De astronautas y cosas pequeñas

Ahora bien, les pido indulgencia para entender que como tiempo habrá de tratar estos temas, no me dé la gana. Que no me apetezca que la bronca de los partidos, o si quieren ustedes en sentido positivo, que las nuevas expectativas que se abren en este, distraigan de lo que me parece sin duda una de las noticias más gratas de las que Leonoticias podía hacemos partícipes a los leoneses. Hablamos de talento, de esfuerzo, de perseverancia, de confianza en las propias posibilidades, de un proyecto de vida que será bueno y socialmente útil; hablamos de conquistar las fronteras intangibles del espacio. Hablamos de nuestros astronautas, Pablo Álvarez y Sara García.

Todo ello habla también de nuestra Universidad. Porque no estamos ante una extraordinaria conjunción planetaria de liderazgos, que dirían las cursis de la política, ni ante un repentino y afortunado giro del azar, sino ante el fruto de un compromiso personal de quienes son ya el orgullo de León, empeño personal que sin duda tiene trascendencia social y científica y que ha puesto a la Universidad de León en el imaginario del futuro. Dijo Séneca que ningún descubrimiento se haría ya si nos contentásemos con lo que sabemos; y sobre el espacio Carl Sagan que en algún sitio algo increíble espera ser descubierto. Pues el afán de ir más allá, plus ultra, que guio los descubrimientos en nuestro mundo terráqueo hasta hacerlo globo está aumentado exponencialmente por las condiciones que favorece la tecnología para salir al espacio. Les reconozco que como historiador miro mucho más hacia atrás que hacia adelante, pero que haya dos personas que se hayan formado aquí, que hayan corrido, jugado, vivido nuestras calles y sentido nuestros fríos nos llena de orgullo a todos, aunque ni estuviésemos al tanto de que la carrera espacial se prolonga mucho más que la carrera armamentística. Más allá de que les toque algún día salir a mirar la pequeñez de este mundo desde donde todo se ve relativo, han defendido ya con toda naturalidad que en España y en León se puede hacer ciencia, se puede hacer futuro. Solo por hacernos ver esa posibilidad, más allá de las perennes cuitas de siempre sobre lo que a León no le dan, con el riesgo de perdernos lo que León gana por sí, ya tienen mi más rendida admiración.

Pero ni siquiera eso es lo mejor que pueden ofrecer. Lo mejor es que con la notoriedad de su caso algunos niños (entiéndanmelo en genérico, porque casi siempre son las niñas las que abren caminos nuevos y demuestran más capacidad académica) que hoy están en primaria en nuestra provincia saben que el límite no está ya en su cole, en su pueblo, en nuestra provincia, en nuestro país o en la tierra, que está en el infinito y más allá y esto no es solo una frase de dibujos animados, sino una evidencia de la que Pablo y Sara nos han hecho repentinamente conscientes.

En nombre de todos los que creemos en nuestra universidad, de todos los que esperamos cosas grandes de leoneses grandes, de todos los que pensamos que las cosas pequeñas de la política no pueden competir, ni deberían limitar las gestas que hacen nuestro universo, el mental y el astrofísico, más habitable y humano, gracias infinitas a Pablo Álvarez y Sara García, que sin que sea retórica hueca de frase hecha, sí son los mejores de los nuestros.