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Desempolvar antes de prometer

Un recurrente truco de mal mandatario aconseja rescatar en el último momento todo lo que se prometió para un período que se antojaba larguísimo en el momento de comenzar a gobernar y que uno no sabe cómo, pero llega abruptamente al final

Eduardo Fernández

Viernes, 24 de marzo 2023, 19:25

El inicio de lo que amenaza con ser una eterna primavera de campaña electoral que nos va a llevar hasta las Navidades, con dos citas tan señaladas como las elecciones municipales de mayo y las elecciones generales del último día que Sánchez pueda, ha dado lugar a la limpieza cuatrienal de proyectos. Les recuerdo que estamos en año multielectoral a aquellos bien pensados que sientan un súbito regocijo interno ante el desenfreno pecaminoso de proyectos prometidos por el Gobierno de la Nación para esta tierra. Al fin y al cabo, los leoneses somos de natural agradecido y confiado.

Un recurrente truco de mal mandatario aconseja rescatar en el último momento todo lo que se prometió para un período que se antojaba larguísimo en el momento de comenzar a gobernar y que uno no sabe cómo, pero llega abruptamente al final. Con lo prometedor que era el sanchismo y se avecina el término de la legislatura cuando muchos políticos socialistas han quedado inéditos en la defensa de lo nuestro. Ya escribió Quevedo que nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir. Aquí nadie ofrece tanto como los desesperados socialistas en campaña. Yo he vivido esa angustiante sensación de mirar alrededor y no encontrar a quien echarle la culpa. Que es lo que pasa cuando son socialistas los principales alcaldes, el Consejo comarcal de El Bierzo y la diputación y el Gobierno de la Nación.

Claro que aquí siempre les queda la Junta como recurrente último recurso para darnos la tostada con lo que son competencias autonómicas y todo el amplio mundo que no le corresponde a la Junta, pero que le cae igual porque aquí suena bien. No será porque la Junta no haga algunos méritos cada vez que puede, por ejemplo para dejarle espacio libre a las promesas de quien no cumplió lo suyo y ahora dice que va a cumplir lo de los demás, como la pronto ex ministra de Industria con el Parque agroalimentario que tenía que haberse impulsado a instancia autonómica. Si es que no se le puede poner más fácil.

El caso es que si algún despistado lector no recordara que vamos a tener elecciones, ronronearía de gozo con todo lo que nos están prometiendo en los últimos tiempos. Estamos en un aquelarre de promesas sin interrupción. Las infraestructuras para las que no se ha mirado desde que Sánchez llegó a La Moncloa -aupado también por los votos de los que hicieron atentados en León y contra leoneses-; más autovías, nuevas vías férreas y hasta estación lunar. En los años del sanchismo no solo se han terminado la León-Valladolid y la Ponferrada-Orense, sino que se han pasado de frenada y llegamos a Soria y a O Carballiño por autovía, por no decir que nos han puesto un tren bala en ese trayecto digno de ferrocarril decimonónico que es el tramo León-Astorga-Ponferrada, que así es como se cose internamente esta provincia. No tenías infraestructuras y ahora prometemos centros logísticos que harán palidecer los dibujos tan chulis que hicieron de Torneros. Regadíos como para anegar tres Páramos, y dos Ciudades del Mayor venidas a centro de día. El Emperador que va a ser la envidia del Centro Pompidou, el MOMA y la Scala juntos. Cienes y cienes de empleos que harán subir la población de la provincia. Y muchas, muchas, pero que muchas mesas por León, y sillas por León, y banquetas por León y lo que sea por León. Los alcaldes entregados con fruición a un frenesí pavimentador capaz de cambiar la cuenta de resultados de todas las empresas de asfaltos de España.

Y la transición justa. Eso sí que nos ha llenado todos estos años, la transición justa; que si no llegan a venir a tiempo a cerrar las tres térmicas de la provincia, estos del PP eran capaces de estar todavía quemando carbón en lugar de esto tan progre que es subirnos la factura de la luz y mandar a todos los de las térmicas y su empleo indirecto y auxiliar a reconvertirse en startups tecnológicas. Esto es lo que está sujetando el producto interior de la provincia, en plena orgía de fondos next generation, que era el palabro de moda entre nuestros dirigentes socialistas en la legislatura que va tocando a su fin. Y es que en León es bajarte del tractor o salir del taller y darte de bruces con un next generation que convierte La Cepeda en un cruce entre Sillicon Valley y Bangalore.

Ruíz Iriarte concluyó que el delito de los que nos engañan no está en el engaño, sino en que ya no nos dejan soñar que no nos engañarán nunca, y así están muchos votantes socialistas. De repente se han acordado de que va a haber elecciones y todo lo que no se hizo en cinco años de sanchismo se va a hacer ahora, pero si eso, ya en los presupuestos de 2024. Que me pregunto yo si en lugar de la traca final de pasta que les han dado a los indepes en Cataluña no podía haber venido en los Presupuestos Generales del Estado algo aquí para abrir boca. Pues no. Todo es vital, todo se va a hacer -porque aquí son todos del laicismo puro, pero bien que nos piden fe, que es creer lo que no vemos-, aunque salvo que medie el Tito Berni, será ya para otros presupuestos, que total serán cuando ellos ya no estén, porque hay un diminuto detalle previo, que se llaman elecciones generales.

Prometer y no gastar, no descompone casa. Otra cosa es que a estas alturas engañen a nadie, que como advirtió Mazzini, las promesas son olvidadas por los gobernantes, nunca por el pueblo. Yo me limito a aconsejarles que cuando vayan al enorme baúl de los compromisos incumplidos y las expectativas abandonadas en León, desempolven sus promesas antes de volver a presentárnoslas, que si no, con el polvo que han cogido en estos cinco años, nos van a asfixiar antes de disfrutar de tanta cosa nueva.

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