Un 9 de febrero
En fin, desde aquel 9 de febrero, hace la ya histórica cifra de 1462 años de nada
Carlos J. Taranilla
Miércoles, 9 de febrero 2022, 10:35
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Carlos J. Taranilla
Miércoles, 9 de febrero 2022, 10:35
No queríamos pasar por alto esta entrañable fecha con la que se ha dado nombre a una calle en el barrio de La Chantría, pero cuya raíz se hunde en la plaza del Grano, no tan típica desde que hace menos años que lentejas dan ... por un duro se llevó a cabo su remodelación, sustituyendo el antiguo empedrado de cantos de río por otro de imitación dispuesto en abanico para «hacer bonito». Pues, ¿qué importa el empedrado tradicional si de lo que se trata es de ejecutar obra ciudad adelante?
En fin, a lo que íbamos. En la más típica –pese a todo– de nuestras plazas, una cruz conmemora el suceso milagroso conocido como la «Aparición», que aconteció un 9 de febrero del año 560 cuando un pastor que cuidaba su rebaño observó que los corderos estaban enredados entre unas zarzas y doblaban las patas delanteras como si permanecieran arrodillados. Al acercarse, encontró entre el zarzal una bonita imagen de la Virgen María.
En conmemoración del feliz hallazgo, se levantó a escasos metros una primitiva ermita, sobre la que se construyó en el siglo XII, en estilo románico, la actual iglesia de Nuestra Señora del Camino la Antigua del Mercado, nombrada así en alusión al mercado de granos y cereales que antiguamente se celebraba en esta plaza.
Plaza de muchos misterios, pues en las catas y excavaciones realizadas con ocasión de las citadas obras de remodelación, aparecieron gran cantidad de restos humanos, entre ellos, en 2016, dos cuerpos introducidos en sus sarcófagos; restos que han sido relacionados con el cementerio ubicado en la parte posterior de la vecina iglesia.
Aquí estuvo también el antiguo rollo de justicia, luego trasladado extramuros al barrio de Santa Ana, que tomó de él el nombre para una de sus calles típicas, el Rollo de Santa Ana, que la especulación urbanística, como en tantos sitios (negocio obliga), borró del mapa urbano.
Y en el aledaño convento de las Carbajalas se dice que permaneció acogida cuando llegaron las hordas napoleónicas la guapa Pepita Tudó (Josefa Petra Francisca de Paula de Tudó y Catalán, Alemany y Luesia), primero amante y, con el tiempo, ya en el exilio, esposa de Manuel Godoy, el «favorito» de Carlos IV, mejor dicho, de su esposa, la reina María Luisa de Parma, a quien tuvo la galantería de enviar un ramo de naranjas cuando sitiaba la ciudad portuguesa de Elvas en el transcurso de la brevísima guerra del mismo nombre que mantuvo España contra el país vecino del oeste, estando aliada con el país vecino del este.
Respecto al meritado enlace entre la guapa artista y el Príncipe de la Paz (título que logró «el favorito» con su inútil intervención en el antedicho conflicto), también se dice que ya habían contraído matrimonio de manera secreta mucho antes de la invasión francesa, en 1797. Y también es un misterio si la Tudó pudo ser la modelo de las «majas» vestida y desnuda de Goya, que siempre se han atribuido a la duquesa de Alba.
En fin, desde aquel 9 de febrero, hace la ya legendaria cifra de 1462 años de nada.
(Texto extractado de «Enigmas y misterios de León». Ed. Almuzara, 2018)
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