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'Macrogranjas', pero de sapos

'Macrogranjas', pero de sapos

«Me ofrezco desde esta columna para enseñarle al ministro Garzón a conjugar el presente de indicativo del verbo dimitir y, en su defecto, al presidente Sánchez el del verbo cesar, que ya está tardando...»

Martes, 11 de enero 2022, 19:40

Aunque me había hecho el propósito en este año 2022 que comenzamos de no hablarles de política (no al menos para empezarlo) el Ministro del «proponido», como diría él mismo, «se está poniendo tanto de manifestación en los últimos días» que no me deja otra que, una vez más -que no es la primera ni será la última- dedicarle algunas líneas.

Y es que cuando en política eres intrascendente corres el riesgo de caer en la tentación de tapar esa irrelevancia dando pie a lo que la prensa denomina «tormentas políticas» a raíz de declaraciones inconsistentes, malintencionadas y, al menos en este caso concreto, sectarias que, como decía aquella celebridad, te sirvan para «estar en el candelabro».

Se trata de anuncios absurdos que confieren esa falsa »popularidad» de la que viven los malos políticos y que, a su propio juicio, les asegura la poltrona, permitiéndoles reinventar su cargo todos los días (y no lo digo yo sola, que también lo ha dicho Emiliano García–Page).

Ocurrencias

Ahora que, no debe cundir el pánico, que ya nos ha aclarado Garzón que- albricias- se queda hasta 2023 aunque, a la vista de lo que le pasó al ojito derecho del «amado líder»- el ya exministro Ábalos-, y a otros que parecían tener más consistencia, yo si fuera él, desde luego, lo diría con la boca pequeña.

El problema de este tipo de ocurrencias es que dañan a sectores importantes de nuestra Economía que Garzón está empeñado en vilipendiar en la búsqueda de esa «impopularidad», medida y malsana, que le asegure la continuidad y que me trae a la mente a una compañera de la carrera de Derecho que sostenía eso de «hija, que hablen de ti, aunque sea mal». Cómo aborrezco ese planteamiento, lo reconozco, y más cuando se aplica al desempeño de lo público.

Ahora le ha tocado a nuestros ganaderos con sus declaraciones en The Guardian que critican que las que él llama «macrogranjas»- concepto que ni el propio Ejecutivo se atreve a definir por la reconocida peculiaridad y variedad de los sectores ganaderos, de los modelos de producción y de las condiciones de cada entorno concreto pero del que nadie duda que viven muchas familias de la mal llamada «España vaciada» y nos da de comer a todos- «exportan esta carne de mala calidad de animales maltratados». Este absurdo ejercicio de dogmatismo del Ministro Garzón ha generado un justificadísimo malestar en un sector que, por cierto, ya había sido vapuleado el pasado verano con otra de sus felices ideas, cuando propició la campaña en twitter #Menoscarne.Másvida,  que todos recordamos.

Y el Gobierno-Desgobierno...

Ahora bien, estemos tranquilos porque, como es lógico, el Gobierno (o Desgobierno) - del que este señor forma parte- se ha desmarcado de su enésima metedura de pata, entre otras cosas porque asumir sus planteamientos contra este tipo de explotaciones supondría reconocer que otros Ministerios como Agricultura, Pesca y Alimentación, así como las propias Comunidades autónomas, están permitiendo y alentando conductas ecológicamente indeseables, echando por tierra, además, el enorme esfuerzo que está haciendo este sector para garantizar la sanidad, el bienestar animal, la calidad y la sostenibilidad ambiental.

La Ministra portavoz ha despachado la polémica señalando que se trata de declaraciones enmarcadas en el ámbito personal del Ministro; oída la excusa me parece de lo más peregrino porque mucho me extrañaría que un periódico como ese- o cualquier otro- tenga interés en hacer una entrevista a éste indocumentado si no fuese por el cargo que ocupa, o porque pertenece al Gobierno de España, a salvo de que tengan una sección de «Patadas al diccionario y mal uso del castellano» de lo que ha hecho gala en tantas ocasiones.

