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En unos días, el próximo 2 de octubre, día de los Santos Custodios conmemora a su patrón, el Ángel de la Guarda, el Cuerpo Nacional de Policía. Y no creo que haya un lugar mejor que esta columna de opinión para rendirle, desde la ... admiración más absoluta, un reconocimiento especial, convencida de que con ello pongo voz a toda la sociedad leonesa que ese día amanecerá con un cielo azul marino.
Y es que León es una provincia trufada de Comisarias- hasta cuatro- en León, San Andrés Astorga y Ponferrada donde la Policía Nacional, nuestra Policía Nacional, está presente y tiene un hueco especial en el corazón de cada leonés de bien; en contrapartida, me consta, el Cuerpo Nacional de Policía tiene un especial cariño a León, forjado entre los muchos leoneses que han sido y son, con el máximo orgullo, miembros del mismo. Hombres y mujeres tenaces y valientes que representan lo mejor de esta tierra.
Pues bien, como con esto de la maldita COVID-19 y las restricciones sanitarias que lógicamente se imponen, no podremos disfrutar tanto del día del patrón como nos gustaría, vaya en estas letras mi homenaje sincero y un abrazo en papel- que de los otros, por ahora, no podemos dárnoslos- desde lo más profundo del corazón para todos y cada uno de ellos.
Nuestra Constitución, en su artículo 104.1, confiere a la Policía Nacional, junto a la Guardia Civil (a la que, lo adelanto, le dedicaré mi próximo escrito) la misión de proteger los derechos fundamentales y las libertades públicas de los ciudadanos, garantizando nuestra seguridad en grado de excelencia, como se desprende del hecho de que Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, año tras año, sean las instituciones mejor valoradas que suscitan mayor grado de confianza en la sociedad española.
No obstante, esta valoración que se repite en cada barómetro del CIS y que en cualquiera suscitaría la legítima satisfacción del trabajo bien hecho, lejos de la autocomplacencia, deriva en un acicate de responsabilidad para seguir cumpliendo su misión las veinticuatro horas del día, con una total disponibilidad al bien público en situaciones nunca fáciles.
Misión que se centra en garantizarnos a todos las altas cotas de seguridad, tranquilidad y libertad que son el sustrato de la paz social y de la convivencia, arraigadas en valores democráticos que no serían posibles sin la implicación y el trabajo policial.
Seguridad, tranquilidad y libertad de cuya conjunción y equilibrio nace la calidad de vida y el bienestar del que gozamos los ciudadanos, como base del progreso social y económico necesario para nuestra irrenunciable realización como personas.
Seguridad, tranquilidad y libertad para poder dar un paseo a cualquier hora del día, sin miedo, sin mirar a nuestras espaldas, sin otros pensamientos que los habituales de cada uno por los motivos que cada cual prefiera: profesionales, familiares, privados… valores de los que disfrutamos los leoneses con las mayores garantías.
Y no solo eso. Nuestra Policía Nacional, lo sé muy bien, pone mayor esfuerzo y máximo empeño en proteger a los más vulnerables, lo que impone- lo que nos impone como sociedad y como País- velar por los más desfavorecidos, por los más débiles, que se convierten en la mayor preocupación para los cuerpos policiales que trabajan sin descanso para erradicar todas las realidades adversas a las que nos enfrenta nuestra convivencia.
Así, la violencia de género contra la mujer, que continúa segando vidas de forma intolerable; la protección de los menores, siempre vulnerables a las muchísimas amenazas que se ciernen sobre ellos y contra las que se lucha activamente y de forma preventiva a través de cientos de vigilancias e innumerables charlas en Centros educativos, o la protección de nuestros mayores que pese a ser quienes menos lo merecen, a veces sufren violencia, trato inhumano, atentados a su dignidad o estafas…..peligros ciertos con los que algunos desaprensivos atentan a sus vidas tranquilas y sosegadas, bien merecidas después de haber trabajado y haberlo dado todo por nosotros….. son solo meros ejemplos de su quehacer constante.
No me cansaré de repetir que, con su profesionalidad, firmeza y objetividad en el desempeño de las funciones que tienen encomendadas, nuestros policías encarnan un firme compromiso con los valores de nuestro Estado de Derecho del que son un verdadero pilar. Eso sí, siempre arropados por sus familias que, pese a la dificultad que entraña su labor, les dan el soporte y la templanza necesaria para afrontar la dura tarea de ser garantes de la seguridad y bienestar de todos, y siempre desde la generosidad, el valor y la lealtad.
Felicidades a la gran familia del Cuerpo Nacional de Policía de la que, si me lo permitís, me siento un poco parte, en vuestro día de los Santos Custodios.
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