Transferir a diversas corporaciones u oficios parte de la autoridad que antes ejercía el Gobierno supremo del Estado es la definición que la RAE da a la descentralización. Probablemente esta definición tenga mucho que ver con la constatación del sistema de las autonomías, mejor dicho, ... expresa la sintonía con la idea primigenia del proceso autonómico, con su objetivo.
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Y es que a nadie se le escapa que el sistema político autonómico fue concebido para la descentralización y reparto, que hasta ese momento descansaban en el Estado hacia los entes autonómicos, a través de transferencias competenciales. Ese proceso, que podríamos concluir, no fue hecho desde la objetividad y desde el respeto a lo que la Constitución planteaba, como bien sabemos los leoneses. Ese proceso ha degenerado en un sistema que contempla comunidades sin identidad, enormes para su gobierno y que ha cambiado solamente, como logro aterrador, el destino de la centralización física de Madrid a otros lugares, y en lo que respecta a nosotros no creo que haga falta decir hacia dónde.
Hoy nos encontramos con las ocurrencias de algunos que pregonan esa descentralización afirmando que deslocalizan pequeñas instituciones, engañando a la ciudadanía deslizando la idea de que eso no es importante ni trascendental. Y a éstos se suman los que ahora han llegado a ese proceso que algunos llevamos exigiendo hace décadas. Llegando a una realidad que se ha convertido en un trampantojo que solo parece buscar rentabilidad política.
Pero esta columna no tiene como objetivo quitar la careta a quien lleva tantos años quitándosela y poniéndosela cuando les interesa, hoy lo que quiero es demostrar lo importante que es para una Mancomunidad de Provincias como Castilla y León, que no todo se concentre en la no capital. No es difícil ver que alrededor de toda la infraestructura de las distintas instituciones autonómicas se configura un torbellino de sinergias que plantea núcleos de poder que atrapan todos los esfuerzos públicos y privados. Más allá de los beneficios evidentes de los funcionarios correspondientes, trabajadores con una estabilidad presupuesta, que aportan mucho a los lugares donde desarrollan su proyecto vital, nos encontramos con casos tan chocantes como lo que intentaba justificar ayer el Consejero de Fomento, y que no es otra cosa que defender que el Centro de Recuperación de animales silvestres se encuentre en Valladolid y Burgos `por criterios técnicos. Nada importa que León sea la provincia con mayor número de espacios naturales protegidos (donde habitan esos animales), nada importa que la Facultad de Veterinaria, de las más prestigiosas de España, tenga una Hospital Veterinario de calidad, nada que en 2016 el propio consejero firmara con la Universidad de León el instaurar ese Centro de Recuperación, nada importan estos argumento ante sus explicaciones de que Burgos y Valladolid son los elegidos por criterios puramente técnicos… técnicos?.
Esto es lo que justifica que alguno seamos persistentes en esa descentralización, no solo como una de las armas importantes para luchar contra la despoblación, sino también para repartir justicia y presumir de equidad, si no lo hacemos, corremos el riesgo de contemplar con total normalidad que los territorios se desarrollen con evidentes desequilibrios territoriales, y que alguno alimente la ceguera política para mantener su estatus. Como diría Saramago «Es hora de aullar, porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan, y no hacemos nada por contrarrestarlos, se puede decir que nos merecemos lo que tenemos».
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