'Erre que erre'

Así que la excusa gubernamental utilizada no cuela ni para los propios (algunos Presidentes autonómicos del PSOE están que braman), como lo demuestra que el sector afectado- más diría yo atacado- por este Ministrillo, esté pidiendo su dimisión inmediata o, como alternativa, un ápice de cordura a su Jefe, Sánchez, para descabalgarle del Gobierno. Entre tanto, él, junto con Unidas Podemos, «erre que erre», defendiendo que sus palabras son impecables y que, como acostumbra, hace un favor al País que ni es el primero, ni, si le dejan, será el último.

Seguro que no han olvidado cómo en plena pandemia, en un tiempo de máximo sufrimiento para nuestro Turismo y nuestra Hostelería- que solo hemos conseguido paliar un poco- y haciendo gala de una empatía que pasma, señalo que el Turismo patrio que, desde luego, no es sospechoso de no contribuir al PIB y a la generación de empleo, es , y cito literal, «de bajo valor añadido»; y, por si a alguien no le quedaba claro, le añadió los epítetos de «precario y estacional». Un verdadero lince al que se le olvida que se trata de un sector que lidera el ranking mundial de competitividad turística y, mucho más importante, que da de comer a millones de familias.

La puntilla

Ahora que, con lo que tiene verdadera fijación es con el sector primario al que está empeñado en dar la puntilla con medidas como la promoción de Nutriscore que etiqueta los alimentos según su nivel de nutrición mediante un semáforo de colores y letras que, en principio, no debería causar graves problemas al ámbito agroalimentario si no fuera porque no está armonizado a nivel europeo, ni le supone otra cosa que mayores trabas (todavía más); por ponerles un ejemplo, con este sistema de etiquetado el aceite de oliva o el jamón serrano se catalogaron como alimentos de consumo ocasional o desaconsejado lo que de facto les equipaba con los llamados «alimentos basura». Un auténtico despropósito.

Y no se queda en una anécdota su afición por señalar con el dedo al sector agroalimentario y en particular a algunos productos porque, como antes recordé, el pasado mes de julio lanzó la campaña en redes #MenosCarneMásVida con el fin de reducir «el excesivo consumo de carne» para proteger nuestra salud y la del planeta (ahí es nada).  A tal punto llegó la cosa que el propio Sánchez llegó a afirmar en desagravio con el cabreo más que justificado del sector cárnico que «un chuletón al punto es imbatible» lo que, paradójicamente, demostró el propio Garzón eligiéndolo, según las malas lenguas internautas, como parte del menú de su boda.

Pese a la desautorización por su propio jefe, no ha dejado de insistir este lumbreras porque el pasado mes de noviembre presentó un recetario en formato digital, que prologa, con el Título «Cocina rápida, barata y saludable» que consta de cuarenta recetas en las que sí hay pescado y pollo- de momento libres de su ira- pero en el que la carne roja brilla por su ausencia. En palabras de Garzón: «nuestra sociedad está marcada por cómo, cuándo y qué ingerimos», gran verdad que me lleva a pensar dónde habrá colocado este Gobierno las «macrogranjas» de sapos que nos obligan a tragar a diario…

Presente de indicativo del verbo 'dimitir'

Eso sí, no contento con aguarnos el segundo plato a muchos españoles que nos rechifla la carne, a la vuelta de vacaciones se empeñó en fastidiarnos el picoteo entre horas- concepto tan patrio- anunciando una Ley para regular la publicidad de los alimentos y bebidas destinados a los menores, prohibiendo toda publicidad de dichos productos. Llama la atención que quien tan permisivo es en «otros consumos» se preocupe tanto de intentar condicionar nuestros gustos alimenticios. Ahora que, a la parte comunista del Gobierno le gusta tanto prohibir como a nosotros no hacerles ni caso.

En fin, y para no extenderme más, a la vista del apretado e incompleto repaso de las decisiones de esta maravilla de gobernante –en lo de los juguetes no he querido ni entrar- me ofrezco desde esta columna para enseñarle al Ministro a conjugar el presente de indicativo del verbo dimitir y, en su defecto, al Presidente Sánchez el del verbo cesar, que ya está tardando.

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