Es posible, amable lector(a), que usted haya deseado en algún momento de su vida entrar en una lista Forbes. Tampoco es que haga falta que encabece la lista de multimillonarios, pero con estar entre alguno de los 2.268 que aparecen en la del ... año 2022, igual nos valía a todos. A falta de pasta suficiente para entrar en la dichosa lista, vale más quedarse con el consejo de Epicuro para sentirse rico: «no te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia». Aunque visto cómo aguantamos serenamente las embestidas que le meten a León, aquí parecemos más estoicos que epicúreos.
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Ya decía Cervantes, por boca de Sancho en el capítulo XX de la Segunda Parte del Quijote que «dos linajes solos hay en el mundo, como decía una agüela mía, que son el tener y el no tener»; a este paso vamos a tener menos en León que lo que tenían los abuelos, y eso no había pasado en nuestra historia. No tenemos la población que teníamos, ni el empleo que teníamos, ni la vida en los pueblos que teníamos, ni la esperanza en el futuro que teníamos. Como estamos apuntados al linaje de no tener, no tenemos paisanos en la lista Forbes de los más ricos. Pero como somos de León, parece que ni falta nos hace.
Menos mal que ha venido a compensar Forbes esa ausencia con otra lista en la que León sí ha metido la cabeza. Y muy bien, por cierto. Einstein había afirmado que estaba absolutamente convencido de que ninguna riqueza del mundo puede ayudar a que progrese la humanidad y que lo fundamental es la paz permanente y buena voluntad perdurable, añado yo que además del talento y la constancia académica. Y ahí es donde León aparece para Forbes. Han confeccionado otra lista con la gente que está llamada a cambiar el mundo. Les llamará a ustedes la atención seguramente, pero no aparece en ella ningún político ni futbolista alguno. No todo está perdido.
Si vemos la cantidad de espacio que ocupan en los medios de comunicación la política y el fútbol probablemente tendremos una visión altamente distorsionada de la realidad de la sociedad en la que vivimos. Las ideologías son aquellas creencias que permiten diseñar proyectos para solucionar los problemas de la sociedad, pero no parece que ni todas juntas de forma colaborativa vayan a solucionarnos la vida a corto plazo, mucho menos con el grado de atomización, dispersión, desafección y polarización que se tiene ahora mismo en León. De las energías y tiempo que nos distrae el fútbol, prefiero ni hablar. Sin embargo, el avance de esta sociedad con sus problemas, sus anhelos de mejora, sus expectativas inclusivas y la habitual retahíla que ustedes quieran, vendrá de la mano del talento y la constancia aplicados a un conjunto de disciplinas, que como ha quedado acreditado, se enseñan muy bien en León y su Universidad. Probablemente por eso no se imparta aquí Ciencias Políticas.
El caso es que hay tres personas intensamente vinculadas con León que se aparecen en esa lista, mucho más meritoria que la de acumular dólar sobre dólar con el trabajo de los demás. Pablo Álvarez, Sara García y César de la Fuente son nombres que deberían ser modelos para las personas jóvenes de León. A mí no me estorban esos modelos humanos que corren detrás de una pelotita con una angustia social como si al día siguiente se acabara el mundo, que están todo el rato escupiendo, llevan el cuerpo tatuado con estilo horror vacui, porque no les entra un tatuaje más ni en el lóbulo frontal del cerebro, y que profieren con fruición bonitas frases sobre la concha de tu madre. No me estorban porque de todo tiene que haber para entretener al personal para que no caiga en cómo va el mundo y su vida, que el panem et circenses es ya muy viejo. Basta ver los campos donde juegan miles de niños leoneses cada fin de semana para darse cuenta de que los padres que se ponen como energúmenos para que el retoño o la retoña sea el siguiente Messi insultando a los jugadores contrarios, al árbitro, a los padres del otro equipo y al que pone a regar el campo, no tienen el modelo del talento que cambiará el mundo en el mismo sitio que los científicos y astronautas leoneses. Dudo mucho que los de la pelotita que han sacrificado los valores del deporte a fichas multimillonarias sean capaces de acrecentar las fronteras del conocimiento y de diseñar el robot que opere en el quirófano del hospital de León, o que se instale en las empresas leonesas de la próxima, o de dar con el fármaco que nos mejore a todos la existencia. Ganarán mucho más dinero, pero no deberían ser modelo prevalente, y mucho menos único, porque vendrá una lista a recordarnos la diferencia entre lo importante y lo entretenido.
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De momento hay tres nombres que deberían estar en el mármol solemne de las personas ilustres de León, los de Pablo Álvarez, Sara García y César de la Fuente, que están en la mejor lista que Forbes podía hacer. A ellos y a los que como ellos hacen del esfuerzo, la formación y la constancia el motor de su vida, encomendamos nuestro futuro. Y el de Forbes.
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