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José María Gutiérrez, técnico del Almería. Efe
Gustico

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Ala última ·

Domingo, 16 de febrero 2020, 00:14

Una de las tipas más listas que conozco, de listeza de matrícula de honor, se vino de Estados Unidos tras pasar un año becada en una de esas universidades donde se forjan presidentes. «Aquí solo saben trabajar. Me aburro como una mona», me dijo. Y ... se volvió. Es lo que tiene crecer viendo 'Desmadre a la americana', que te decepcionas si no te encuentras a John Belushi con una toga romana corriendo por el campus.

Camba ya habló del carácter mecánico de la vida en América. Y quien dice mecánico, dice idiota: para conseguir mayor rendimiento laboral, en Silicon Valley se ha puesto de moda privarse de todo aquello que pueda dar gustico. Ayuno de dopamina, se llama. Mira tú por dónde, eso ya lo inventaron los cartujos. Lo de las privaciones, digo. Lo de no echarte al coleto un vino que te ayude a tragar un día indigesto, ni echarte al ojo un libro que te saque de tus miserias, ni echarte a la boca un par de huevos fritos que te reconcilien con el mundo. Nada que te haga feliz un minuto, o cinco, o treinta. La vida reducida a un lunes de dieta.

Menos mal que nos queda Guti como representante del hedonismo patrio: parece que su puesto como entrenador del Almería peligra porque podría haberse ido de fiesta con los jugadores. Total, el pobre se la ha cargado por revolucionar las técnicas motivacionales, que en vez de ponerles 'Gladiator', Guti los ha puesto ciegos a chupitos, y en lugar de 'La cabalgata de las Walkirias', reguetón atómico. Y venga exaltación de la amistad, y venga a darse abrazos sudados. A la mañana siguiente, resacosos pero sonrientes. Qué bien nos lo pasamos anoche, míster. A Guti lo mandaba yo a motivar a los de Silicon Valley. Seguro que lo prefieren a una charla TED.

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