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Hace menos de una semana, nuestra Carta Magna celebró su 43 aniversario desde su ratificación por el pueblo español el 6 de diciembre 1978, fecha, desde entonces, señalada, en la medida en que, como ya he dicho reiteradamente en esta columna con motivo de anteriores ... efemérides, resulta una norma «necesaria e insustituible», la norma por excelencia.. Y ello, porque, durante décadas, nos ha garantizado una convivencia en paz y en democracia, a partir de 169 preceptos que se alejaron conscientemente del sectarismo para intentar dar cabida a todos, desde la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político que se consagran en su artículo uno.
Los españoles de la generación de la Transición hicieron algo grande, algo sin precedentes en nuestra historia, que se engarzó en el común deseo de nuestros padres y abuelos de convivir en democracia y en paz, pilares necesarios de un progreso social que se tornó entonces imprescindible. Es precisamente por ello que el fruto de aquel consenso se ha ganado el merecido respeto de todos los españoles de bien, respeto, incluso, desde la discrepancia, como también he dicho en alguna oportunidad.
Nuestra Constitución, precioso resultado del diálogo y del consenso que unió a partidos políticos tan dispares como AP, UCD, PSOE, PCE y Nacionalismo catalán- contando incluso con la abstención del PNV- que compusieron un crisol variopinto que la pactó tras haber acordado la amnistía por los hechos de un pasado que todos quisieron superar (y todavía lo quieren, pese a quienes se empeñan en resucitarlo).
Precisamente ese respeto que le debemos a nuestra Constitución, implica que el portavoz de Unidas PODEMOS, el partido que nos está «cogobernando»- un tal Jaume Asens- no pueda referirse de forma despectiva a nuestra Carta Magna a la que tilda de «traje viejo». Menuda desfachatez. No me imagino lo que este sujeto debe llamarnos a las señoras estupendas que nos movemos en los «taitantos», y pico… En fin.
Partiendo de lo que puede ser una buena metáfora, si la Constitución es un traje, el traje de nuestra Democracia, lo es de «fondo de armario» y sus costuras atemporales e indelebles, cosidas con el hilo del consenso gestado por la generación del 78- cuyas formas de hacer ni éste sujeto, ni ninguno de los de su partido son capaces de atisbar ni de lejos- son las que, entre otras cosas, le garantizan a él y a los suyos estar en el Gobierno de Sánchez. Un Gobierno que se empeña en resucitar realidades que bien poco nos importan a la mayoría, con planteamientos más que viejos- esos sí- yo los llamaría «viejunos», y que, desde luego, resultan quiméricos e inviables, por mucho que con ellos algunos se empeñen en minar nuestro orden constitucional con tal de tapar sus propias incapacidades que cada vez están más a la vista de todos.
Solo desde esta óptica cabe entender mejor ese empeño en horadar el sostén de nuestra Democracia con el que, por mucho que voceen y critiquen, no van a poder porque, afortunadamente, no tienen en su mano la mínima capacidad de tocarle ni una puntada al traje, por la falta de las necesarias mayorías y, mucho menos, ni gozan de la indispensable fuerza moral o política que les permitiría acabar, como les gustaría, con nuestro actual sistema (aunque lo intenten a diario).
Para «tunear» siquiera mínimamente este traje que ya nos ha durado 43 años, y que, por cierto, nos ha vestido divinamente a juicio de todos los Gobiernos que ha habido fruto de la alternancia política propia de la madurez democrática -hasta el actual-, debería reflexionarse muy a fondo sobre cómo recuperar ese consenso jurídico imprescindible y el social irrenunciable para acometer cualquier reforma, que solo debe hacerse si mejora el Texto actual; en estos momentos, y a la vista de la actitud de una parte del Gobierno, no parece muy viable.
Por eso, atacar a la Constitución el día de su cumpleaños es una soberana cutrez, una auténtica pataleta que me recuerda a la fábula de la zorra de Esopo cuando, por no alcanzar las uvas, la vulpeja señalaba muy digna: «están verdes»
En un cumpleaños lo que se hace es felicitar al homenajeado. Así que, Feliz día de la Constitución. Feliz 43 Aniversario.
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