Probablemente, nadie dudaba, que mi columna iba a girar en torno al término inventado por el presidente del Partido Popular, Pablo Casado, que quizá se haya tomado la licencia de retorcer en demasía el diccionario buscando apuntalar una autonomía birregional en la que 4 de ... cada 5 habitantes perdidos han hecho las maletas desde la Región Leonesa.
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Eso sí, que nadie se equivoque, yo entiendo y comprendo que, a veces, los políticos verbalizamos excesos de los que después nos arrepentimos, soy el primero en reconocer que también los he hecho y seguro, los haré en el futuro. No es una justificación, pero la verdad es que cuantas más veces tienes que hablar, más oportunidades tienes de equivocarte. Errar es de humanos, y los políticos lo somos, aunque alguna vez parezca que no.
Ahora bien, en esta identidad y comunidad inventada, todo lo que acontece en ella parece salido de una historia de ficción, como de ficción es utilizar el concepto «castellanoleonesismo», entre otras cosas porque la RAE ni siquiera la conceptualiza como palabra existente, pero también porque de existir sería una contradicción «per se». No menos ficticio parece también que el líder del PP afirme ser «medio leonés» para, a renglón seguido, decir que es «castellano por los cuatro costados». Quizá es que no ha tenido tiempo de entender que León no es Castilla, y que la comunidad autónoma en que nos hallamos no se llama Castilla a secas, sino Castilla y León por estar formada, precisamente, por dos regiones e identidades, la leonesa y la castellana.
Y ese es el problema, que alguien que desembarca en León con la que está cayendo, en una provincia donde sus propios concejales (57) han aprobado el cambio territorial votando por la autonomía de la Región Leonesa, alguien que elige León como plaza para contextualizar un apoyo a sus cargos y militantes, debe cuanto menos venir un poco preparado para no herir sensibilidades.
Y no es porque yo esperara de esta visita un anuncio especial, como tampoco lo esperaba de un PSOE que prometió una ponencia fantástica en su congreso autonómico que marcaría, en palabras de alguno, un antes y un después, que iba a girar a su partido hasta situarle empujando el carro leonesista. Un supuesto leonesismo, el que dicen ejercer, del que excluyen que la Región Leonesa pueda tener la autonomía a la que tiene derecho por el artículo 2 de la Constitución. Un supuesto leonesismo en el que, en definitiva, la cúpula de dicha formación da la espalda a la Región Leonesa.
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Eso sí, estamos muy esperanzados de que ese leonesismo contrario a la autonomía leonesa se vaya a hacer desde un cargo honorífico, que quizá no vaya más allá de querer frenar con maquillaje al leonesismo encarnado por UPL, que sí apuesta de verdad por la Región Leonesa, atacando al problema de raíz, que es que tengamos un manejo de nuestros recursos como región. Y es que se entenderá que quienes nos consideramos leonesistas no tengamos demasiadas esperanzas si la propuesta que nos llega desde PP o PSOE para mejorar los datos de Salamanca, Zamora y León es seguir subyugados a los intereses del eje Valladolid-Burgos.
Y así las cosas, volviendo al palabro, mucho nos tememos que de aquí al final de los mandatos y la llegada de las próximas elecciones, nos encontraremos con excesos verbales para escenificar la utilizada política en clave leonesista. No hay un político que pase por estos lares al que no se le pregunte en esa clave, bueno, no hay político que se deje hacer preguntas, porque alguno al más puro estilo «plasma» llega y se va sin contestar a preguntas, pero ese es otro tema.
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