De Inbiotec al Parque Tecnológico

Deberían sentirse obligados a hacer todo lo necesario para salvar ese centro de investigación, fundamental para la industria farmacéutica de León que es uno de nuestros principales sectores productivos y con mayor futuro por delante

Miércoles, 2 de junio 2021, 10:47

Ha sido una sorpresa conocer que el Instituto de Biotecnología de León (INBIOTEC) se encuentra en concurso de acreedores. Y todavía resulta más llamativo que la Universidad de León, responsable de su gestión, y la Junta de Castilla y León, responsable competencial del desarrollo ... tecnológico, se pongan de perfil, callen y miren para otro lado. Deberían sentirse obligados a hacer todo lo necesario para salvar ese centro de investigación, fundamental para la industria farmacéutica de León que es uno de nuestros principales sectores productivos y con mayor futuro por delante. Pero no se les oye. Parece ser que solo la impulsora inicial, la Diputación Provincial, trabaja para salvar el instituto mientras los citados se inhiben. El Vicepresidente de la corporación, Matías Llorente, lo explica así: «hay otros institutos en otras provincias [léase Valladolid] y las ayudas de la administración van a otras provincias y no vienen aquí». Es conveniente precisar que las empresas farmacéuticas se ubican aquí, pero el cluster que las agrupa se encuentra domiciliado y gestionado en Valladolid (en la conocida como Perla Negra) aunque lógicamente debería estar en León. Por ahí empieza el desvío de los fondos que no llegan a INBIOTEC.

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Igualmente sorprendente resulta saber que no quedan terrenos libres para la instalación de nuevas empresas en el Parque Tecnológico de León y que no existen planes conocidos de la Junta para llevar a cabo una ampliación que duplique el espacio actualmente existente y se pueda ofertar a las empresas interesadas. Esa ampliación exige la compra o expropiación de terrenos, la redacción y aprobación del proyecto correspondiente y la ejecución de las obras. Todo llevará un tiempo importante por lo que se debería comenzar a actuar con la máxima urgencia y celeridad para no perder más oportunidades. Salvo que se quiera repetir la experiencia de hace cuatro años cuando le dijeron a Amazon que no podía instalarse en León por no disponerse de los terrenos urbanizados o urbanizables que pedía (¡en León falta terreno!). En consecuencia optó por fijar en Asturias su gran centro para el noroeste, sin que aquí nadie haya dado explicaciones por semejante desastre.

Debe recordarse que a INBIOTEC lo impulsamos en 1991 desde la corporación provincial que presidía Alberto Pérez Ruíz y, más en concreto, desde el Instituto de Promoción Económica de León (IPELSA), dependiente de aquella, con David Gustavo López como Director General. Era el primero de los centros de investigación para los que se eligió el modelo de los creados por el Gobierno Vasco en el Parque Tecnológico de Zamudio. Inmediatamente después se crearon otros dos y estaba previsto el impulso de seis más para consolidar un Parque Científico que, a su vez, debía ser el embrión de un Parque Tecnológico, tal y como manifestamos desde el primer momento. Los motivos para la creación de INBIOTEC eran, como se ha dicho, las necesidades de la industria farmacéutica implantada en León. Pero también, la garantía que representaba el entonces catedrático de Microbiología de la ULE, Juan Francisco Martín, una autoridad académica internacional, capaz de impulsar la investigación y aglutinar y satisfacer la demanda concreta de numerosas empresas privadas del sector. Esta era una fuente de financiación decisiva, sin descartar la pública, y así ocurrió durante los primeros años.

Aquel proyecto se vio interrumpido porque a la corporación provincial llegaron otros que, con absoluta miopía, no entendían ni compartían el proyecto y se perdió el impulso inicial, incluso desaparecieron IPELSA y PROSILSA, instrumentos que debían ser palancas decisivas para el desarrollo de León. Sin embargo, INBIOTEC ya estaba creado y continuó su camino bajo la garantía que representaba el profesor Martín. Su éxito precisó de ampliaciones de personal y finalmente requirió edificar una nueva sede más amplia y funcional que la inicial de la antigua Granja Agropecuaria. Por eso alguien debería explicar qué ha ocurrido en los últimos años para llegar a la actual situación y para no adoptar las medidas necesarias con antelación y evitar la suspensión de pagos.

Aunque el proyecto inicial de parque tecnológico se truncó hace 30 años, la idea de implantarlo arraigó en la sociedad civil leonesa y se convirtió en una reivindicación permanente ante la administración autonómica que se hacía la sorda. Incluso, un consejero de economía leonés declaró solemnemente que «En Castilla y León solo habrá un parque tecnológico: el de Boecillo». Sin embargo, doce años más tarde el gobierno autonómico se vio obligado a impulsarlo aprovechando los terrenos municipales destinados al despropósito de Biomédica. A la creación del parque tecnológico contribuyó en gran medida (como en el caso del MUSAC) la necesidad de compensar a León, aunque fuera pálidamente, tras las escandalosas plusvalías obtenidas por la Junta con la venta de los solares de Eras de Renueva, polígono que le había sido transferido absolutamente gratis por el gobierno central.

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Finalmente el Parque Tecnológico de León, previsto en principio para 2004, se inauguró en 2008. Se habían perdido un total de diecisiete años, un lapso de tiempo decisivo en términos empresariales y de empleos. Aunque tarde el parque echó a andar y, a pesar de una gestión desganada desde Valladolid, y sin que nadie recuerde promoción alguna por parte de la propietaria, se ha ido llenando de empresas, hasta 34 en la actualidad (el 44% del sector farmacéutico y el 42% Tics) y emplean a cerca de 1.500 personas, la mayoría de alta cualificación. Además este desarrollo se ha llevado a cabo por las empresas privadas sin los fiascos y sumideros públicos que se dieron en Boecillo (Cristaloid y otros), porque allí la corrupción y la opacidad habían empezado mucho antes de la trama eólica y de la Perla Negra.

Y ahora resulta que en el parque de Armunia se ha agotado el terreno disponible cuando, como efecto de la pandemia, todas las empresas farmacéuticas se aprestan a redimensionarse porque saben que se han convertido en un sector estratégico en el que se revertirá parcialmente la globalización. O cuando las tecnológicas de la información y la comunicación deben verse atraídas, para su ubicación en León, por el proyectado hub (concentración empresarial) de ciberseguridad con dimensión europea que encabezan el INCIBE y las empresas locales. ¿Necesitará la Junta otros diecisiete años para la ejecución de la segunda fase del parque como requirió la primera? ¿Deberán decirles a otras empresas como Amazon que no tenemos sitio para ellas?

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Nos encontramos en un momento clave para aprovechar (o perder) las oportunidades del Fondo de Recuperación Next Generation EU, que debe servir para relanzar y transformar nuestras bases económicas actuales. La pregunta es con qué autoridad moral o con qué legitimidad de gestión puede la Junta de Castilla y León solicitar esos fondos cuando no asegura y potencia lo que ya existe y está funcionando. Podría tener alguna credibilidad solo si salva y potencia INBIOTEC, solo si comienza urgentemente la ampliación del Parque Tecnológico de León y lo promociona como se merece. Todo lo demás será palabrería hueca para seguir perdiendo tiempos preciosos.

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