Cuando Ketama cantaba aquello de «No estamos loc(k)os, que sabemos lo que queremos» cometió un tremendo error al colocar el No. La letra en realidad era «Estamos locos, que no sabemos lo que queremos». A las pruebas me remito.
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Comienza el año ... con grandes esperanzas de que nada va a cambiar, quizás a empeorar (ya avisé en el artículo anterior). Para sorpresa de propios y extraños una turba exaltada invadió el Capitolio dejando imágenes para el resumen de fin de año (sí, del 2021, que ya no queda nada para las Navidades; Semana Santa ya casi se ha pasado y el verano se nos irá en un voleo) tan «originales» como un señor con cuernos (de los que se ven) y pecho al aire, otro llevándose el atril de la señora Pelosi y unos cuantos más haciendo barbaridades o tontadas. Daría la risa, pero esto ha sido aprovechado por los grandes demócratas de China y Venezuela para criticar a Estados Unidos. Dice Maduro que estos hechos «no hacen sino reflejar la profunda crisis por la que actualmente atraviesa el sistema político y social de EEUU« (sic).
Ya sabe que hay quien ha comparado este hecho con el cerco a nuestro Congreso (el núcleo simbólico de la democracia en nuestro país) durante la sesión de investidura del presidente del gobierno el 29 de octubre de 2016. Los manifestantes clamaban exaltados contra un «Gobierno ilegítimo« y algún político -hoy gobernante- lo calificó como algo «saludable». ¿Hay diferencias con el asalto al Capitolio de Estados Unidos? Por supuesto que las hay, pero ¿hay similitudes? Por supuesto que las hay. Una de las diferencias es cómo ven determinadas personas uno y otro hecho, uno criticable y otro saludable.
A todo esto, la algarada americana fue jaleada por su propio presidente. Estamos locos. Pero dicho esto, resulta que las redes sociales censuran y clausuran las cuentas de Trump. Es decir, se establece una censura de un medio de expresión puesto a disposición de todo el que quiera utilizarlo, pero alguien decide que alguno no puede cuando ese alguien no quiere. Ojo, no censura una red social a un lunático, el que censura es un paisano con nombre y apellidos que vive en no sé qué sitio y que decide sobre lo divino y lo humano, y sentencia él solito lo que sí y lo que no se puede decir y quién puede decirlo y quién no. ¿Para qué está la justicia y las leyes?. Si alguien comete un delito que se le juzgue, pero ¿un paisa decide por sus narices? Miedo da.
Otra prueba. Una alta dirigente política después de criticar que la borrasca Filomena tenga nombre de mujer (lo decide a priori un grupo europeo y la primera borrasca fue Alex) se vino arriba y puso a caldo a los que dicen la COVID. Este acrónimo, utilizado en todo el mundo, viene del inglés: «COronaVIrus Disease», y disease significa enfermedad, que es femenino (hasta hoy, mañana ya veremos). Así que lo correcto es la COVID (otra cosa es el virus), aunque la RAE también admite el masculino, para sorpresa de propios y extraños (metonimias aparte).
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Nos siguen diciendo que el IPC está por los suelos. También lo expliqué anteriormente. Pero el recibo de la luz está por las nubes. Solución: compre un yate, lo quema y tendrá luz y calor a buen precio. Locos.
Ahora les ha dado a famosas (en femenino) por publicar fotos con poca o ninguna ropa en la nieve. ¿Estamos locas? Quizás sí, o no, y aquí sí sabemos lo que queremos, cistitis mediante: seguir en el famoseo para que no baje, o suba, el caché. El mismo que hace que la chica de la medianoche quizás presente las próximas campanadas vestida con 3 uvas estratégicamente situadas mientras cobra el doble que el señor con cara de pasmo que la acompaña (la cara puede ser por el vestido o por enterarse de la diferencia de sueldo), eso a pesar de que exigimos igual salario para igual trabajo con independencia del sexo, y de que así vemos a alguna famosa serlo demostrando sus dotes intelectuales y profesionales y no como mujer objeto-florero. Me temo que veré al señor de cara de pasmo presentando las próximas campanadas vestido sólo con un tanga de leopardo.
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¿Estamos locos? ¿Quiere que siga?
P. D.: Sigo. Y en estas aparecen ellos, los chicos. Y en un alarde de igualdad lo hacen también ligeros de ropa en la nieve. Con alguna diferencia claro, ya que es más fácil tapar donde no hay que donde hay, y así se presentan muy guapines en calzoncillos o bañador o con alguna batita. Criaturas. El objetivo seguramente es el mismo que el de ellas. ¿La causa? Quién sabe si tiene que ver con Einstein cuando dijo que solo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana.
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