Borrar

«El bien que no se nota»

Ese que cada uno de nosotros asociamos con alguna persona o personas concretas que conocemos bien

Miércoles, 28 de julio 2021, 14:04

Acabo de terminar «El infinito en un junco» de Irene Vallejo, que fue mi regalo de cumpleaños, a solicitud mía, porque en casa siempre me dicen que no saben qué regalarme nunca y, por eso, cuando algo me apetece no tengo ningún pudor en pedirlo (así me garantizo el regalo).

Pues bien, cada noche he disfrutado de sus cerca de quinientas páginas en las que la autora que, por cierto, escribe muy bien, realiza un recorrido por la fascinante historia de los libros, de lo que alguien deja escrito y por ello es perdurable a lo largo de los siglos, y de aquellos que han conseguido salvar el poso de nuestra cultura, de lo que somos. Su lectura es toda una aventura que, desde luego, recomiendo.

Y entre esas páginas, justo en la última noche que dediqué a su lectura, al hilo de una anécdota personal que Irene cuenta sobre su abuelo, encontré una frase que me emocionó y a la que sigo dando vueltas, señalando que el libro trata… «sobre el bien que no se nota»

«El bien que no se nota». Ese que cada uno de nosotros asociamos con alguna persona o personas concretas que conocemos bien y que, si hemos tenido suerte, han dejado en nosotros una impronta que nos impone seguir su estela. A mi me pasa con mis padres, entre otros.

Se trata de personas que se levantan con ganas de alegrarnos la vida y que no solo no dañan a los demás, sino que están siempre dispuestos a ayudar a lo que sea y en lo que sea. Personas buenas, buenas personas que cada día de su existencia lo acaban generosamente, y tamizan lo que hacen a través de bien ajeno, pensando en el resto más que en ellos.

Son aquellos que están siempre dispuestos a solucionar un problema, a tomar un café contigo, a cogerte de la mano o darte un abrazo o, simplemente, a escucharte cuando lo necesitas, tranquilizando con sus palabras o con sus silencios. Y todo ello sin esperar nada a cambio o, peor, asumiendo de entrada que sus desvelos les harán acreedores de las consiguientes dosis de decepción, sin que tampoco les importe mucho porque sus renuncias lo son a cambio de nada.

Al fin, se trata de aquellos que se dedican a practicar lo que Irene Vallejo llama «el bien que no se nota» y que encuentran recompensa en el acto mismo de ayudar a los demás, en el esfuerzo y la voluntad que ponen en ello, que les sale del fondo del corazón impidiéndoles actuar de otra manera y, lo mejor, que no necesitan proclamarlo a los cuatro vientos. Al contrario, evitan darse ningún tipo de importancia sintiendo que actúan como deben, sin más ni más, priorizando principios y valores frente a cualquier tipo de interés egoísta.

Qué importante rodearnos de personas así, tenerlas cerca y saber que con cada problema encontraremos ese asidero, esa voz reconfortante que nos hará sentir que lo que nos preocupa tiene solución y que todo irá mejor; esa pequeña luz al final del túnel que nos alumbra en las pequeñas y en las grandes cosas, y que debemos retener a nuestro lado porque sus buenas intenciones y su altruismo nos garantizan actos cargados de bondad y de amor. Y más importante aún, saber reconocer el mucho bien que nos hacen y lo que les necesitamos y, sobre todo, decírselo.

No se ustedes, pero después de reflexionar sobre ese «bien que no se nota», qué afortunada me siento.

Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

leonoticias «El bien que no se nota»