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Carlos Cano. JUAN ORTIZ
Los Currelantes

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ABRIENDO EL COMPÁS ·

A veces nos perdemos en ese debate político que nos arrolla cada día, en ese humo que nos venden, esas preocupaciones que no son las nuestras, pero que las defendemos como si nos fuera la vida en ello

Jueves, 26 de enero 2023, 11:06

les soy honesto siempre me he considerado un tipo con suerte. No hablamos de esa suerte en la que te toca un viaje de esos maravilloso e idílicos a Mikonos sorteado en la discoteca de moda, y jamás he rascado bola en ninguna de las ... loterías y apuestas del Estado ni he conseguido el top ten de los premios, el deseado sueño del sueldo Nescafé para toda la vida.

Sin embargo, la realidad es que, en los momentos cruciales, los verdaderamente importantes, las cosas me han salido razonablemente bien.

Quizá se pregunten qué es eso de lo verdaderamente importante. Y dependiendo de para quién sea esa pregunta el abanico será muy grande o pequeño. Para algunos lo realmente importante es que su equipo de fútbol gane cada domingo o que este año no llueva durante la semana de Pasión y puedan desfilar los pasos.

En la gran película de Fernando Palacios (1961) 'Tres de la Cruz Roja', la preocupación de Jacinto, interpretado por el genial José Luis López Vázquez, era si esa tarde que había partido de la Copa de Europa jugaba de delantero Cañoncito Pum, el magnífico Ferenc Puskas.

Un buen amigo mío y locutor radiofónico, de esos que ya tienen la vida resuelta, me decía que cuando se jubilase su única preocupación consistiría en estar pendiente de que cuando se tomase una copa de manzanilla, esta estuviese lo suficientemente fría.

Incluso a veces nos perdemos en ese debate político que nos arrolla cada día, en ese humo que nos venden, esas preocupaciones que no son las nuestras, pero que las defendemos como si nos fuera la vida en ello.

Hace años, durante la famosa crisis financiera, escuché a un concejal leonesista, tras un batacazo monumental en unas elecciones municipales de esos que crean hemeroteca y fonoteca, que aquello había sido fruto de la crisis económica.

Es decir, que cuando la gente va asfixiada y no sabe cómo llegar a fin de mes para pagar las facturas y la cesta de la compra, ese tipo de «romanticismo» pasa a quinto o sexto lugar dentro de la escala de prioridades.

Algo parecido a aquello que cantaba Carlos Cano en la Murga de los Currelantes: «Se acabe el paro y haya trabajo, escuela gratis, medicina y hospital…».

Hemos comenzado un nuevo año de la misma manera que dejamos el anterior. Nuestros políticos en vez de ayudar y aprovechar el inicio de año para rebajar y desinflamar siguen haciéndose fuertes en la crispación y la bronca. Escasean las ideas y sobre todo la intención y, por tanto, desaparece la política. Todo es ideología o «ideologizante».

Y lo verdaderamente importante, nuestras preocupaciones de cada día, las de verdad, como las listas de espera en sanidad, la falta de psicólogos para tanta demanda de salud mental o el día a día en un hospital en el que un anciano que está cuidando de otro, le ruega al médico que no les den el alta porque viven solos, con los hijos en otra ciudad y no tienen capacidad económica para pagar una residencia. Ustedes ya saben de lo que les hablo.

Pero nada, seguimos perdiendo el norte con los niñes, la sindicación de los mastines y la última, el latido fetal. Que decía Cano: «Y es que las dentaduras ya no están duras pa estas güesuras».

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