Cazurro Turrado

- «¿Por qué a León?, me decían,

y yo insistía: - ¿por qué no a León?»

A nadie puede extrañar que el Leonés del Año 2021 haya recaído en un hombre que tiene los mismos años que el premio que otorga Radio León, 51, y que lleva décadas practicando el 'cazurrismo' por el mundo: apostando por su tierra, haciendo de León un punto tecnológico que no sólo no deja escapar el talento sino que lo reúne aquí y confía en seguir trayendo más.

Hace unos días, al recoger el reconocimiento, Turrado presumió orgulloso de ser cazurro. «Un cazurro obstinado, cabezón». Porque un cazurro es un tipo tozudo, pertinaz, testarudo, cabezota, empecinado y orgulloso de sus raíces, que no hay duda de que para saber a dónde vamos es crucial tener claro de dónde venimos.

Y dirá la RAE que un cazurro es alguien reservado, de pocas palabras, tosco, basto, torpe… Aunque puede que algunas de esas perlas también retraten a algunos leoneses, yo estoy más con la idea de Turrado, y digo sí a cazurro como alguien currante, tozudo y algo burrín.

Ojalá tengamos más cazurros como Turrado, de esos que venden pocas motos y apuestan por los hechos. Que nos traigan más currantes que crean en esta tierra, que más que buscar la foto busquen firmar contratos, y que cuando firmen uno piensen en el siguiente. Y a eso, a trabajar a piñón por una tierra tristemente envejecida que se va vaciando mientras nuestros jóvenes talentos huyen -obligados- en busca de oportunidades, a eso sí que hay que llamarlo amor por tu tierra.

Llámenlo otros leonesidad, leonesismo, cazurrismo. Llámenlo como les dé la gana. Y llénenlo todo de banderas enormes, y pugnen en precampañas y campañas por ver quién la tiene más grande (la bandera)… Pero dejen la palabrería hueca del «y tú más» o la del «Valladolid ens roba» para cuando León ya no se desangre, que se nos queda en nada y sólo nos limitamos al quejío. De qué sirve lo de montar mesas por León, partidos por León, broncas por León, si a la hora de pasar a la acción no hay quien venza la modorra después de los flashes. Fotos sí, fotos quieren todos, y verse bien estirados en la prensa, pero ahí se queda todo: mucho ruido y pocas luces.

Qué razón tiene Miguel Ángel Turrado en que un grano no es suficiente, y en que además de utilizar muy bien las palabrinas estaría mejor si las unimos con la acción. Que menos anunciar y más hacer. «La pandemia ha cambiado las reglas del juego y ganarán las sociedades que se transformen», recordó.

Y digo yo que, como a la entrega del galardón acudieron buena parte de quienes parten el bacalao en esta provincia, tomarían nota. Y que ojalá se les -nos- meta en la cabeza que atrincherarse en la bronca, el lamento y las envidiejas tiene productividad cero. Que ladrar, bueno, pero mejor morder y agarrar la pieza por el cuello antes de que vuele. Que obras son amores, y que si tanto queremos a León no podemos dejar que se nos muera de tanta soledad.

«Me voy a sentir merecedor de este premio no por lo que he hecho por León, sino por lo que me queda por hacer por mi tierra», dijo Turrado emocionado, en un guiño al discurso de Nicanor Parra cuando recogió el Premio Cervantes. «¡Viva León!», gritó.

Gracias, Turrado, por llevar la bandera de León por el mundo. Gracias por trabajar desde la discreción y la constancia por tu tierra, que es la nuestra, por traer a León prosperidad y trabajo, que falta nos hace. Qué orgullo de paisanos como tú. Viva León, cazurro Turrado. Insistamos más, lloremos menos, o este León se quedará afónico de tanto rugir.