Cuando se acaba el año, y más éste que ningún otro, muchos de nosotros realizamos un balance de lo que ha sido y de lo que no ha sido; de lo que ha pasado y de lo que no; de lo que hemos ganado ... y de lo que hemos perdido, de lo bueno y de lo malo.
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Pese a que el 2020 será para todos nosotros un año que no podremos olvidar fácilmente, para cerrarlo con honores- e incluso, para darle una patada que lo aleje de nosotros lo más posible- les invito a hacer un ejercicio de memoria que mirando a lo que han sido estos 365 días nos permita realizar un pequeño resumen que, estoy segura, no será todo lo amargo que en estos momentos nos parece. Intentemos sacarle al 2020 un sabor al menos agridulce y para ello, les propongo, como yo voy a hacer, pensar mes a mes en una cosa buena y en otra mala que les haya pasado (que no todo va a ser malo y así terminamos el año con un punto de optimismo).
Enero: lo mas difícil acostumbrarme a la ausencia de la llamada diaria, a convertirme en huérfana de una madre que ha estado muy presente…. Lo más fácil, darme cuenta que puedo hablar con ella a diario, y que lo puedo seguir haciendo porque de alguna forma sigue y seguirá conmigo siempre.
Febrero: lo más duro, deshacer la casa natal… La compensación, llenar mi casa de sus cosas, haciendo presente su recuerdo.
Marzo: lo peor y lo mejor de este mes, el confinamiento. Pese a esa primera extrañeza, reconozco que gocé absolutamente de tenerles a todos en casa.
Abril: lo más difícil, aprender a dosificar las horas que dedico al trabajo; lo más fácil, comer juntos a diario y poder disfrutar de la familia sin tiempos ni agobios.
Mayo: lo inasumible, la muerte de tanta gente mayor muy querida para mí, sobre todo en Alcalá, y ver lo mal que lo han pasado sus familias. Por todos, mi querido Juanlo… La cosa buena de este mes, volver a pisar la calle, y empezar a normalizar. Además, mi discípula leyó su Tesis con honores y me siento muy orgullosa de su trabajo excepcional.
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Junio: cumplo un año más y aquí sigo, que no es poco, y encima estamos todos bien con la que está cayendo; no obstante, empiezo a intuir los problemas de tanta gente cercana a la que la pandemia está machacando. Me siento tristemente afortunada… porque de poco vale que me vaya bien si a muchos de los que me rodean les va mal…
Julio: una alumna consigue emocionarme con la exposición de su Trabajo de Fin de Grado lo que me demuestra que lo que hacemos a diario vale la pena…. Idéntico al mes anterior, persiste mi preocupación por tantas personas que lo están pasando fatal.
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Agosto: lo peor es que me rompo un metatarsiano del pie izquierdo (nunca me había roto nada); lo mejor, tal y como caí podía haberme roto los dos (y no bromeo). Me gustaría tanto poder ayudar más a dos personas muy queridas… pero pasará. Me gustaría poder abrazarlas agusto.
Septiembre: empiezo el nuevo curso. Es difícil dar clase con mascarilla… nos cuesta a todos acostumbrarnos a la distancia social y a las restricciones… De todas formas, podría haber sido peor, porque al menos me quitan la férula y solo cojeo un poco… aún no hace frio.
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Octubre: pequeña escapada y sensación de vacaciones al fin (aunque sean de tres días). Tristeza por las quejas razonables de tanta gente a la que la pandemia sigue golpeando… me preocupan especialmente la hostelería y las tiendas pequeñas…no está siendo nada fácil para ellos. Mas tristeza…mi amiga del alma tiene cáncer…saldrá, saldremos adelante. Seguimos sin abrazos…
Noviembre: conseguimos mantener la presencialidad y el curso avanza sin problemas… eso sí, con mucho frio…. los profesores aún, pero los alumnos…sentados ahí tantas horas… unos héroes auténticos. Me sigue motivando el contacto diario con los estudiantes y constato el esfuerzo que están haciendo. Me preocupa terriblemente la situación de tantas personas a las que las Administraciones no consiguen dar respuesta, sin acertar con medidas efectivas que palíen tanta necesidad.
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Diciembre: lo bueno y lo malo, una Navidad llena de presencias y de ausencias. Superlativo, ver ayer a Araceli vacunarse…la luz al final del túnel. Con suerte, la normalidad, que no esa idiotez de la «nueva normalidad»…..y podremos abrazarnos!!!!
Y tras este breve recorrido por lo que ha sido mi año, que podría ser el de cualquiera, creo honestamente que tampoco todo ha sido tan malo… y, en todo caso, éste 2020 ya se acaba.
Por eso, y en tal día como hoy que termina el año me gustaría dar una pincelada de optimismo de cara al próximo 2021, y nada mejor que las siempre sabias palabras que mi paisano Cervantes puso en boca de D. Alonso Quijano que, en el Capítulo XVIII de la Primera parte del Quijote, le decía a Sancho: «Todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas, porque no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca».
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Feliz 2021 para todos!!!!
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