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El ecologismo y la izquierda

La impotencia de la izquierda comunitaria para afrontar la crisis de 2008 forzó la búsqueda de terceras vías innovadoras

ANTONIO PAPELL

León

Miércoles, 29 de julio 2020, 05:08

Es evidente que la socialdemocracia europea ha atravesado una profunda crisis de orígenes muy complejos que llegó a extremos inquietantes con la crisis financiera y de deuda 2008-2014,cuando la comunidad internacional, todavía impulsada por las tesis neoliberales anglosajonas -Reagan y Thatcher-, quiso salvar el bache provocado por los excesos del capitalismo mediante duras políticas de austeridad que han adelgazado a las clases medias europeas (sobre todo de los países del Sur) y han generado una fuerte desafección hacia la Unión Europea, que quizá pueda paliarse gracias al pacto de reconstrucción recién aprobado por los 27. El nuevo milenio empezó bien para los socialdemócratas. Al frente del Gobierno de sus respectivos países estaban Gerhard Schröder en Alemania, Tony Blair en el Reino Unido, Lionel Jospin en Francia (cohabitando con el conservador Jacques Chirac de presidente), Massimo D«Alema en Italia y Romano Prodi al frente de la Comisión Europea. Nada comparable a la situación actual, cuando la izquierda controla ahora el poder en países de menor peso (España, Portugal y Suecia son los más destacados) y en la UE perdió las presidencias más relevantes (Comisión, Consejo, BCE, Eurogrupo). Varios partidos socialdemócratas -en Francia, Italia o Grecia- están además al borde de la consunción.

La impotencia de la izquierda comunitaria para afrontar la crisis de 2008 forzó la búsqueda de terceras vías innovadoras. A principios del milenio, verdes y socialdemócratas formaron fecundas alianzas como las encabezadas por Schröeder en Alemania desde 1998, pero ni la experiencia cuajó en otros lugares ni los verdes consiguieron mayorías significativas en parte alguna. Desde entonces, tal corriente se ha mantenido en un discreto segundo plano poco influyente, en Alemania por ejemplo, hasta fechas recientes en que ha habido una cierta resurrección del movimiento, que no es homogénea. En las pasadas elecciones municipales francesas, los Verdes han cosechado un resultado magnífico y han obtenido alcaldías como Lyon, Marsella y Estrasburgo, al margen de haber sido decisivos en el respaldo a la socialista Anne Hidalgo en la Alcaldía de París. Los Verdes están también por delante del SPD en Alemania desde hace más de un año, según las encuestas, y son decisivos en Austria y Holanda. Sin embargo, el Sur y el Este de Europa no han sido receptivos a estos vientos ideológicos.

Probablemente la causa de que la ideología de los Verdes, conservacionistas, apóstoles de la lucha contra el cambio climático, partidarios de la desnuclearización y de la descarbonización, no termine de prosperar es que sus postulados han sido abrazados ya por las ideologías convencionales, que además han añadido otros elementos tecnológicos innovadores: la digitalización y la formación más intensiva y pragmática son complementos inseparables del ecologismo si se quiere trascender la etapa arcádica del conservacionismo idílico y conciliar la preocupación climática con el desarrollo. La socialdemocracia es verde en España, por poner el ejemplo más a mano, y el actual Gobierno cuenta con una vicepresidencia de Transición Ecológica -el ministerio se denomina para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico de España- que matiza toda la obra de gobierno de acuerdo con las pautas del Tratado de París.

También la derecha democrática española, el PP, se alinea con el gran consenso medioambiental, y de hecho no ha habido discusiones poder-oposición en esta materia, en que los consensos son fáciles de obtener. En estas circunstancias, cuando los partidos tradicionales asumen el imperativo ecologista, es muy difícil que un partido específico de ese signo se abra camino.

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