En la ciudad de León existe un fenómeno difícilmente extrapolable a otras capitales de provincia y que mi colega Juan Carlos Vázquez denominó como los 'L.T.V.', es decir, esos 'leoneses de toda la vida'. Y no es otra cosa que pertenecer a un ... club deportivo, haber estudiado en uno de los colegios punteros de León y ser de una Cofradía de las negras, de las que no llevan capa, tres características que en muchas ocasiones te convierten automáticamente en eso, en un leonés de toda la vida.

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Yo desde que nací he pertenecido a un club y una vez casado, ingresé por derecho también en el de mi mujer.

En la Venatoria, donde pasé mi infancia, aprendí a nadar, a jugar al tenis o al billar.

Lo bueno de tener una sociedad recreativa deportiva y cultural, como dice mi tío Maxi, que durante años ostentó la presidencia, es que puedes practicar e iniciarte en un amplio abanico de disciplinas deportivas.

Con permiso de los lobbies, porque los hay con mucho peso, puedes jugar un día al squash, otro al baloncesto o simplemente subir al Salón y echar un mus con un gintonic.

Me contaba el Chapu Apaolaza que él empezó a fumar porque Antoñete fumaba. Pues algo parecido me ocurrió a mí con el frontón. Yo, que también era de Chenel, le escuchaba en el programa de radio de Molés decir que le gustaba jugar al frontón y poder correr así hacia atrás sin perder nunca la cara al toro.

Por aquella época había una persona que en la Venatoria destacaba en varios deportes, ese chico algo más mayor que yo al que todos llamaban Biru y que era amigo de mi vecino Eloy Velazquez.

Con Eloy salí mis primeras noches y descubrí que el Passport estaba mucho más bueno que el DYC.

En la Venatoria, durante las fiestas, en los torneos sociales uno de los grandes atractivos eran las finales de frontón, en las que Biru casi siempre llegaba y ganaba.

El famoso Biru, se manejaba perfectamente en la modalidad individual como en la de dobles, de delantero como de zaguero, y por supuesto era el que llegaba a machacar la canasta de baloncesto. Le recuerdo como parte de aquellos chicos mayores en los que muchos nos veíamos reflejados, sobre todo cuando en septiembre se iban casi todos a estudiar en aquel Golf blanco de Javi a la Universidad de Oviedo, ¡casi nada!

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Con el tiempo Biru, José Antonio Diez, se convirtió en alcalde, ganando unas elecciones históricas para el partido socialista en León.

Y como no podía ser de otra forma empezó muy fuerte, peatonalizando la vía principal de León, una decisión valiente, que con el tiempo nadie pone en duda.

José Antonio es el mayor activo de los socialistas en León, y gracias a él, la Diputación también es del mismo color político. José Antonio es molesto porque es bravo, pero hay una cosa no se le puede negar, y es que es auténtico. Se cruzó al pitón con el exministro Ábalos, y su ayudante Koldo. Resucitó el leonesismo que estaba agonizando poco a poco. La pasada Semana Santa pujaba la Virgen del Mercado, junto al Obispo, y ha asistido a todos los actos de cuaresmas de cualquier Cofradía. Pocos negocios se abren, poco se inaugura pero él siempre está.

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Ese punto rebelde que tiene junto con las verdades afiladas han calado en la sociedad leonesa, que asiste perpleja a una guerra que nadie entiende. Hasta el jueves, en las filas populares nadie quería dar el paso y pelearle la alcaldía. Y en la UPL estaban temblando porque ellos sí que saben que los tres procuradores leonesistas conseguidos en las pasadas elecciones son producto del efecto José Antonio.

Ojo, porque Cendón ha querido jugar al frontón, pero me da que se ha olvidado el casco en casa.

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