Mujer de 87 años que acude por su propio pie al servicio de Endoscopias del Hospital de León (CAULE) para prueba médica que precisa sedación.

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Las normas Covid impiden que un familiar la acompañe tras realizarse las pruebas oportunas mientras despierta de dicha sedación, y, ... como eso tiene más fuerza que el sentido común, se retira la barrera de protección, y se la deja sentada y sola en el borde de una camilla para que «se vaya espabilando».

Fuera, mi hermana y yo esperábamos para atender a nuestra madre, pero la normativa Covid no nos permitía entrar y la acatamos confiando en que dejábamos a la paciente en buenas manos y bajo cuidados responsables. Si los y las auxiliares sanitarios tienen mucho trabajo, una de nosotras se hubiese puesto todos los EPIS del mundo para cuidarla.

El resultado fue que nuestra madre, sin protección alguna y todavía bajo los efectos sedantes se cayó de la camilla fracturándose la cadera y quedando ingresada pendiente de intervención quirúrgica.

¿Un fallo humano?

No, un fallo INHUMANO.

Las normas Covid han venido muy bien para quitarse familiares de los pasillos y de los boxes de urgencias, y lo peor de todo, para no atender personalmente a los molestos acompañantes.

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Solo el médico de Endoscopias dio la cara por lo ocurrido en su servicio, solo él se personó mientras durante casi diez horas esperábamos en Urgencias la información PRESENCIAL de un médico, mendigando en repetidas ocasiones que se nos diese a conocer la situación.

Recibimos dos llamadas telefónicas de dos médicos: una para confirmarnos la fractura y otra para confirmarnos el ingreso. Pero nadie se dignó a hablar cara a cara con nosotras, y no, eso no lo prohíbe la norma Covid porque, como digo, en varias ocasiones el médico de Endoscopias se personó en Urgencias y habló de frente con nosotras asumiendo que las normas deben tener excepciones, y que lo ocurrido es inadmisible.

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Lo que más me indigna es que nada más caerse, la auxiliar al cargo me dijo que mi madre se había querido levantar por su cuenta, por eso se había caído y era mejor que yo estuviese con ella porque te pareció que «no se valía».

Apreciada «profesional»: mi madre entró a ese servicio andando, valiéndose por sí misma (vive sola y sale -salía- a la calle todos los días) y no, no se intentó levantar, tú le indicaste que se quedase sentada mientras se iban pasando los efectos de la sedación, algo que no había ocurrido porque aún no estaba del todo consciente cuando, tras colocarla de nuevo tumbada y arropada en la camilla a saber cómo (entiendo que entre varios compañeros), como si no hubiese pasado nada, entonces sí, me llamaste para que la cuidase.

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Tras mi disgusto y lógica indignación, permitiste pasar a los demás familiares con el resto de pacientes. Se ve que las normas Covid desaparecieron como por encanto.

Gracias al doctor del Servicio de Endoscopias por demostrar que se pueden acatar las normas, ser buen profesional y, además, continuar siendo persona.

Hay otras patologías además del Covid, y sobre todo, hay seres humanos que merecen atención.

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