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Alberto Garzón, ministro de Consumo del Gobierno de España, inició hace unos días en Twitter una campaña contra el consumo excesivo de carne. Más allá de las opiniones vertidas en la red social del pájaro azul, la recomendación de Garzón entronca con la evidencia científica ... que desde hace décadas viene respaldando que una alimentación basada en alimentos cárnicos es perjudicial para la salud y, además, poco sostenible.

Los argumentos son los mismos que defienden instituciones tan sospechosas de radicalidad y comunismo como la Organización Mundial de la Salud o el panel de expertos en cambio climático de la Organización de Naciones Unidas. De hecho, caminan en la dirección estratégica planteada por el plan 'España 2050', presentado hace poco más de un mes por el presidente del Gobierno. Sin embargo, y ante las quejas de algunos representantes del sector cárnico, Pedro Sánchez ha contradicho una vez más sus propias propuestas y ha respondido que «un chuletón al punto es imbatible».

Garzón, tras este desplante, se ha defendido como ha podido y ha terminado asegurando que a él el chuletón le gusta poco hecho. Ante este nuevo fracaso, y después de perder el partido contra las casas de apuestas y contra una praxis publicitaria que fomenta la ludopatía, después de intentar gravar sin éxito las bebidas azucaradas y después del despropósito de un semáforo nutricional que considera más saludable la Coca-Cola que el aceite de oliva virgen extra, la única competencia real que le queda al ministro de Consumo es la de anunciar en Instagram cuáles son las frutas y verduras de temporada. Al menos, así seguirá siendo mientras no sé dé cuenta de que, para el Gobierno, la carne fresca es él.

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