Estos días no se habla de otra cosa que no sea la dimisión y la retirada de la política de Albert Rivera. Se esperaba un mal resultado electoral en Ciudadanos, pero nada más lejos de una gran perdida de escaños. Si le dicen a alguien ... el 10 de noviembre de 2019 a mediodía que, en menos de 24 horas, Albert Rivera iba a dimitir como presidente del partido que él mismo había fundado, a renunciar a su acta de diputado y a retirarse de la política, se echaría a reír durante un largo rato.
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Ahora una vez que ya ha sucedido, todo parece muy simple, muy fácil de entender y asumir, y lo más sorprendente de todo, muy fácil de hacer. Pero no es así. Sea cual sea la ideología de quién esté leyendo este artículo, debe intentar dejar a un lado sus preferencias políticas y reflexionar de la manera más neutral posible sobre Albert.
Albert es un extrabajador de la banca, procedente de una familia humilde, siendo su padre miembro de una familia obrera, y su madre una mujer trabajadora que emigró desde un pequeño pueblo de Málaga para buscarse la vida. Ambos, nunca presumieron de provenir del proletariado, ni nada que se le asemeje. Sus padres son unas personas que viven de un negocio que suele ser atacado con frecuencia por personas radicales y violentas, y ahí han estado, aguantando al pie del cañón, y sin dar excesiva difusión a lo que les ocurría, al contrario de lo que hacen otros políticos, que se quejan de que se sepa que viven en un chalet, cuando estos sí que se comportan como si perteneciesen a la clase trabajadora.
Rivera comenzó su andadura política, tras varias ligas de debate (una ganada junto a su equipo en el año 2000), y asistir a varias reuniones del Partido Popular (estuvo afiliado a Nuevas Generaciones) y de Socialistes en Positiu (corriente crítica del PSC) en julio del 2006, creando Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía, con la ayuda de su profesor Francesc de Carreras. Este último fue quien impulsó la plataforma cívica Ciudadanos de Cataluña, que dio origen al partido. Rivera se presentó a las elecciones al Parlamento de Cataluña, como presidente de la formación naranja. Fue diputado de Cataluña de 2006 a 2015. En sus comienzos, fue un diputado muy polémico, entre otras cosas, por el uso del castellano en el mencionado Parlamento. Por eso llegó a recibir amenazas de muerte, algo inadmisible, por parte de nadie y hacia ningún político, sean cuales sean sus ideales.
Tras varios años en la Generalidad, y triplicando en 2012 su representación, fue candidato a la presidencia del Gobierno de España en julio de 2015, siendo sustituido en la Generalidad de Cataluña por la que ahora suena como próxima presidenta del partido, Inés Arrimadas. Lo continuó siendo durante varias elecciones generales, hasta las del 10 de noviembre de 2019, en las que sufrió un resultado bastante negativo, obteniendo tan solo 10 escaños, que representan el 6.79% de los votos a nivel nacional, casi el doble que ERC (que tiene 3 escaños más) y 6 veces más que EH Bildu (con la mitad de escaños de C's) muestra de la desigualdad de la Ley D'Hont, que favorece la sobrerrepresentación de los partidos nacionalistas. Rivera prometió que si no alcanzaba el 10% de los votos dimitiría como presidente del partido. Afirmación que fue duramente cuestionada y posteriormente exigida al expolítico de Barcelona.
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,Lo cierto, es que nadie sabía lo que estaba a punto de suceder. Rivera, la mañana del 11 de noviembre, se reunió con los miembros de la ejecutiva. Convocó a los medios para, al salir de dicha reunión, hacer un comunicado oficial, que se basó en tres puntos: El primero, que dimitía como presidente del partido; el segundo, que renunciaba al acta de diputado; y tercero, que abandonaba la política. Su discurso se vio recompensado con una tremenda lluvia de aplausos de los allí presentes, entre los que se dejó caer alguna lágrima.
Tras lo acontecido, se revolucionaron tanto los medios de comunicación de masas como las redes sociales. Las opiniones no estaban muy divididas en esta ocasión, la mayoría coincidían en que había sido una decisión muy honesta, muy madura y muy honrada. Características que no estamos acostumbrados a ver en el espectro político actual, ni tampoco en anteriores. Lo que sí espero, es que esto haya podido servir de aprendizaje para muchos jóvenes, por todos los valores que representa.
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Y digo que no estamos acostumbrados a ver decisiones de tanta ejemplaridad, porque son demasiado frecuentes las mentiras, las manipulaciones y las incoherencias entre nuestros representantes políticos, por no citar casos más graves en otros Estados, en los que se vulneran bastantes derechos fundamentales. Me refiero a hechos que van desde el mítico «Espanya ens roba» de Jordi Pujol (que repetía mientras robaba millones de euros a los españoles), hasta las contradicciones de Pedro Sánchez y Gabriel Rufián, pasando por las tramas de corrupción del Partido Popular.
El caso de Gabriel Rufián es cuanto menos, curioso. Hace ya unos años, dijo que en 18 meses abandonaría el Congreso de los Diputados. Estamos llegando al 2020 y aún sigue cobrando del Estado que pretende destruir, y del que pretende separarse, mientras da lecciones de moralidad y coherencia a diario.
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Por otra parte, comentar lo sucedido con Pedro Sánchez. Hace unos meses, vetó a Pablo Iglesias, diciendo que era el único escollo para formar gobierno de coalición con Unidas-Podemos, y que no podría dormir tranquilo con él en el Gobierno. Sin embargo, el 12 de noviembre se ha atrevido a pactar con él para gobernar conjuntamente. Han tardado dos días en firmar un acuerdo al que en meses no fueron capaces de llegar. Un desencuentro que ya ha pasado a la historia.
Y por último y ya que hemos citado a Pablo Iglesias, es preciso recordar que este político venía supuestamente a dignificar las instituciones. Dejando al margen su casoplón de Galapagar, este político, cuyo partido, ha perdido en tres años 45 escaños y 3 millones de votos se ha atrevido a exigir una coalición con nada más y nada menos que 7 ministerios y un sillón para él.
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Y sí, Albert Rivera, no es una persona perfecta, porque no existe ninguna. Ha cometido muchos errores, como todos nosotros. Pero él, tras el estrepitoso resultado de su partido, se va. No ha robado nada, y tampoco se va como asesor de ninguna empresa pública. Como tampoco se lleva ninguna paga vitalicia. Se va porque considera que no ha dado la talla.
Se va con la cabeza alta de haber sido un político, como ya dije, honrado y honesto, orgulloso él y también nosotros, todos sus militantes, por la dignidad de saber asumir las consecuencias cuando las cosas vienen mal dadas. Todos los políticos y realmente, todas las personas, deberíamos tomar nota de lo que ha hecho.
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Ha sido una persona, que aun estando cerca de tocar el cielo con los dedos como uno de los más brillantes exponentes de la alta política española, siempre ha sabido mantener los pies en el suelo. Ha dicho lo que nadie se ha atrevido a decir. Hizo numerosas declaraciones que muchos cuestionamos y reímos, pero que con el tiempo, se han demostrado verdaderas, como por ejemplo, cuando dijo a Sánchez: «Usted necesita muchos fascistas en España y por eso alimenta el odio y el sectarismo, porque sabe que si los españoles moderados se dan la mano, usted no es presidente». Ha quedado suficientemente corroborado.
Gracias, Albert.
Jorge Caballero Ruiz.
DNI: 71471*****.
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