejar relegados a sus hijos mayores de dieciocho, o exponer a todos sus niños a una guerra fratricida y sinsentido. No se me ocurre un dilema más terrible, y siendo madre de un chaval que acaba de cumplirlos en febrero, no quiero, ni por un instante, ponerme en su piel.

Estas madres ucranianas nos están dando una auténtica lección de vida, de lucha y superación, enfrentando con fortaleza la injusticia que supone esta guerra para que sus hijos salgan ilesos de esta vorágine de locura y destrucción que está tan cerca de todos nosotros.

Ante tanto sufrimiento, estas «madres coraje» dejan a un lado ese dolor que las rompe por dentro, seguro, alejándose de padres, maridos, hermanos e hijos varones- que son unas criaturas- para huir con lo puesto, acunando el miedo de sus críos pequeños que, desvalidos ante la maldad humana, encuentran en ellas la profunda protección del amor verdadero. Ante este éxodo de las madres, de las abuelas ucranianas- dos veces madres- y de sus niños, no deberíamos permanecer impasibles.

Si nos aventuramos a bucear entre los recuerdos de las mujeres de nuestras familias que nos han precedido, muchos de nosotros encontraremos a mujeres valientes que lucharon a brazo partido por sus hijos, convirtiéndose en el faro seguro, en la única senda transitable en las adversidades que les tocó vivir.

Por mi parte, en la cara demacrada de cada mujer ucraniana, en cada testimonio desgarrador por el frio, el miedo y el hambre y las pérdidas de todo tipo que asolan a sus hijos, veo a mi abuela Antonia que también se enfrentó a una guerra atroz con cinco hijos pequeños, completamente sola, con una fuerza y un coraje que fueron la mejor herencia para las siguientes generaciones. Su valentía y su generosidad han sido siempre mi mejor acicate, y la medida de la vida que he querido vivir teniendo bien presente su ejemplo.

Mujeres dignas, ella y ellas, que con su corazón sin límites y su entrega infinita, en un día como hoy, 8 de marzo, quiero que me representen, quiero que nos representen a todas. Rindámosles un sentido homenaje.

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