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Iñaki Urdangarin ya ha pasado lo peor de su estancia en prisión. El marido de la infanta Cristina, explican en la cárcel abulense de Brieva en la que sigue siendo el único recluso varón, está más animado que nunca, sabedor de que, si ... nada se tuerce, está a punto de disfrutar sus primeros permisos de salida. Podría, incluso, pasar ya estas navidades con Cristina de Borbón y sus cuatro hijos si así lo solicita en los próximos días.
El próximo jueves, Urdangarin, en prisión desde el 18 de junio de 2018, llegará a una fecha ansiada por todos los internos del sistema penitenciario español al cumplir la cuarta parte de su condena de cinco años y diez meses de prisión por el 'caso Nóos'. Ese hito, legalmente, abre a Urdangarin, como a cualquier otro preso clasificado en segundo grado, la puerta a reclamar y conseguir hasta 36 días de permiso al año. Eso sí, divididos en períodos de 18 días por semestre y estancias no superiores a una semana, según establece el artículo 154 del reglamento penitenciario.
Cumplir la cuarta parte de la condena es condición insoslayable para gozar de estos permisos, pero no es la única. No obstante, nadie en Brieva tiene la más mínima duda de que el cuñado del rey Felipe VI, convertido en un preso ejemplar según todas las fuentes consultadas, cumplirá las otras premisas que exige la legislación penitenciaria para salir a la calle.
Esos requisitos son que no se observe en el preso una mala conducta; que no sea probable que el preso quebrante su condena (o sea, que utilice el permiso para escapar); que no sea previsible que aproveche sus salidas para cometer nuevos delitos; o que esos permisos tengan una repercusión negativa en el programa de tratamiento o reinserción que sigue.
En cualquier caso, será el denominado equipo técnico de la cárcel abulense el encargado de analizar esos riesgos y de emitir un informe que, no obstante, no será vinculante para la Junta de Tratamiento, que será la que en última instancia aprobará esos permisos (si son de un máximo de dos días) o para el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria (que debe dar el visto bueno a salidas de más tiempo).
Si Urdangarin, tal y como se espera, intenta pasar sus primeros días en la calle esta Navidad deberá pedir disfrutar de los permisos cuanto antes, ya que si la prisión rechazara concedérselos (una posibilidad que nadie en Brieva contempla) la decisión se demoraría hasta que el Juzgado de Vigilancia resolviera un hipotético recurso.
En ese informe clave para el equipo técnico, explican responsables penitenciarios, sin duda pesará, y mucho, el programa de voluntariado que Urdangarin desarrolla desde el pasado 19 de septiembre en el Hogar Don Orione, en la madrileña localidad de Pozuelo de Alarcón, donde el cuñado del jefe del Estado ayuda a grandes discapacitados durante dos días a la semana.
Más allá del revuelo mediático de los primeros días y de la oposición de la Fiscalía, que en un principio no estuvo conforme con este voluntariado, el trabajo de Urdangarin, explican fuentes de Instituciones Penitenciarias, transcurre con absoluta normalidad todos los martes y jueves.
Una falta de incidencias en las salidas previas a los permisos que los expertos penitenciarios valoran siempre de forma muy positiva a la hora de autorizar la «reintroducción gradual» de los reclusos en su entorno familiar y social, que es el fin último de estos permisos en segundo grado penitenciario.
Obtener los 36 días de permiso al año es la meta penitenciaria inmediata de Urdangarin, pero no la única. El preso, y así se lo insinuó la Audiencia Provincial de Ávila cuando rechazó el recurso de la Fiscalía contra la autorización para hacer voluntariado en Don Orione, es un candidato de libro (por su comportamiento ejemplar) para acceder al artículo 100.2 del reglamento penitenciario. Ese precepto permite al interno clasificado en segundo grado disfrutar de privilegios de semilibertad del tercer grado (como solo dormir en la cárcel de lunes a viernes) sin que el recluso tenga que ser progresado de grado.
Urdangarin, explican fuentes de Instituciones Penitenciarias, tiene por el momento complicado (que no imposible, ni mucho menos) que la Junta de Tratamiento de Brieva le conceda el tercer grado que, además de obligarle solo a dormir en la prisión, le abriría la puerta a gozar de 72 días de permisos con su familia al año.
El marido de la infanta Cristina tiene dos problemas (no irresolubles) para su progresión de grado. El primero es que el voluntariado en la ONG de Pozuelo de Alarcón no puede considerarse un trabajo, condición que siempre se valora para la concesión del tercer grado, además de otras muchas circunstancias personales.
La segunda es que Urdangarin fue condenado a más de cinco años de cárcel, un castigo ante el que Instituciones Penitenciarias y los propios jueces son reacios a dar luz verde a la progresión de grado sin haber cumplido al menos la mitad de la condena. Y no será hasta mayo de 2021 cuando el cuñado de Felipe VI pase el ecuador de su pena, que, según los cálculos de Interior, se extinguirá completamente el 9 de abril de 2024.
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